Ciervos paseando por Nara, en Japón, jabalíes a metros de personas paseando sus perros en Haifa, Israel, y hasta cabras en Gales y pumas en Santiago de Chile. Estas son algunas de las postales que la crisis por el nuevo coronavirus está dejando en el mundo. Con la obligada cuarentena de buena parte de los habitantes del planeta, animales silvestres se han aventurado a visitar las ciudades, aprovechando la tranquilidad y la comida fácil que puede ofrecerles una ciudad vacía. Sin embargo, la relación entre ciudad, animales y virus, no es nueva.
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La peste bubónica, la H1N1, la gripe aviar, la Gripe Española (que es una mitación de una gripa aviar), el Ébola el SARS y el nuevo coronavirus no solo son enfermedades que han afectado a la humanidad, sino que todas surgen de virus que dan un “salto” de animales no humanos a las personas. Ninguno de estos virus habría adquirido la gravedad que alcanzaron, si no fuera porque nuestra relación histórica con los animales no ha sido particularmente higiénica.
Cuando los ojos del mundo se volcaron hacia Wuhan, ciudad china donde comenzó el brote de la nueva enfermedad, comenzaron las preguntas por el origen del virus. Aunque aún no se sabe qué animal lo transmitió a un humano, lo más probable es que haya ocurrido en el Mercado Mayorista de Mariscos del Sur de China de Wuhan, un lugar donde se comerciaba con animales vivos y con alimentos.
Estos espacios son los escenarios perfectos para la transmisión de virus entre especies. Aunque los brotes pasados de SARS y el MERS, en 2002 y 2011 respectivamente, eran una prueba suficiente del problema sanitario que representan, el planeta está volviendo a sentir de primera mano que los estados sanitarios de los mercados con animales vivos deben mejorar radicalmente. Incluso, la Secretaria Ejecutiva de la Convención para la Biodiversidad de las Naciones Unidas, Elizabeth Maruma Mrema, sugirió que estos sitios deberían ser cerrados.
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Entre las ciudades que han hecho intervenciones para revisar el estado de salubridad de estos sitios está la misma Wuhan, ciudad que prohibió el consumo de animales silvestres e intervino el mercado implicado en el brote del Sars-CoV-2. Esto, a pesar de que la OMS recomendó que estos lugares no deberían ser cerrados debido al impacto que esto tendría en la forma de vida de sus comunidades, sino que los esfuerzos deben estar encaminados a mejorar sus condiciones higiénicas.
Como Wuhan, Bogotá también está dando sus primeros pasos para ponerle freno a estos lugares, como demuestra la histórica intervención en la Plaza de Mercado de El Restrepo, en la localidad Antonio Nariño. “La intervención comenzó el martes 24 de marzo. Hicimos la verificación de todos los locales y diez de estos tenían animales vivos en una condición deplorable. Iban una o dos veces al día a darle alimentos”, explica Nelson Gómez, director del Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal de Bogotá (IDPYBA).
“Esta acción es lo más grande que hemos hecho durante la contingencia de la Covid-19. Recuperamos 48 animales que estaban en hacinamiento y malas condiciones de bienestar. También encontramos animales muertos”, profundiza Gómez. Además, 100 animales fueron entregados por los dueños de los locales.
“Volvimos el sábado 28 y, ese día, 13 locales seguían con animales vivos. Fue un operativo muy largo y hasta las siete de la noche estuvimos garantizando que ningún animal vivo quedara en la plaza. Luego, fue sellada”.
Aparte de este operativo y el de los animales en las tiendas de mascotas de la Avenida Caracas -donde intervinieron locales desde la calle 53 hasta la 57-, Gómez reconoce que las denuncias de maltrato que llegan al IDPYBA han aumentado, pero no las de abandono. El también veterinario, asegura que la cantidad de perros que se vio en la calles, durante la cuarentena, “es un efecto visual. Se ve como si estuvieran abandonados, pero son los mismos perros de calle. Hemos tenido reportes donde nos avisan que han abandonado animales, pero cuando llegamos, ya no están”.
Ni aquí ni allá
Aunque la ciudad no es un espacio propicio para fauna silvestre, sus hábitats naturales también están siendo invadidas y destruidas. Al menos en Colombia. De acuerdo con una alerta temprana de deforestación del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), entre octubre y diciembre de 2019, el 84.9% de la deforestación del país se concentró en la región de la Amazonía. Aunque no reveló cifras de hectáreas taladas, el Ministerio de Ambiente ha afirmado que este número es más bajo que el que se presentó en el mismo periodo de 2018.
