En 1839 el francés Jean Baptiste Louis Gros llegó a Colombia para explorar las exóticas tierras americanas, solo conocida en los relatos de los libros que despertaban curiosidad en los intelectuales europeos. El barón Gros, como se le conoció más adelante, fue el encargado de traer a Colombia un ejemplar del daguerrotipo -desarrollado por Louis Jacques Daguerre e Isidore Niépce en París un año antes-, quien también fue el encargado de despertar entre sus seguidores una curiosidad enérgica alrededor de la misteriosa técnica. Fue así como la fotografía apareció en Colombia a mediados del siglo XIX.
Cuando la Nueva Granada contaba con sólo dos millones de habitantes, un artista bogotano se convirtió en pionero de la fotografía. Luis García Hevia fue el primer neogranadino en promover la fotografía en tierras colombianas, y fue el maestro de futuros fotógrafos como Fermín Isaza. De ahí para adelante la técnica fotográfica se expandió por todos los rincones del país y se convirtió en una herramienta fundamental para que los ciudadanos contaran sus propias historias.
Lugar: Belén, Nariño
Autor: Desconocido
Año: 1980
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Durante las primeras décadas del siglo XX muchos eventos fueron registrados por medio de fotos, como el incendio de las galerías en mayo de 1900, la masacre de las bananeras en Ciénaga, Magdalena en 1928 o el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948. Pero de manera simultánea a los sucesos históricos, también se empezaban a tejer los registros de una serie de historias cotidianas, profundamente familiares, que daban cuenta tanto de momentos íntimos como de celebraciones barriales y populares.
Sabemos que la historia de las sociedades también se construye gracias a la filigrana de las voces silenciadas, aparentemente condenadas al olvido y en muchos casos al desprecio de los centros desde donde se ejerce el poder económico y político. Afortunadamente, y para regocijo de nuestra propia historia, los registros más sencillos son los que suelen sobrevivir al paso del tiempo. Por esto la Biblioteca Nacional se propuso recopilar la memoria fotográfica de los municipios y ciudades colombianas a través de su proyecto Fotografía y memoria llevado a cabo en todas las bibliotecas públicas del país, que a la postre se convirtió en Nación Revelada, un portal web que resguarda las historias fotográficas de un país que nos hemos rehusado sistemáticamente a observar.
Lugar: Trujillo, Valle del Cauca
Autor: Desconocido
Año: 1952
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En el 2014 el Ministerio de Cultura publicó el libro ‘De fiesta por Colombia’, un compendio de la obra fotográfica de César David Martínez, quien por 10 años viajó a todos los rincones de Colombia documentando las fiestas más emblemáticas del país. A finales del 2017 la Revista Credencial publicó ‘La fiesta en Colombia’, un análisis de fiestas de todas las regiones de Colombia con un fuerte contenido historiográfico. Estas publicaciones dan cuenta de la importancia reciente que ha cobrado la celebración como fenómeno histórico, antropológico y social.
En Colombia hay alrededor de 700 fiestas oficiales, distribuidas en los 32 departamentos y 1122 municipios del país, aunque, si se cuentan otras celebraciones de menor alcance, pueden sumar hasta 4000. Esto habla de que somos una nación donde la celebración popular ha sido fundamental para nuestros lazos sociales: ha ido de la mano con lo sagrado y lo profano, ha sido testigo del sincretismo, ha definido lo ritual, lo carnavalesco y lo ceremonial, ha creado y destruido héroes, ha sido punto de encuentro, ha celebrado guerras e incluso ha defendido los derechos de los oprimidos.
Las historias no contadas de los pueblos de Colombia perviven en la memoria de sus protagonistas. Y para ser protagonista de la fiesta basta con haberla gozado.
Lugar: Silvania, Cundinamarca
Autor: Desconocido
Año: 1981
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Amanece en San Martín de Llanos, una pequeña población con menos de 25.000 habitantes emplazada en los llanos orientales, compuesta por extensas sabanas y lomeríos y ubicada en el departamento del Meta. Es el tercer domingo de noviembre y los sanmartineros se despiertan con el sonido rimbombante de un cuerno que anuncia el comienzo de las Cuadrillas de San Martín. San Martín fue fundado en 1585, es el municipio más antiguo del departamento del Meta y uno de los más antiguos de todo el país. Antes de la llegada de los españoles comandados por Nicolás de Federmán, ya existían asentamientos en sus territorios. Tiene una ubicación privilegiada que abre camino hacia el Ariari, el Guaviare y la serranía de La Macarena. Esta foto data de los años cuarenta, cuando la violencia bipartidista estaba en auge. La tradición oral cuenta que las Cuadrillas empezaron en 1735, y desde entonces hasta hoy conforman una de las fiestas tradicionales más importantes de la región llanera. Con casi tres siglos de historia, se trata de una verbena de colores, texturas, sonidos y costumbres que invitan a pobladores y extranjeros a revisitar la historia de América; sus disputas originarias y la génesis de nuestros cruces culturales. Al caer la noche terminan las Cuadrillas y sus pobladores atesoran la euforia de un día más de fiesta en honor a la memoria de su pueblo. Esperarán otros 365 días para que la majestuosa celebración se anuncie de nuevo desde el amanecer.
