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Bogotá, la semana y el arte, junto a Juan David Laserna (Premio Luis Caballero 2017)

ARTBO, la Feria del Millón y BARCÚ vivieron una nueva edición. Los medios de comunicación se volcaron a hablar de arte, cada uno desde sus intereses, y otros lugares de Bogotá aprovecharon para unirse a este momento de ebullición y sumarse con instalaciones, exposiciones y conversaciones en torno al arte.

Sin el Premio Luis Caballero (al realizarse cada dos años) y con la contrapropuesta hecha este año por Espacio Odeón, que precisamente se cuestionó por la falta de un proyecto durante esos días que no tuviera un “propósito comercial”, como lo dijo Tatiana Rais a Canal Trece (lee aquí la entrevista), se hace necesario pensar qué pasa más allá de la Semana del Arte.

ARTBO 2018. Foto: María Alejandra Villamizar - Canal TreceARTBO 2018. Foto: María Alejandra Villamizar – Canal Trece

Además de “dejar la bobada de pensar que el arte es elitista, o que no se entiende”, el artista plástico Juan David Laserna, ganador del Premio Luis Caballero en 2017 por su obra ’Set’, reflexiona sobre el papel de los museos, el público, las entidades públicas y otros agentes que entran en juego al hablar de arte en una ciudad.

Como artista, ¿qué opina de esa semana de arte que se oficializó como la ‘Semana del arte en Bogotá’ y qué resultados buenos o malos cree que se dan luego de esos días para el ambiente artístico de la ciudad?

No creo que la Semana del Arte sea necesariamente eso. Más bien es la semana de la atención mediática sobre las ferias de arte. Eso es bueno y malo. Por un lado, el público de la ciudad vuelca su atención al arte contemporáneo, pero en esos pocos días participa de un frenesí que lo obliga a visitar demasiadas cosas al mismo tiempo; eso genera cansancio y la falsa idea que los espacios artísticos apagan sus motores el resto del año. Bogotá tiene un medio artístico pequeño y por momentos débil; sin embargo, durante todo el año sus diferentes agentes ofrecen actividades, ponen en marcha discusiones, producen publicaciones y seminarios y sobre todo abren y cierran exposiciones.

Así que diría que esta semana es un arma de doble filo, porque si bien hace visible una gran cantidad de cosas para un público muy grande, esas actividades, que son demasiado relacionadas al mercado, opacan una estructura mucho más grande. Yo pensaría que el reto es consolidar mecanismos de atención masiva que divulguen el general de las actividades, y que ojalá incluyan una pedagogía sobre ellas.

Es evidente que los grandes eventos tienen un músculo mayor, financiero y mediático, que les permite estar en boca de todos, eso también hace necesario, y posible, la consolidación de escenas alternativas, privadas o públicas. Estoy seguro que la reapertura de la Galería Santa Fe a finales de este año, el Salón Nacional en Bogotá en 2019, la apertura de la Cinemateca, la ampliación del Teatro Colón, van a redefinir la Semana del Arte como un momento más, no como el gran momento.

Además, quisiera decir que lo que me preocupa en realidad es que la semana sea eso, un periodo corto en que una gran masa de cosas se concentra, y lo digo porque se termina pareciendo más a un espectáculo que a otra cosa. Muchas fiestas, mucha prensa, mucho público, algunas ventas, muy poca observación real de lo que pasa. Una semana no es suficiente para que el arte suceda como hecho político; de pronto sí como espacio de entretenimiento.

'Set' de Juan David Laserna, Premio Luis Caballero 2017. Foto: Idartes.'Set' de Juan David Laserna, Premio Luis Caballero 2017. Foto: Idartes

“Las obras de arte tienen que tener un sentido crítico y son sobretodo declaraciones políticas de los artistas hacia su tiempo”. Esas son algunas de sus palabras en el documental ‘Bogotá semana del arte’ que produjo Canal Trece junto a la ANTV. ¿Cuál era su declaración con 'Set' y cómo le aportó eso en su momento a la Semana del Arte?

El Premio Luis Caballero es un evento mucho más complejo que la Semana del Arte como epicentro publicitario, y creo que representa un espacio público que principalmente tiene como objetivo el hacer de los artistas. Creo que no se puede hablar de lo que un evento como éste le aporta a “la semana”, pero sí de lo que le aporta al medio, a las prácticas, a la investigación; no me refiero necesariamente a la pasada versión. Hablo en general, y pongo el acento en lo que las iniciativas públicas bien implementadas aportan y representan cuando se convierten en una política, y cómo lo que construyen termina siendo observado con unos ojos muy críticos.

En general la gente, sobre todo la del medio, siente este espacio como propio. Es un referente que les interesa, hacen comentarios muy precisos y profundos sobre lo que se presenta. En términos generales la escena del arte en Bogotá es muy vigilante del funcionamiento de este Premio. Diría tal vez que la Semana del Arte se beneficia cada dos años cuando el premio sucede, porque esas exposiciones refrescan los formatos convencionales. Las exposiciones son soluciones inesperadas que no se parecen mucho a lo que usualmente se produce y tienen además una dinámica territorial en la ciudad que no es muy común.