El problema es mayor si se tiene en cuenta que la pérdida de bosques se presenta en áreas protegidas como el Parque Nacional Natural Tinigua en el Meta donde, solo en 2018, se talaron 10.471 hectáreas. Como si fuera poco, el conflicto armado del país le ha costado la vida a guardaparques y defensores de derechos humanos quienes ahora, en medio de un país a media marcha, están aún más solos.
“En total, el país cuenta con cerca de 31 millones de hectáreas en áreas protegidas”, explica Carlos Herrera, Especialista de áreas protegidas y estrategias de conservación de WWF. De acuerdo con Herrera, el apoyo de Colombia “en términos de inversiones, presupuestos y apoyos con los que cuentan las áreas protegidas, históricamente ha sido bajo”. Y aunque la financiación para el cuidado de estas regiones también depende de cooperación internacional, la emergencia mundial por la Covid-19 ha motivado a que los cooperantes vuelven sus intereses a temas como salud y bienestar.
Por eso, WWF está concentrando sus esfuerzos en la estrategia ‘Una sola salud’, enfocada en tres líneas de acción que buscan “no solamente para revertir los efectos que está teniendo la pandemia en la naturaleza y la gente, sino para abordar las causas que nos trajeron a este momento”, explica Herrera.
La primera línea de ‘Una sola salud’ se enfoca en detener y revertir los elementos que están generando degradación ambiental, analizar los principales motores de pérdida de biodiversidad y donde se concentra la mayor cantidad de deforestación.
La segunda línea busca detener el comercio ilegal de vida silvestre y generar medidas de manejo sobre mercados que se considera de alto riesgo. Esta es una línea global, pero tiene focos por países donde se mueven más estos mercados.
La última línea le apuesta a la recuperación verde en el sentido de invertir en la naturaleza a través de trabajos que requieren gran cantidad de mano de obra pero que están relacionados con procesos de conservación. Actividades de restauración de ecosistemas. o que estén relacionadas con el bienestar de la naturaleza.
Lo que se está haciendo
“¿Qué tanto el confinamiento puede estar mejorando las condiciones de hábitats de los animales? Yo, por lo menos, no conozco estudios que puedan dar cuenta de eso. El tema es que hay factores como la deforestación en la Amazonía, donde se presenta pérdida de hábitat y eso sí sabemos que conlleva a una pérdida de la integridad de estos sitios y, por tanto, a una afectación sobre los animales, plantas y todos los recursos que allí haya”, explica Herrera.
El destino de las áreas protegidas y las zonas más biodiversas del país está por verse porque hay muchos factores que, actualmente, juegan en contra de su conversación. Sin embargo, en las ciudades hay algunas medidas para mejorar la vida de los animales en las urbes que que ya han comenzado su tránsito.
Además de haber promovido dos rutas animales para recoger y entregar comida y cuidado a gatos y perros de la calle, la concejal Andrea Padilla ha denunciado que el Plan de Desarrollo de la alcaldía de Claudia López tiene metas muy pobres en relación con programas de pedagogía contra el maltrato animal, no tiene una línea clara par tratar a animales como las palomas y el presupuesto anual que se le entregaba al IDBYPA pasó de casi 33 mil millones de pesos anuales a un poco más de 24 mil en esta administración.
A la intervención en la plaza del Restrepo le siguió la prohibición de la venta de animales vivos en las plazas de mercado de Bogotá. Además, Nelson Gómez asegura que estos operativo continuarán, aunque da poca información por el carácter reservado que deben tener los operativos. También pasó el primer debate en el Congreso de la República un proyecto de ley que prohibiría la tenencia de aves en jaulas, en plazo de 10 años.
Para Herrera de WWF, la clave para logara un cambio es poder tomar la información técnica que nos indica cuáles son los principales problemas que afectan la biodiversidad y lograr transmitilos en mensajes claros. "Ponerlo en mensajes que confronten a la gente con un día a día en el que no podemos ver claramente la dependencia que tenemos de los ecosistemas, sobre todo en las ciudades. En mensajes que logren promover más la sintonía que deberíamos tener con la naturaleza".