Lugar: San Martín, Meta
Autor: Julio Santamaría
Año: 1940-1946
En esta foto, tomada en 1930, se ve la Plaza de Bolívar de Tunja como escenario de unas corralejas, fiestas tradicionales del Caribe colombiano que fueron traídas a tierras americanas por los españoles y que, antes que una fiesta, eran una manera didáctica de enseñar a trabajar con el ganado. Con el tiempo se transformaron en celebraciones populares muy importantes para ciudades como Sincelejo, donde se incluyó el baile a ritmo de fandango y porro. Lo curioso de la foto es que Tunja nunca haya sido una ciudad ‘corralejera’. Según Reynaldo Caballero: “en esos años los hacendados impusieron su cultura y empezaron a usar las corralejas para enseñarles a los campesinos a enlazar el ganado. Luego las convirtieron en un espectáculo público en el que varios hombres, montados en caballos, puyan al toro con una garrocha de punta afilada. Después de esos años nunca se volvieron a ver este tipo de demostraciones en Tunja”.
(Cita tomada del portal NacionRevelada.com).
Lugar: Tunja, Boyacá
Autor: Desconocido
Año: 1930
Los niños del pueblo se vuelcan a las calles para ser testigos de un acontecimiento único. El Festival del Arazá -esa exquisita fruta amazónica de color amarillo y sabor agridulce- ha llegado al municipio de Calamar en el departamento de Guaviare. Se lo inventó el profesor José Eusebio Caro a principios de la década de las 90, cuando la guerra era implacable y el conflicto se vivía a diario. Calamar materializa la historia de cientos de municipios de Colombia: abandono estatal, desconexión geográfica (una carretera de 90 kilómetros sin pavimentar lo comunica con la capital, San José, lo que implica un trayecto de más de 4 horas de viaje), y carne fresca para los actores del conflicto armado. Años después el festival dejó de hacerse y le dio paso al Festival de Colonias en San José, donde anualmente se celebran los procesos de colonización del departamento. “Aunque después del acuerdo de paz entre las Farc y el gobierno se siente una tranquilidad inusual en el pueblo, la gente teme que esa calma no sea completa. Sobre todo porque ya empezaron a anunciar su llegada nuevos grupos armados que están buscando llenar los espacios que dejó la guerrilla”.
(Cita tomada del portal NacionRevelada.com).
Lugar: Calamar, Guaviare
Autor: Heriberto Rico
Año: 1990
A lo largo y ancho de nuestro continente latinoamericano encontramos diversas adoraciones a la Virgen. En México sobresale la Virgen de Guadalupe, en Bolivia se adora a Nuestra Señora de Copacabana, en Argentina a la Virgen del Luján y en Colombia la más importante es la Virgen de Chiquinquirá. Una y muchas, la virgen es un símbolo religioso que une a nuestros pueblos. Y precisamente en esta foto, tomada a mediados de los 80, se observa a una virgen siendo paseada a bordo de un Dodge modelo 81. Una procesión con carácter festivo, que condensa lo religioso y lo “kitsch”; lo sagrado y lo nostálgico. “Los fieles salían en caravana desde la iglesia hasta los talleres de la Comisaría y regresaban al parque central atravesando el barrio Villa Ángela. Aunque estos desfiles se siguen haciendo, ya no se siente el mismo fervor de antes porque, entre otras cosas, las iglesias evangélicas se tomaron la ciudad. Hoy el Dodge sigue firme, aunque al lado de una máquina nueva que le quitó todas las miradas”.
(Cita tomada del portal NacionRevelada.com).
Lugar: San José del Guaviare, Guaviare
Autor: Desconocido
Año: 1985
El piedemonte llanero comienza al norte en el río Arauca y termina al sur en la serranía de La Macarena. Desde la época prehispánica sus habitantes eran los achaguas y los guahibos. Los achaguas fueron el pueblo más numeroso de los Llanos a la llegada de los españoles y tenían incluso una moneda propia, la quiripa, aunque actualmente no perviven más de 800. Cumaral fue fundado en 1917, aunque su primer nombre fue Boca del Monte debido a que lo quisieron construir justo al final de la selva, donde empezaba la sabana. En esta foto, tomada en 1988, se observa a un grupo de hombres que descienden por una calle principal a bordo de carretillas. Esta pintoresca competición hace parte de otros concursos asombrosos de Cumaral, como el ‘cerdo enjabonado’ o la ‘vara enjabonada’, ambos celebrados durante el tradicional Día del Campesino. “El binomio ganador es aquel que logre mantenerse en su carril, que no se caiga ni una sola vez, que no haga movimientos bruscos que pongan en riesgo a sus contrincantes y, por supuesto, que llegue a la meta en primer lugar. Los pobladores dicen que aunque sí se han presentado caídas, no ha pasado nada grave más allá de una raspadura. Y eso es mucho decir, teniendo en cuenta que muchos de los participantes corrían con unos buenos aguardientes llaneros en la cabeza”.
(Cita tomada del portal NacionRevelada.com).
Lugar: Cumaral, Meta
Autor: Carlos Peña
Año: 1988
San José del Guaviare, escondido en la húmeda selva al norte del departamento del Guaviare, ha sido un territorio históricamente azotado por la violencia. Su festival más emblemático es el Yurupari de Oro, celebrado en el mes de agosto. Pero al lado de esta fiesta tradicional conviven otras celebraciones menos ortodoxas. Se trata, como se observa en la foto, de la carrera de zorreros. La tracción animal es una técnica de trabajo que acompaña a los pobladores de Suramérica desde la colonia ya que fueron los colonizadores quienes trajeron los bueyes, los caballos y las mulas. “Durante las festividades, cada gremio debía elegir una candidata para el reinado, y en una ocasión que los carniceros no fueron invitados, presentaron a la fuerza a su reina con una sorpresa. Como en ese entonces no ganaba la más bella sino la que más plata recogiera, pusieron a participar a una abuelita y entre todos le llenaron un tarro de billetes. Obviamente ganó la viejita. El concurso de zorreros desapareció en los 90 con la llegada de las motos”.
(Cita tomada del portal NacionRevelada.com).
Lugar: San José del Guaviare, Guaviare
Autor: Desconocido
Año: 1985
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