Natalia Piedrahita, una joven estudiante de cine, decide indagar sobre sus orígenes y regresar a la tierra donde nacieron sus padres y abuelos, para allí filmar su ópera prima. Para esto, convence a un pequeño grupo de cineastas y amigos de la capital: Mario, Mafe y Leo. Ellos son su apoyo en su proyecto, con el cual ella espera poder capturar imágenes y testimonios auténticos que le permitan definir su estilo como directora.
Después de un largo viaje, una varada y a bordo de una grúa, el grupo de jóvenes arriba a un tranquilo pueblo del Huila. Pero a su llegada, se encuentran con un lugar aterrorizado por la desaparición de algunos habitantes en circunstancias muy extrañas, atribuidas a La Candileja, antiguo ser mítico de la región. El pueblo y sus habitantes lucen misteriosos y reservados con el grupo de forasteros y solo logran develar, a través de los murmullos de la gente, que La Candileja está suelta.
La finca El Salto, un lugar misterioso donde se produce panela de forma artesanal, es el lugar escogido para filmar el proyecto. Humberto, el dueño de la finca, y Arturo, su sobrino, los reciben con los brazos abiertos: les encanta la idea de que se filme el proceso artesanal de la panela, en peligro de desaparición por la industrialización. Ahí comienzan los eventos misteriosos: sueños extraños, visiones del pasado, incendios o desapariciones van llevando al grupo a conocer verdades aterradoras del pueblo que va más allá de lo sobrenatural.
Ese es el argumento central de Mal de Tierra (2019), una serie de suspenso de CamaraTV en coproducción con el Canal Trece. En septiembre, esta miniserie, dirigida por Diego Rendón y Alejandro Lemos, llegó a Prime Video, el popular servicio de streaming de Amazon. La noticia de su inclusión en el catálogo de la plataforma marca un punto de inflexión en la producción de ficción de los canales regionales del país y coincide con el empuje que ha tenido este género en la televisión pública colombiana desde hace tres años.
Para celebrar este logro, hablamos con Daniel Sepúlveda, productor de la serie y director de CamaraTV, sobre la importancia de esta noticia para la creación audiovisual colombiana y para potenciar la realización de ficción desde los canales regionales del país.
Mal de Tierra llega a Prime Video, una de las plataformas de streaming más importantes del mundo. Es la primera ficción hecha desde la TV pública colombiana que lo hace. ¿Cómo sucedió eso? ¿Cómo fue el proceso?
Esta es la primera serie de ficción que hace CamaraTV. Nosotros venimos más de la publicidad, pero cuando decidimos aventurarnos en esta coproducción con el Canal Trece, nos propusimos romper paradigmas, lograr algo diferente. En el momento en que se aprobó la coproducción yo reuní a un grupo de gente con mucha experiencia que venía tanto de la televisión como de la publicidad. Eso hizo que se formara un equipo de trabajo interdisciplinario muy interesante, que entendió lo que queríamos lograr: crear un producto de altísima calidad. Queríamos que la gente lo viera y dijera: “Increíble que la televisión pública pueda lograr esto”.
Nuestro director de fotografía es uno de los mejores del país, las productoras vienen de trabajar en canales públicos, entonces saben cómo es, con qué recursos se trabaja. Parte del éxito de Mal de Tierra es que nos exigimos que esos recursos duraran, que se usaran como se deben usar. Todo el mundo entendió cuál era la misión y de ahí salió el producto que salió. Desde el primer día de producción dijimos: “Vamos a hacer que esto llegue a plataformas internacionales. Esa es la calidad que debe tener”. ¡Increíblemente, lo logramos!
¿Por qué es importante que una serie de ficción de la TV pública haya llegado hasta ahí?
Llegar a Prime Video es un logro enorme, en parte, porque Mal de Tierra logra ser una serie que compite con una fracción mínima del presupuesto que manejan las series de canales privados o internacionales. Siempre nos han vendido la idea de que esos canales privados o internacionales son los que hacen cosas buenas. Nos han dicho también que sin los grandes presupuestos que ellos manejan no se puede producir algo interesante. Pero con Mal de Tierra demostramos lo contrario.
Nuestra política es que si uno hace las cosas bien, puede sacar adelante algo bueno con presupuestos moderados. No todo lo que pasa en video debe manejar cifras astronómicas, presupuestos enormes. Si uno maneja bien su plata, así no sea mucha, puede sacar algo de altísima calidad. Los recursos públicos, con esta producción, se aprovecharon muchísimo: tuvimos un producto de alta calidad, con una inversión relativamente moderada y vamos a lograr comercializarla.
Aparte de hacer un buen producto con el corto tiempo que tuvimos, estar en esa plataforma nos va a permitir, ojalá, recoger dinero que va a volver a la televisión pública. Ese es el ideal: un proyecto que se va a poder financiar a sí mismo. Soñamos que en algún momento un canal como Canal Trece —o cualquiera de la TV pública— pueda recoger los mismos fondos que invirtió. Eso sería excelente: eso da cabida a que podamos producir más, a que nos podamos seguir mostrando ante el mundo, que la TV pública se mantenga por sí misma y no sea un peso económico.
¿Creen que la llegada a Prime Video va a impulsar la producción de ficciones de calidad en Colombia?
Espero que sí. Después de Mal de Tierra y su llegada a Prime Video espero que haya más exigencia y compromiso de que las cosas se pueden producir de mejor calidad, que la vara suba en cuanto a estándares de producción. Estamos tratando de crear una ola: si ya llegó uno, pueden llegar muchos más.
¿Qué hace falta mejorar desde la TV pública para que se hagan más ficciones que impacten en el mundo?
Creo que la clave es el compromiso: que las casas productoras y los involucrados en estos proyectos le metan más a esto y que los recursos públicos sean bien invertidos. Si tú ves, en Mal de Tierra todo el mundo estaba muy emocionado de que esto fuera para televisión pública. Me dejó sorprendido el amor y lo orgulloso que estuvo todo el equipo de saber eso. Ese amor se sentía incluso de los actores, que eran actores muy conocidos, acostumbrados a trabajar para canales privados en mejores condiciones tanto económicas como en el set. Para hacer más y mejores ficciones desde la televisión pública debemos meternos en la cabeza que es solo cuestión de organizarnos, de saber que sí se puede. Los que participamos de este proyecto estábamos muy orgullosos de saber que un producto así iba a llegar a un canal público. Hay que querer y meterle amor.
Mal de Tierra se basa en la leyenda de La Candijela y retrata el sur del Huila. Muchas ficciones de los medios públicos quieren recuperar esa memoria popular de las regiones. ¿Crees que la llegada de la serie a Prime Video ayudará a potenciar ese objetivo?
A través de la ficción se logra, a fin de cuentas, vender la región. Un documental sobre una región puede ser interesante para un público pequeño, pero si la ficción te atrapa y la región se refleja de forma transversal dentro de la historia, la gente se va a interesar. En Mal de Tierra metimos una historia sobre la panela, mostramos sus paisajes, a su gente, sus leyendas.
Así funcionan, por ejemplo, las series internacionales: nos venden ideas escondidas. ¡Qué bueno poder usar eso para vender nuestras regiones! Mal de Tierra de hecho se pensó para poder ser trasladada a más regiones. Esta primera temporada fue en el Huila, pero tenemos otras dos ya escritas. La idea es poder ir a otros lugares de Colombia y, como hicimos en esta, mezclar una buena historia con la tradición de cada lugar. La ficción es, en últimas, entretenimiento con educación.
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