[Mira aquí el documental 'Bogotá, semana del arte']

¿Qué le gusta y qué recomendaría del arte, los espacios artísticos o las representaciones artísticas que identifican a Bogotá?

Ojalá que cada vez más las entregas de trabajos de grado y las exposiciones de estudiantes fueran visitadas por más personas, que tuvieran cubrimiento y se escribiera sobre ellas. Yo las recomiendo porque cuando las he visitado siento unas pretensiones distintas. Algunas veces estos proyectos carecen de compromisos, pero eso les imprime honestidad. En estas muestras se revela el espíritu de los artistas que empiezan a participar del campo, en general tienen intenciones académicas y no hacen parte del mercado, eso es refrescante.

Además de esto pienso que los museos son en general quienes deberían marcar la pauta. Lastimosamente llevamos algunos años en los que -como instituciones se han debilitado-. Es posible que el MAMBO pueda tomar un nuevo rumbo, pero siento que en este momento comparte con el Museo de la Universidad Nacional un problema, y es que no han constituido su programación sobre la base de un proyecto curatorial. No creo que sea el mejor camino para consolidarlos como espacios con programas robustos y políticas culturales claras, y eso que admito que han logrado exposiciones de calidad, que demuestran un estándar de producción muy alto. Pero repito, eso es apenas un aspecto del asunto, consolidarlos como instituciones requiere, en mi concepto, una perspectiva distinta, que sume actores y estructure programas.

Espacio Odeón y las salas de arte de la Cámara de Comercio están haciendo un buen trabajo, creo que sobretodo Odeón tiene una visibilidad en la ciudad que además implica un reto mayor para ellos, pero hacen un buen trabajo. Y la CCB tiene de interesante que está funcionando sobre un programa muy concreto -lo cual tomó muchos años en ser logrado- que ha convocado muchos curadores y muchos artistas. Siento que ambos, Odeón y CCB son un modelo muy interesante de lo que significa el funcionamiento de un espacio, ya sea independiente o institucional.

Diría también, y enfatizo en el respeto a estos proyectos, que San Felipe aún está en deuda con el público de la ciudad, siento que el trabajo de las galerías y fundaciones de este distrito no ha alcanzado su potencial, pero como digo siempre, es mejor que exista a que no lo haga.

¿Qué nos falta, como bogotanos, para reconocer el arte de la ciudad?

Dejar la bobada de pensar que el arte es elitista, o que no se entiende. Podríamos ser más demandantes con la programación de las salas. Bogotá tiene un número de espacios que funcionan a media marcha, y es claro que hacer funcionar una sala es muy costoso, pero creo que les hace falta imaginación a los encargados de muchas de ellas, porque hay gente esperando por un lugar para trabajar. En los últimos años los espacios independientes, de artistas, han dormido el sueño de los justos, y han perdido ímpetu. No es fácil trabajar ni sacar adelante proyectos en un medio carente, pero de lado y lado hace falta energía, y del público: riesgo e interés. Estoy seguro que sería la misma observación para el teatro, la danza, la música, etc.

También creo que hace falta un marco legal para el mecenazgo, una ley de apoyo a los museos, un mayor interés de grupos empresariales, ojalá todo esto fuera sucediendo al tiempo. Bogotá ha progresado muchísimo en quince años, este es un medio totalmente distinto al que yo viví como estudiante, y reconozco también que las ferias más grandes cada versión mejoran en su oferta y programación, y que en ellas hay mucho que ver y sobretodo mucho de qué hablar.

Creo que Bogotá ha ido logrando un marco institucional de mano del Distrito que ha fortalecido todos los ámbitos de la práctica, pero somos tibios para demandar un mayor profesionalismo de espacios ya ganados, como la FUGA, que lleva ya unos cuantos años patinando. Pasó de ser un proyecto serio a convertirse en un lugar gris en su programación y misión, así que queda claro que las instituciones todavía son vulnerables en la medida en la que administrativamente pueden caer en manos poco preparadas. Nos hace falta más participación como ciudadanía de cara a estas iniciativas, sobre todo si son públicas.

Menciona también en el documental que YouTube se ha convertido en el medio que nos cuenta sobre nuestra historia. ¿De qué manera la tecnología ha afectado el arte y en qué casos lo ha beneficiado a usted como artista?

No creo que para la escena artística local la tecnología sea muy significativa, y me refiero a lo que podría ser como plataforma para la producción y circulación de contenidos. Además de ser un medio de divulgación de actividades, aún no se ha consolidado una masa crítica de espacios digitales para la crítica o el periodismo cultural. La labor de Periódico Arteria o Esfera Pública no se replicó en el tiempo, y por ahora solo asoman iniciativas independientes muy incipientes.

Cuando me refería en el documental a YouTube, quería referirme a la permanencia que logran los productos audiovisuales en la era digital, y lo que esto implica en su carácter como fuentes de investigación o referencia, porque es claro que internet es el espacio de consulta preferido hoy, más que la biblioteca, y esto le otorga poder. Eso es el resultado de la lógica del medio, y de la accesibilidad que representa. Por eso se me hace extraño que no hubiera una explosión de youtubers, podcast, o videos en torno al arte; de repente esto da cuenta del verdadero interés que existe de parte de los artistas y del público al respecto.

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