‘Condiciones aún por titular’: el laberinto negro de Óscar Murillo en el Museo de Arte de la Universidad Nacional

Hierro fundido. Telas oscuras. Lienzos intervenidos por niños. Arcilla, maíz, tierra. Bancas de iglesias católicas del siglo XIX y otros objetos encontrados. Videos y óleos. Todo teñido de pura materia negra.

De todo eso está compuesta Condiciones aún por titular, la exposición que el artista Óscar Murillo inauguró el pasado 3 de octubre en el Museo de Arte de la Universidad Nacional. Bajo la curaduría de María Belén Sáez de Ibarra, y como continuación a una exploración que empezó en 2014 en el mismo espacio y que se expandió en distintos rincones del mundo, el artista vallecaucano, maestro en artes del Royal College of Art, retoma en esta instalación de gran formato, con nuevas capas, sus preguntas por la opresión histórica en todas sus formas y el sentimiento generalizado de injusticia.

“Esta fue la oportunidad de presentar mi obra como yo la siento, sin ningún estigma, sin ninguna especulación —asegura Murillo—, una génesis de todo mi trabajo donde la materia negra en su condición abstracta es un espacio infinito de descarga negativa, que no utiliza lo simbólico ni lo figurativo sino la energía negra como principio y fin de las posibilidades de las cosas”.

Condiciones aún por titular. Foto: Dirección de Patrimonio UNAL 

La materia negra, que se exhibe con las cicatrices del recorrido de más de seis años de trabajo, se ha ido infiltrando en todas las exposiciones del artista nacido en La Paila alrededor del mundo: Banku en Azerbaiyán, Croacia, la 56a Bienal de Venecia, la 10a Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín y la 2a Trienal de Hangzhou, China, entre otras. Esa materia negra regresa hoy con el mismo título, más aterrizada y profundizada por las vivencias del artista, quien en 2019 ganó el prestigioso Premio Turner, durante el estallido de la pandemia, la espera de la obra en los espacios del Museo durante año y medio, la indagación de la estructura religiosa como garras ancladas en la sociedad, y alimentada simbólicamente por la realidad del colapso social que la pandemia generó a nivel mundial.

“Se fueron creando espacios abstractos de esta descarga —continúa—, espacios de terapia, con el deseo de que la persona llegue y descargue su energía independientemente de cómo va a ser, sin canalizarla ni asumir, sino dejando que la audiencia tenga la capacidad de sostener esa comunicación con el espacio creado y cuya relación sea íntima”.

Óscar Murillo. Foto: Julián Valderrama  

El laberinto negro

Condiciones aún por titular propone un recorrido que empieza en el patio duro del Museo de Arte de la Universidad Nacional con la instalación de más de 40 bancas del siglo XIX, de iglesias católicas que fueron excomulgadas y recogidas en bodegas de Holanda. Para el artista estas bancas son “una herramienta efectiva que ha sido distribuida e instrumentada por un proceso colonial. Van a tener una reencarnación en un contexto y en una geografía que históricamente ha sido sometida. Se vuelven un comentario simbólico sobre una opresión, la exterminación de una diversidad, que es el origen de nuestra problemática y condición actual”. Ubicadas unas sobre otras, crean una escultura de madera maciza soportada con hierro fundido sólido, el cual emula las garras del catolicismo en nuestra sociedad. Y desde ese mismo momento comienzan a aparecer las telas negras.

Las telas negras han sido desde su origen el núcleo de esta nueva exhibición. Son grandes lienzos pintados por ambos lados con óleo color negro marfil y cuya pintura se fijó a través del calor de planchas que dejaron huellas, marcas, texturas. Las telas, que hoy se han multiplicado y cuyas cicatrices se han atenuado según el bagaje recorrido y la historia desarrollada, se reúnen en su mayoría en la Sala Principal, donde confluyen con tripas rellenas de camisetas populares utilizadas por la clase obrera, igualmente rellenas de algodón. Las tripas representan a troncos humanos y a sus estómagos; estómagos que chupan, roban, escupen, y de donde también se expulsan rocas de maíz y arcilla que fueron quemadas en hornos industriales. 

