Hermoso Ruido 2018: un paso más allá de los grandes ‘headliners’

Día 1

Pasadas las once de la noche, vestida con un pantalón de cuero, una chaqueta abultada de pelos, zapatos en los que se dibujaban unas rayas de cebra y con gafas oscuras, Mabely Largacha, más conocida como Mabiland, pisó el escenario de Boogaloop en Chapinero. Nacida en Quibdó, pero criada en Medellín, dio el segundo acto en la noche inaugural de la edición número seis del Festival Hermoso Ruido; uno contundente y que confirma lo que muchos dicen cuando la escuchan por primera vez: estamos hablando de una propuesta que promete llegar muy lejos.

Mabiland en Hermoso Ruido 2018.Mabiland. Foto: Facebook Oficial Hermoso Ruido

Con potentes dosis de soul, reggae, hip hop, jazz y R&B, guiadas por una voz seductora que terminaba por momentos en gritos de éxtasis, Mabiland expuso todo el poder de su lírica, cuidadosa y bien pensada, íntima y denunciante, y que la gente ya corea con total apropiación: “Estamos en el ciclo del mínimo. De intenciones perversas contra el prójimo. El odio más denso es anónimo y hasta podría ser tu pseudónimo”, coreó la gente siguiendo el beat pausado y jazzero de su canción 'El club de la pelea'. Este, junto a otros temas como '¿Qué tú quieres?' o '¿Cuánto más?', marcaron un clímax en la noche y le dieron al Festival uno de sus mejores shows.

Hermoso Ruido, el festival

El pasado 25, 26 y 27 de octubre, Bogotá se sumergió en tres días de música con agrupaciones representantes de los nuevos sonidos alternativos de Colombia y Latinoamérica. Además de los proyectos nacionales, se sumaron bandas de Perú, Ecuador, Panamá, México, Venezuela, Argentina, Guatemala, Puerto Rico, y un par de proyectos europeos provenientes de Francia y España, que dieron vida no solo a la música en vivo, sino a un circuito que también reúne a promotores de esta y otras partes del mundo para dar fuerza y abrir caminos a los artistas emergentes. Este año contó además con el apoyo de Colombia 4.0, un encuentro digital de Economía Naranja creado por el Ministerio TIC en 2011.

Antes de Mabiland, la agrupación guatemalteca Easy Easy, que ya se había presentado en Rock al Parque en 2016, exhibió el resultado de su reinvención luego que su anterior vocalista, Jesse Báez, dejara la banda. Armados ahora con la potente voz de Sofía Insua, mostró una faceta más ligada al pop que al rock, aunque sin abandonar del todo momentos de distorsión de guitarras y sintetizadores que le aportaron dinamismo al show. Con un tono más cadencioso, Easy Easy se siguió mostrando como una propuesta fresca con un camino por recorrer.

La noche continuó con el pop tropical de Lao Ra, o el “pineapple pop”, como ella lo ha denominado; para luego darle paso a Rap Bang Club: un proyecto que este año se presentó también en Hip Hop al Parque y que recoge elementos del reggae, el trap, el jazz y el dancehall. Fue comandado por las rimas flexibles de Karin Livingston y Daniel Acosta.

Lao Ra en Hermoso Ruido 2018.Lao Ra. Foto: Facebook Oficial Hermoso Ruido

Día 2

Los primeros sonidos del viernes llegaron desde Francia, cuando a las ocho de la noche, Ëda, grupo liderado por la franco-colombiana Eleonore Díaz, lanzó su pop psicodélico con fuertes raíces latinoamericanas en Marino. Junto a Anthony Winzenrieth, quien hizo parte de 3somesisters y Flawd, la cantante y contrabajista dio muestra de cómo reunir influencias disímiles tipo Pink Floyd, Björk, Oscar de León u Omara Portuondo en un sonido delicado, que tranquilamente traslada al público a una caminata de domingo tanto por una calle europea como latina.

Desde este punto, correspondía ya a los asistentes recorrer las calles de Bogotá, realizar su propia curaduría y organizar sus recorridos. Armar su festival. Los diferentes escenarios daban para vivir experiencias muy diferentes.

ËDA en el Festival Hermoso Ruido.Ëda. Foto: Facebook Oficial Hermoso Ruido

Luego de Ëda, en Marino, tocó Paola Navarrete, ecuatoriana de voz dulce que interpreta un pop con algo de rock, un poco más de folk y que reciententemente ha empezado a explorar los sintetizadores. Con su show mostró una propuesta sosegada que ha ido mutando en sus tres años de carrera. A ella le siguió Boreahl, proyecto en un principio producido por Julián Salazar, exBomba Estéreo y fundador de MITÚ, que con sus particulares armaduras de un solo tono, transmitió con fidelidad su música hiper-colorida de melodías pegajosas. Mientras tanto, abajo en Submarino, tenía lugar el sonido íntimo y reflexivo de Cohetes, que dejó muy buen sabor, y a quien le siguió Sexores, un grupo en el cual recaía cierta expectativa por oír desde el shoegaze de su álbum 'Historias de frío' hasta el beat más movido y directo del East / West. Si bien alcanzó a transmitir ese sonido synth-pop, nostálgico y atmosférico, al no estar la alineación completa, el show perdió un poco la fuerza que seguro pueden lograr en el escenario.

Para resaltar lo de Latencia, banda que le siguió a Sexores en Submarino. Si bien cuando empezó en el año 2017 su disco fue trabajado con un computador como herramienta de composición, en el Hermoso Ruido lo escuchamos traducido por un trío mutante que promete evolución. