Foto Portada: María Alejandra Villamizar Assaf / Canal Trece
Fotografías en el texto: Biblioteca Luis Ángel Arango
Aunque en la mayoría de los registros históricos colombianos, el campo ha sido relegado a un segundo plano, que entre otras cosas nos ha llevado a olvidarnos del papel tan crucial que ha jugado en la formación de lo que hoy en día es nuestro país, ha habido un par de momentos en los que su presencia en esferas diferentes a la rural ha dado como resultado grandes cambios sociales.
A mediados del siglo XX, puntualmente a finales de la década de los años cuarenta, justo después del Bogotazo ocasionado por el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, la violencia en Colombia se agudizó y se convirtió en noticia en todos los rincones del país. La lucha violenta entre liberales y conservadores no sólo estuvo presente en los escenarios citadinos y gubernamentales, sino que tuvo su mayor impacto en el campo colombiano.
El municipio de Sutatenza ubicado al sur del departamento de Boyacá, sobre la cordillera Oriental fue el escenario perfecto para que el padre José Joaquín Salcedo, testigo de la crisis campesina que la ola de violencia estaba dejando, iniciara un proyecto de educación a través de la herramienta que más cercanía tenía a los campesinos, la radio. Con esta iniciativa los campesinos podrían sentir la presencia oficial del estado en el campo y, además de fortalecer los índices de alfabetismo, también daría un parte de paz en aquellos lugares donde la voz oficial no alcanzaba a llegar.
De esta manera, en agosto de 1949, el padre Salcedo recibió la licencia para instalar una estación radiofónica de carácter cultural. En octubre del mismo año nació Radio Sutatenza y Acción Cultural Popular. Emitida desde la parroquia de Sutatenza, la emisora tenía como objetivo principal la creación de espacios educativos dirigidos a los campesinos de la región.
Al incio de los 45 años que funcionaría, Radio Sutatenza impartía lecciones de español, matemáticas y conocimientos básicos que eran reforzadas en cada zona donde la emisora alcanzaba a llegar, con voluntarios campesinos. A partir de cartillas que la misma Radio Sutatenza preparaba, se explicaba de manera presencial lo que la emisora contaba.
Años más adelante, para 1954, se inició una correspondencia mutua entre el centro de emisión de Radio Sutatenza y los campesinos, quienes enviaban sus cartas con dudas, agradecimientos y hasta coplas escritas por ellos mismos, desde todos los rincones del país.
A través de los institutos de formación campesina de la ACPO, se formaron más de 20.000 campesinos que en su mayoría fueron mujeres, lo que sentó un precedente importante en cuanto al acceso educativo de las mujeres campesinas en Colombia.
El recibimiento de esta iniciativa por parte de los campesinos fue tan positiva que 15 años después de creada, la Radio Sutatenza ya se transmitía 19 horas al día y tenía centros de emisión en cinco importantes puntos del país: Bogotá, Barranquilla, Cali, Medellín y una en Magangué.
Pero la crisis que ya había silenciado a varios medios de comunicación en el país también ocasionó el declive de la Radio Sutatenza a finales de los años ochenta. Las dificultades no fueron solamente las económicas, sino también la censura desde dos puntos de vista: por un lado, la inconformidad de la iglesia católica con los contenidos de la emisora sobre procreación responsable y las diferencias ideológicas con partidos políticos y líderes sociales debido a la manera en la que Radio Sutatenza promovía el desarrollo del sector rural y campesino del país.
Radio Sutatenza había generado, además, un aire de disgusto entre las emisoras privadas por contar con beneficios que las emisoras privadas no tenían. Asi, 1994 fue el año final de Radio Sutatenza, la pérdida de influencia de la emisora y por ende la falta de audiencia la condujo a su clausura y a la eventual compra por parte de la cadena radial Caracol.
Hoy en día, en la Biblioteca Luis Ángel Arango y en la Fonoteca de la Radio Nacional se pueden encontrar los archivos de lo que fue Radio Sutatenza y su legado para el país. Estos archivos son el recuerdo que nos queda como oyentes de una emisora en la que el campesino fue el protagonista.
Durante sus 45 años de trabajo, la emisora logró que cerca de ocho millones de campesinos colombianos se acercaran a la lectura y la escritura, mejoraran sus condiciones de vida y encontraran en la radio un reflejo de ellos mismos y del mundo en el que vivían. Radio Sutatenza fue un ejemplo vivo de que la educación en el campo era, y sigue siendo, una de las herramientas más eficaces contra la desigualdad y la violencia.
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