La pandemia que no llegó a Campohermoso

Una de las promesas de Jaime Yesid Rodríguez cuando se lanzó a la alcaldía de Campohermoso, en Boyacá, fue que la Feria Ganadera bienal del municipio se haría cada año, pero no ha podido hacer ni la primera. Él tampoco sospechaba que el 2020 obligaría a cambiar los planes de todo el mundo y mucho menos creyó que tres meses después de comenzar su mandato, el Gobierno Nacional  le recomendaría preparar al municipio para una oleada de muertos. 

“Del Ministerio de Salud nos llegaron circulares de la Cruz Roja que decían que nos fuéramos preparando con bolsas para cadáveres. Eso asusta a cualquiera y nosotros no sabíamos cómo reaccionar”, recuerda Rodríguez. Pasó un mes y en el municipio no hubo casos. Llegó junio e incluso agosto y los campesinos del municipio seguían esperando la llegada de la pandemia. Para Navidad y Año Nuevo el regalo fue la cifra: cero contagios. Incluso ahora, Campohermoso es uno de los únicos dos municipios de Colombia -junto a San Juanito, en el Meta- donde un año después del comienzo de la emergencia sanitaria, no se ha confirmado ni un solo caso de COVID-19.

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Todas las fotos son cortesía de la alcaldía de Campohermoso.

Lograrlo no fue un golpe de suerte. Rodríguez recuerda que ante la ominosa advertencia de las autoridades nacionales, lo primero que hicieron en marzo de 2020 fue tratar de poner en perspectiva la situación con las autoridades locales para tranquilizarse. Lo segundo fue mucho más complejo: ante la emergencia mundial, en este municipio decidieron revisar qué se estaba haciendo en China y Europa.

De Wuhan replicaron, por ejemplo, la entrega de mercados puerta a puerta: 1.400 entre los habitantes de Campohermoso, Los Cedros y Vistahermosa, los tres centros poblados de la región. Claro, con la ayuda de los 3.700 habitantes del municipio. “Pasamos por todas las casas y la gente daba de a una o dos libritas arroz o de cualquier producto. Después llegó otro y nos dio de a 50 mercados. Incluso, un empresario nos donó 1.500 mercados completos. Reunimos muchos mercados y los distribuimos entre los más pobres y por los campos. Así que la gente no tuvo la necesidad de ir hasta el pueblo a comprar nada y así evitamos un posible contagio”.

Eso sí, lo que no imitaron fue la idea de cerrar vías, desinfectar vehículos, calles, llantas y hasta personas (acciones que se han desestimado con el tiempo por autoridades médicas). “Nosotros empezamos fumigar, pero las conciencias de la gente”, dice el alcalde. Compraron y repartieron 1.000 radios entre pobladores rurales para que pudieran escuchar la emisora comunitaria de Campohermoso. De esta manera, a través de la emisora se unieron el centro de salud, la Policía Nacional y las autoridades eclesiásticas para insistir, todos los días, sobre la importancia de evitar ir a los centros poblados, las medidas de bioseguridad y el autocuidado.

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“Yo les decía con gran pena: si alguien se muere no es culpa mía y todos debemos cuidar a nuestras familias. Esto no es responsabilidad del alcalde ni del centro de salud ni de la policía. Porque entonces si el alcalde no impone toque de queda ¿yo salgo, callejeo y me llevo el virus para la casa?”. 

Aunque las palabras fueron duras, el alcalde sugiere que todo el clima de miedo alrededor de la pandemia, sumado a la entrega de mercados, terminó sirviendo: la gente dejó de ir a centros poblados. Entonces, aprovecharon esto para entrgar medio millar de kits con varios tipos de semillas (fríjol, lechuga, zanahoria, remolacha) para que 500 campohermoseños hicieran una huerta casera y pudieran, así, garantizar su seguridad alimentaria.

Con todo esto en marcha, Campohermoso, según el alcalde,  reactivó su economía a los tres meses bajo una premisa contundente: “si nos vamos a morir, que no sea de hambre. Y nos fue bien, gracias a Dios”. 

Pero que la enfermedad no haya llegado a Campohermoso, no significa que la vida allí cntinuó como si nada. De hecho, los adultos mayores no se vieron en ocho meses por los pueblos y, además de la Feria Ganadera, hace más de un año no se celebran campeonatos de microfútbol y baloncesto. “Ahora solo jugamos en grupitos de los cinco por equipo y la gente sabe que nadie más puede ir a la cancha pública deportiva mientras juegan”.

En la temporada decembrina los saludos se dieron desde lejos o por teléfono, no hubo fiesta ni orquesta y las familias se reunieron en pequeños núcleos, siempre en sus casas. Si bien hubo movimiento, la recomendación general fue pedirle a los familiares que, por más doloroso que fuera, evitaran regresar a Campohermoso. 

Pero, irónicamente, el cambio más drástico no lo causó el virus. Como si Campohermoso fuera Bogotá, la medida nacional de detener las clases presenciales, opina Rodríguez, afectó mucho más a municipios y pueblos recónditos como este. 

“Imagínese: no ha llegado el virus a Campohermoso y las escuelas reciben entre 4 y 15 niños, que hubieran podido recibir educación presencial seis meses más y aprovechar el año. “No se debió comparar el grado de contagio de Bogotá con el de un pueblito como este. Porque pasó que como la mayoría de profesores no son del municipio, regresaron a sus tierras natales y no, que entonces virtualidad en unas veredas donde ni entra la señal”.

“Pero no, con el primer caso en Colombia nos encerraron a todos. Me parecía hasta chistoso un toque de queda en Campohermoso y nosotros encerrados cuando, pues… el municipio es eso: un campo hermoso”, reflexiona Rodríguez. 

Lo bueno es que al municipio le aprobaron a finales de enero de 2021 su plan de regreso a clases con alternancia para que los casi 500 niños que viven allí, regresen por fin a clases. 

A esta buena nueva se suman otros cambios que ha traído la pandemia que no ha llegado a Campohermoso. Por ejemplo, muchas familias han regresado al municipio incluso tras más de 20 años de ausencia. La idea, explica el alcalde, es aprovechar la oportunidad para amañarlos y persuadirlos de quedarse, como ya le han confesado un par: regresaron y no se volverán a ir. 

Son las paradojas de la vida. Así como la pandemia ha traído tanta tragedia, pues también ha fortalecido los sistemas de tecnologías y de salud en Campohermoso. Además, hoy en día todo el mundo está girando los ojos a este municipio”, reflexiona Rodríguez. Y tiene razón, como evidencia este mismo reportaje. 

Por todo esto, el alcalde está convencido de que, a pesar de todo, algún día echaremos risas recordando todas estas anécdotas. Lo cual parece completamente posible en un municipio al que, con un poco más de paciencia, no llegó el COVID-19, pues ya inició la vacunación a los mayores de 80 años. Rodríguez sabe que esto, como lo advirtió, no sería responsabilidad suya, sino completamente de los campohermoseños. “Realmente, esto se logró gracias a la disciplina de la gente. No hubo una fórmula secreta ni una varita mágica. Por eso cuando se alcance la inmunidad de rebaño, lo primero que voy a hacer es la Feria Ganadera, que hace mucho tiempo no se hace”.


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