La Ramona: siempre regia nunca inregia

La Ramona es una cantante bogotana de blues y rock que ha logrado hacerse un lugar en la escena local sin condescendencias ni roscas. Tatuada de la cabeza a los pies, maquillada y vestida como si cada día estuviera protagonizando un filme de Ana Lily Amirpour, tiene una voz y un carácter tan poderosos que no dejan a nadie indemne ante su presencia.

¿Cuál es la canción que más recuerdas de tu infancia?

‘Confortable numb’ de Pink Floyd. Recuerdo que mi papá, muy chiquita, me alzaba para arrullarme y dormirme con esa canción. 

¿Cuál era la banda sonora de tu casa?

Mi banda sonora tenía mucho rock, rock psicodélico, soul, blues. Artistas como Pink Floyd, Led Zeppelin, Rolling Stones, Toto, Billie Holliday, Queen, los Beatles, Fleetwood Mac, Eagles y boleros de los Panchos, pero estos últimos eran por parte de mi abuela, no de mis papás. Mi papá era un melómano y no se conformaba con un casete. Él llevaba la maleta cargada de discos para poner en el carro. 

¿Qué tipo de música te recuerda a tu abuela?

Sobretodo boleros y son cubano. Mi papá mi arrullaba con la música, pero cuando llegó el momento de aprenderse una canción, las aprendí con mi abuela cuando la acompañaba a hacer vueltas o a cocinar. Yo me la pasaba pegada a ella. Compartía muchísimo tiempo con ella y ella me ponía su música de la juventud. 

¿Cómo te relacionaste con el concepto de ser mujer a los doce años y cómo ha cambiado?

Uff. Esa edad es súper especial porque ese fue el último año en el que yo me concebí como alguien inocente, niña, niña. Yo me vestía con pantalones y camisetas grandes, no era muy femenina, estaba confundida con todo. Me la pasaba con mis primos hombres, jugaba con mi hermanita a los carros y si jugábamos a las Barbies era para descabezarlas.

Yo crecí en un colegio católico femenino que detesté con mi vida entera porque no me sentía bien, no encajaba y me sentía rara, mientras que con mis primos era libre y no me importaba nada. Era la época en la que me decían: cierra las piernas, siéntate bien, y yo era, pero, ¿por qué?

Y al siguiente año se me reventó la burbuja porque fui sobreviviente de un abuso sexual y de ahí en adelante mi vida cambió para siempre. A los doce años fue la última vez que me sentí libre e inocente. Mi forma de verme a mí misma fue muy diferente durante muchos años y fue una evolución hasta lo que soy hoy en día, de eso hablo en ‘Brío’, que fue la primera  canción que saqué de esta etapa tan triste. 

¿Qué le dirías a tu ‘yo’ de los 12 años?

Le diría que se prepare para lo que se viene, que no va a ser fácil, pero que va a ser muy fuerte, va a salir adelante y se va a sentir muy orgullosa de sí misma en unos años. Va a lograr todo lo que se ha propuesto. 

¿Cuál o cuáles fueron tus emisoras favoritas de tu infancia?

Colorín Colorradio. Me la pasaba oyendo esa emisora y dibujando y cantando las canciones que ponían. 

¿Cómo te flechaste del rock y del blues?, ¿crees que se debió a la influencia de tus papás o hubo algún hecho especial en el que dijiste: esto es para mí?

Mira que fue chistoso porque uno, creciendo, pasa por muchas etapas musicales ¿no? Yo no conozco a nadie que se haya quedado encapsulado en una sola. A mí lo que me pasó fue que crecí oyendo estos vozarrones de Billie Holliday, Robert Plant y David Gilmour y me acuerdo que mi ejercicio, desde muy chiquita, era imitarlos. Ya después crecí y a los  11 o 12 años tuve mi etapa de Britney Spears, Backstreet Boys y Christina Aguilera. Los amo y también me enseñaron a cantar de una manera determinada. 