Condiciones aún por titular. Foto: Dirección de Patrimonio UNAL 

Un pequeño televisor a la entrada derecha de la Sala Principal invita al espectador a ver la creación más reciente de Murillo, Collective Conscience, una acción performática realizada en el contexto del Paro Nacional en Colombia, durante el segundo trimestre de 2021. En ella, somos testigos de la quema masiva de sus ‘mateos’, aquellos muñecos de tela que representaron a la clase obrera e hicieron parte de su obra presentada en el Premio Turner, cuando como peregrinos viajaron en el tren hasta la Galería Carlos Ishikawa y meses más tarde fueron llevados en silla de ruedas en una procesión hasta el museo del Rockefeller Center de Nueva York, como homenaje al mural que hay allí de Diego Rivera.

“Los traje a Colombia en un acto ritualístico con el deseo de regresarlos a su razón de ser dentro del contexto folclórico colombiano, donde son parte de una celebración cultural —señala—. Realizamos una quema colectiva en las montañas de la Cordillera Central del Valle del Cauca, activándoles desde esos rituales su condición original de añoviejos, pues para mí el ‘mateo’ era un escudo espiritual”. 

En la Sala 2 se exhibe Frecuencias, proyecto concebido en 2013 en una escuela de La Paila y que hoy ha crecido hasta convertirse en un proyecto global donde han participado alrededor de 60.000 niños de escuelas de más de 30 países. En cada una de ellas, Murillo instaló por varios meses lienzos en blanco en sus pupitres para que fueran intervenidos libremente. Con el tiempo, estos se fueron llenando de formas, marcas y frases, reconfirmando al dibujo como herramienta de comunicación y expresión directa y pura, sin importar las diferencias geográficas, sociales, culturales y económicas de estas escuelas. 

Para esta nueva exposición, el artista toma algunas de estas creaciones infantiles, las cose formando una idea de lo colectivo y lo diverso a nivel global, erradicando la manifestación de los niños, hasta convertirlas en una frecuencia que privilegia la energía genética y crea una tensión entre sus manifestaciones. Su presentación se formaliza en bastidores, logrando que la sala se convierta en un espacio de pausa: “En el contexto occidental y primitivo el dibujo ha sido lo más conectado con el pensamiento puro. Muchos artistas han indagado en la vía del dibujo para llegar en algún momento a la inconsciencia”, explica Murillo.

Al salir, aparecen en el patio blando las trincheras, similares a las exhibidas en la 13ª Bienal de Sharjah donde el artista se tomó el patio del edificio Bait Al Serkal. Las trincheras se crean con la grama excavada, creando canales y abriendo el espacio en una especie de explosión. Estas se asemejan a lechos y cuerpos sobre los cuales se despliegan las telas negras, superpuestas unas sobre otras. Para él, “las trincheras son como un corrientazo, como olas que surgen de un sismo. Ellas sacuden la superficie del Museo y al mismo tiempo son la representación de la guerra. Son una especie de fosa común que sugiere una pérdida humana en masa. Estas olas manejan de manera poética un tema universal de tensión pasiva y latente”.

Como señala Sáez de Ibarra, esta exposición es quizá la más consciente y ambiciosa de la carrera de Murillo: “Es un laberinto negro al interior de los abismos que gobiernan el mal, la barbarie, la ruptura de todo sentido. Es un grito desgarrado, la expresión de un dolor cuyo peso es opresivo como lo es la esclavitud, la injusticia, y la imposición de la violencia extrema”. 

'Condiciones aún por titular' se inauguró el pasado 3 de octubre, en el marco de ARTBO, y estará abierta al público hasta el 18 de diciembre de 2021 en el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia


Te puede interesar:


SOBRE EL TRECE  |  SALA DE PRENSA   |  CONTACTO   |   DIRECTORIO   TÉRMINOS Y CONDICIONES  |  PQRS

Ir al contenido