Imagen: ‘De Pura Cepa’.
En la vereda Las Cruces, ubicada entre los municipios de Santiago y San Andrés en el valle del Sibundoy, vive doña Francisca, una abuela conocida y querida entre los artesanos de su región.
Francisca Jacanamijoy Muyuyi, es el nombre completo de esta abuela dedicada a los oficios de la casa y a la medicina tradicional. Ella forma parte de la comunidad Inga, un pueblo que desciende de los incas pero que llegó al Putumayo luego de las avanzadas militares en el proceso de expansión del Imperio inca antes del periodo de la colonia.
Doña Francisca | Imagen: ‘De Pura Cepa’.
Con ella visitamos a los artesanos en sus talleres, conocemos su casa y la de su padre para escuchar a los mayores y a sus nietos, sobre la historia y el origen de estos asientos ancestrales que llaman ‘pensadores’. Francisca es amiga querida de los artesanos de su comunidad que elaboran este banco ceremonial Inga, símbolo de sabiduría y reflexión.
“Desde que yo me conozco, y desde hace muchos años, desde antes que naciera mi abuelo, el pensador es muy importante para todos. Ahí es donde el taita, se sienta a pensar cómo solucionar los problemas de la comunidad y a veces los de cada uno en familia”, nos relata la abuela Francisca.
El ‘pensador’ forma parte de la espiritualidad del pueblo Inga. Una vez el ‘taita’ o el mayor de la casa se sienta ahí, los pensamientos dejan de estar en el aire y se juntan alrededor del banco donde él puede tocarlos y verlos más claros. El butaco no solo se usa para los mayores, en ocasiones se sientan a los niños para que comprendan mejor lo que se les quiere enseñar.
Para fabricar un ‘pensador’ se requiere de un tronco de mopa tallado en una sola pieza, no puede tener añadiduras porque no funciona; además, tiene que ser de este árbol en particular puesto que es el símbolo de esta comunidad al igual que lo es la palma de cera del Quindío para el resto del país.
El ritual también incluye cortar el tronco en luna menguante puesto que si se realiza este procedimiento en luna llena el árbol se puede secar para siempre.
“Como uno, los árboles son agua y en luna llena el agua se va pa´rriba, pa´ las ramas, pa´ los copos, en cambio, en menguante está bajando a la raíz, y pues así uno le va a sacar provecho al palito, pero a la vez lo va a cuidar”, nos enseña uno de los jóvenes que ayuda a doña Francisca a elaborar los ‘pensadores’.
Entre las personas que conocemos en este viaje está Benjamín Jacanamijoy, un artista plástico indígena que interviene estos objetos llenándolos de símbolos y coloridos que llegan a los escenarios internacionales.
Imagen: ‘De Pura Cepa’.
“Plasmar en el arte mi territorio y mi cultura, me permitió no solo aferrarme más a ella, sino visibilizarla y proyectarla, hacerle entender al país y al mundo que para resolver problemas y conflictos basta con pensar pensamientos, con el diálogo…”, cuenta Benjamín.
La cosmogonía que encierran estos singulares butacos, nos hace pensar que muchos colombianos podríamos sentarnos para repensar el país.
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