Pero siento que esa base bluesera sí tiene que venir desde mi infancia porque después de eso pasé a ser metalera, luego punkera y ahora es todo eso; como una mezcolanza de la esencia de lo que viví antes y que nunca dejé de oír. Yo siempre recurrí a esa música a lo largo de mi vida y lo sigo haciendo.

¿Cuándo y cómo fue el momento en el que comenzaste a coquetear con esas primeras letras?

Yo escribí mi primera canción no en letra, sino en una guitarrita vuelta mierda. Tenía como tres cuerdas no más y compuse una melodía a los 9 años. Después de lo que me pasó a los 13 fue que comencé a escribir. Fue lo que me salvó a mi la vida. Escribir y cantar y hacer todo tipo de actividades artísticas. 

¿Cómo ha cambiado tu proceso de composición?

Sí hay una constante y es que desde siempre he compuesto sin instrumentos. Siempre compongo en bloque con una idea de letra y la melodía y lo he hecho desde chiquita.. Primero trabajo en la letra que me sale, hago la melodía y la voy grabando, luego voy la voy cantando hasta que empieza a tener forma. Y ahora,cuento con un equipo brutal y muy talentoso entonces es chévere poder recurrir a ellos y llegar con una idea y que me sugieran cosas. Ahorita estoy trabajando con un nuevo productor: Juan Galeano. El man es un duro y la tiene muy clara entonces nos ponemos a oír referentes que me gusten y él arma una línea de bajo, yo escribo la letra y así se termina armando la canción. Así es más completo a que si estás tú sola a los 13 años escribiendo melodías que tan solo te salen de la imaginación y ya. 

Comida menos favorita

La comida que sabe a dulce cuando debería ser de sal. A mí denme el dulce en el postre, pero no me den cerdo con salsa de ciruela, no me hagan eso por favor. No puedo. 

Guilty pleasure

El disco ‘Brindo con el alma’ de Diomedes Díaz donde aparece ‘Sin medir distancias’. Está lleno de hits y es buenísimo. Era un malp… pero guau. 

Mañas

No sé si soy hipocondriaca pero tomo medicamentos naturales como valeriana, un shot de extracto de clorofila, que es bueno para la sangre, un par de pastillas de arándano, una vitamina C y unas gotitas de marihuana para dormir. Antes de salir,  me despido de mis 37 plantas. Mi casa es una jungla, y todas florecen, siempre me despido de ellas. 

¿Qué tipo de arepa comes? Mejor dicho, ¿qué tipo de harina es tu favorita?

La de maíz, yo no puedo con la de trigo. 

Excavando un poco en los orígenes del blues y de esa raíz como forma de resistencia donde había unos cantos que se rezaban en comunidad en los campos de algodón y que fueron abriendo grietas; pasando de ser una forma de lucha a volverse un género musical popular, relaciono ese alma visceral del género con lo que hablabas al principio de esas canciones tristes…

Sí, total. Es un poco raro porque es algo que me sale naturalmente, es algo que está metido en mí y sobretodo es en la manera de cantar: de lamento cargado de tripas. Entonces creo que si me pongo analizarlo es muy chévere ver que tiene sentido. 

Definitivamente estas canciones que he sacado hasta ahora son lamentos: hablan del dolor pero también de reivindicación. Creo que también he tratado de no victimizarme sino más bien de abrir la puerta a algo mejor, a perdonarme. Entonces me parece que sí tiene relación con esta historia del blues, guardando las proporciones, pero también de alguna manera nosotras hemos nacido y crecido esclavas y es chévere poder hablar de eso. Este género me parece que le da mucha riqueza, le aporta muchísimo. 

¿Podrías describirme cómo ha sido ese proceso de componer, para cantar y cantar para sanar?

Uff. Te al pongo así: yo antes escribía, pero no era capaz de cantarlo, pero necesitaba escribirlo para sacarlo de mi sistema. Después fui capaz de cantarlo y me costaba, pero creo que desde que uno empieza a escribir, uno está empezando a sanar. 

