Punk campesino: acciones más allá de la música

El punk es más que música. Para muchos, es un estilo de vida, una actitud, una forma política y artística con la cual se enfrenta la realidad. El punk ha evolucionado desde sus nihilistas inicios en los 70 y se ha adaptado a otras expresiones como el diseño, el cine, la escritura e incluso la gastronomía. Pero la cosa no solo se queda en expresiones artísticas. La autogestión y el DIY (Do it yourself) también se aplican a acciones de resistencia y rebeldía realizadas a través del trabajo comunitario.

Un gran ejemplo de esto es el de dos colectivos punkeros, uno de Facatativá y otro de Guasca, que han encontrado en la música y el trabajo comunitario una forma de defender sus territorios y romper estigmas.

En Facatativá las cosas no han sido fáciles para los punkeros. Si bien ya existen por lo menos dos generaciones, en un principio el punk estaba muy unido con la autodestrucción. Los excesos generaron rechazos por parte de esta pequeña ciudad conservadora y cerrada. Los punks de Faca empezaron a ser rechazados, perseguidos, agredidos e incluso criminalizados.   

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Para romper con estos estigmas varios jóvenes se unieron y empezaron a formar colectivos como Tunjo Libertario, con el que comenzaron a trabajar con y por la comunidad. Este parche enfocó su energía en hacer charlas, talleres y cine foros, los cuales han estado unidos al trabajo relacionado con la limpieza del medio ambiente y la ayuda a habitantes de calle y adultos mayores.

Poco a poco han ido limpiando esa imagen negativa que la ciudad tenía de los punks, pero la cosa sigue complicada porque no hay muchos espacios para tocar o grabar. La escena punk de Faca está cogiendo fuerza y actualmente existen procesos similares en otros municipios como Madrid y El Rosal.

Resonantes Extremo, punk campesino en Facatativá y Guasca.

Por su lado, en Guasca el punk llegó gracias a los jóvenes que se iban a la ciudad a estudiar y volvían con nueva música. En esta, la región del Guavio, muchos de sus habitantes crecen con un azadón en la mano. La naturaleza y el trabajo del campo es el motor que mueve a un buen número de los jóvenes punkeros de Guasca. Por eso, fue algo natural que ellos unieran la música y sus mensajes con la agricultura.

Eso sumó la defensa del territorio, su naturaleza y sus recursos, lo cual unió a muchos jóvenes con los campesinos del municipio y se empezaron a hacer mingas, acueductos comunitarios e incluso festivales como el Chicha Rock, que ha reunido a la música y los saberes campesinos en un mismo espacio.

Al ver este trabajo vale la pena desempolvar la vieja frase del cajón que dice que el punk no ha muerto. Y claro, nunca murió, ahora tiene un azadón en sus manos.

Resonantes Extremo: todos los domingos a las 10pm por Canal Trece

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