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De Mariquita, la pasionaria: redescubren flor endémica luego de 230 años

Portada y foto interior cortesía de John A. Ocampo.

En 2014, cuando un grupo de investigadores reencontró la Pasionaria de Mariquina en el bosque municipal del municipio, aún no lo sabían. La planta, todo parecía indicar, se había sumado a las especies de flora que han desaparecido desde 1784, cuando sus particularidades fueron registradas por primera vez, por José Celestino Mutis.

El lunes 11 de octubre de aquel año, durante la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, Mutis escribió en su diario una descripción de las características de una planta que, hasta entonces, había llamado Bejuco Capafrayle, por la similitud de su flor con la capa de estos monjes. Luego de enumerar sus atributos, anotó:

“Esto supuesto se debe proponer la mía como especie absolutamente nueva, cuya frase será entre las del Orden de hojas no divididas, la siguiente: 

Passiflora (Mariquitensis) stipulis linearibus; pedunculis sólitariis bifloris; floribus involucro destitutis; nectario lúteo, radiis dolábriformibus XXX. 

El color y figura de los nectarios los he hallado siempre constantes en las especies de este género; por cuya razón los introduzco como carácter específico. 

Parece que es planta propia de este suelo, en que también es rarísima. Yo jamás la he visto aun en las tierras templadas, que es el suelo propio del mayor número de las especies”. 

De Mariquita, la pasionaria: redescubren flor endémica luego de 230 años
Ilustración de la P. mariquitensis.

Luego de esta descripción, no se supo mucho más de la planta, porque la pasionaria de mariquita desapareció por más de 230 años. No había rastros de ella en 16 herbarios nacionales ni tampoco en el Museo de Historia Natural de Madrid, en España, donde descansan las colecciones originales de la expedición de Mutis y no apareció en las primeras marchas exploratorias que comenzó a hacer el ingeniero agrónomo, Ph. D. en Recursos Genéticos y Mejoramiento y profesor de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Colombia, John A. Ocampo, por los departamentos de Antioquia, Risaralda , Cundinamarca, Risaralda, Caldas, Quindío, Valle del Cauca y Tolima.

Fue en este departamento que aparecieron los Velázques: hija y padre biólogos quienes, de la mano con Ocampo, decidieron buscar la planta. Comenzaron por su ubicación más obvia: las riberas del río Gualí, donde fue encontrada durante la Expedición Botánica hace más de dos siglos. Pero no encontraron ni su rastro, pues esas tierras habían cambiado completamente tras la explosión del Nevado del Ruiz en 1985 y los nuevos usos de sus habitantes.

Entonces, los tres expertos buscaron la planta centímetro a centímetro en áreas cercanas al Gualí hasta que, en 2014, encontraron tres especímenes que podrían ser de la planta pero, como no tenían flores, no era posible saberlo, aún. Los Velázquez cuidaron las plantas en su jardín privado hasta que, cinco años después, una de las plantas dio flor y, luego examinarla, se dieron cuenta de que habían encontrado la aguja en el pajar.

De Mariquita, la pasionaria: redescubren flor endémica luego de 230 años

Entre las características que hicieron posible diferenciar a la Pasiflora de Mariquita de su familiar más cercano, la passiflora pittieri, está la forma afilada en la punta pero redonda en la base de sus hojas y la corona de cuatro series de filamentos amarillo-blancuzcos. De acuerdo con el estudio ‘A rediscovery for the Colombian flora: Passiflora mariquitensis Mutis ex L.Uribe (Passifloraceae), a species lost for more than two centuries’, publicado por la revista Check List, tras tres intentos fallidos de polinización artificiales, los investigadores apuntan porque la especie necesita de otra especie para reproducirse. Además, la planta es endémica del Bosque municipal de Mariquita, entre los 537 y 751 metros sobre el nivel del mar.

A la fecha, solo se conocen cuatro individuos de esta especie, dos de los cuales fueron detallados durante la Expedición Botánica, por lo que el profesor Ocampo no duda en catalogarla como una especie en peligro crítico de extinción de acuerdo a la categorización de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. De hecho, la investigación considera que no debe haber más de 50 individuos maduros en el bosque de Mariquina, un espacio de poco más de 600 hectáreas.

Por esto, Ocampo considera que la primera estrategia para conservarla es cuidar este bosque nativo de actividades humanas como la deforestación; pero también es necesario hacer una conservación ex situ, lo que significa donar semillas a entidades como el Jardín Botánico de Bogotá para hacer regeneración de sus semillas y de la flor, para devolverla a su única hábitat en el mundo: San Sebastián de Mariquita, en el Tolima. 


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