Yo no sentí una transformación en mi vida y en mí frente al dolor hasta que pude cantar en vivo frente a un público. Creo que ese ejercicio de cantarle a un público, sin pena ni vergüenza, eso ya es catarsis. 

Tres canciones de blues para antes de morir

‘Back Water Blues’ de Bessie Smith, una subversiva para su época. Otra, ‘It’s a mans world’ de Etta James que es otra reina mía; y ‘The sky is crying‘ de Gary B.B Coleman. 

Estamos en medio de una lucha más visible y latente contra las inequidades de las mujeres, ¿en qué punto de ese mapa de resistencias te encuentras?

En este momento de mi vida he llegado a una tranquilidad muy cabrona, eso sí sin dejar de cuestionar las discriminaciones y la falta de igualdad en los derechos que hay en nuestra sociedad, además de seguir con mis resistencias del día a día como no dejarme de vestir como me visto por coger Transmilenio o trabajar con el Distrito con reinsertados en unos barrios difíciles de Bogotá e irse arreglado y maquillado. Dentro de este proceso de búsqueda de mí misma, de identidad y de sanación logré llegar a un momento en el que te puedo decir tranquilamente de que pasé de ser una feminista acérrima y tener mucha rabia a estar muy tranquila. 

Entiendo a las chicas que tienen rabia, yo he estado al borde de que lo que me pasó a los 13 años me vuelva a pasar cantando en bares, rodeada de hombres difíciles y de cosas jodidas y desbalanceadas. Yo las entiendo, pero ya también entiendo que, en la medida en la que uno perdona y sana y vibra desde otro lugar, las cosas encuentran un cauce y una solución muy diferente, mucho más sana y positiva y creo que eso también demuestra fortaleza: el hecho de ganar una  batalla o una guerra siendo la mejor persona que uno pueda ser. 

En este momento me declaro humanista no feminista porque creo que así estoy entiendo y respetando los límites de todos porque todos lo merecemos. Siento que si una vibra desde el amor puede haber un cambio verdadero. Fuego con fuego no se apaga nunca. 

¿Qué implica ser una artista mujer en la escena musical actual?

Siento que hago parte de una generación de mujeres que se están haciendo oír y que se está haciendo respetar por su talento; no por como se ven sino por la calidad de lo que hacen. También es difícil porque esto no ha sido de la noche a la mañana y creo que todavía falta mucho camino, pero veo una esperanza en esta industria respecto a las mujeres. 

Me parece muy poderoso ver que nos estamos uniendo, sin rabias y envidias; nos estamos dando la mano para salir adelante inventándonos shows, toques, bailes y si no nos invitan, nos lo inventamos. Ya no nos estamos dejando joder de alguna manera, ni dejando que nos ignoren porque no tenemos suficiente trayectoria o porque hay un grupo de hombres con más credibilidad. Es muy inspirador lo que pasa en este momento con las mujeres. 

¿Qué consejos que no recibiste mientras crecías, y aprendiste tú sola, le quisieras dar a los lectores de esta entrevista ?

Uff. Cuando tuve unos 17 o 18, me empecé a meter en el mundo de los drag queens y los travestis del barrio Santa Fe quienes realmente reivindicaron mi feminidad. Ellos me decían: ser mujer es putamente poderoso, usted no sabe el privilegio y el regalo que tiene. Eso a mí me cambió la vida; me transformó la manera de verme a mí y de ver a las mujeres. Además, me ayudó a ver que no debía confiar en mi zona de confort en la cual uno se vuelve un mediocre. 

Otra cosa es que el abuso sexual existe, es latente, es un monstruo acechante. El man que te viola no es necesariamente el más hp, el más asqueroso o el que más odie, sino el que más vas te va querer o el que más confianza se va a ganar de ti. 

Por último, les diría a mujeres y a hombres que está bien decir que no, está bien gritar, está bien demandar. En las relaciones amorosas también existe abuso sexual y uno también tiene derecho a decir que no cuando uno no quiere. 

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