Un año sin Keith Flint: la cara del apocalipsis tecnológico

Keith Flint era candela. No, no candela: era rociarse gasolina, encender un fósforo y salir gritando por las calles con una luz de estrober apuntando a la cara de todos. Flint también fue el espíritu de una época, la representación viva de la paranoia por el apocalipsis tecnológico de finales de milenio. Lo que parecía querer lograr Flint era que nadie notara la diferencia entre el fin del mundo y un concierto de The Prodigy, la banda musical que lideró hasta el 4 de marzo de 2019, cuando se suicidó en su casa de Essex, Inglaterra.  

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Esto no era lo que él mismo pensaba de Prodigy, proyecto del que solo fue su frontman y vocalista hasta su tercer álbum, ‘The Fat of the Land’, de 1997 y que catapultó a Prodigy a la fama internacional, con sus dos sencillos ‘Firestarter’ y ‘Breathe’. Solo hasta ese momento, Flint se maquillaría los ojos, raparía la mitad de su pelo para quedar con dos crestas a ambos lados de su cabeza y, sobre todo, bailaría en el escenario, como el profeta del armagedon tecnológico

Pero, como le contó en una entrevista a la Revista Spin en 1997, Flint no creía que de esto se tratara The Prodigy, “la gente piensa que es sobre internet, el futuro, la tecnología y Play Stations-¡y no lo es! Es acerca de irrumpir en almacenes, poner un sistema de sonido, carros parqueados por todo el lugar, policía antidisturbios apareciendo con perros, armadura, rodeando el edificio y esperando una orden”.

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Y esta visión apasionada de la música lo convirtió en una de las figuras más llamativas y, por lo tanto, prohibidas de la música. Su estilo incombustible, incluso, fue demasiado para The Pordigy. En 2002, con el lanzamiento del sencillo ‘Baby’s got a temper’, las críticas fueron implacables, pues la canción habla explícitamente del rohypnol, un fármaco sedante cuyo uso está asociado con la violación durante una cita. Liam Howllet, DJ fundador de The Prodigy, aprovechó este episodio para revisar el camino de la banda. 

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Flint no estuvo presente en el siguiente álbum de la banda, ‘Always Outnumbered, Never Outgunned’ (2004), pero regresó en 2009 para el ‘Invaders Must Die’. “No estoy seguro de considerarme extrovertido. Creo que soy un poco contradictorio. Me gusta ser entrañable y venenoso al mismo tiempo. Supongo que es una parte de mí luchando contra la otra parte, probando que no soy tan bueno todo el tiempo”, le contó Flint al diario The Guardian ese mismo año

Esta lucha estuvo auspiciada por su conocido uso de analgésicos y episodios depresivos, que el propio Flint reconocía: “Puedo ser bastante autodestructivo cuando estoy solo, que es algo que debo cuidar”, también le dijo a The Guardian. Por esto, su relación con la DJ japonesa Mayumi Kai fue un punto de inflexión para su vida desde 2006, año en que se casaron y desde el que Flint cambió hábitos. 

Sin embargo, una crisis económica -Flint aseguraba que no tenía planeado ahorrar nada y The Daily Mail reveló que debía cerca de 8 millones de euros al momento de su suicidio-, sumado al divorcio con Kai, pareció llevarlo nuevamente a episodios depresivos en 2019. Así, casi un mes después de a última presentación de The Prodigy con Flint, el 5 de febrero de 2019, Liam Howlett anunció en la cuenta oficial de la banda que el instigador del fuego, había muerto.

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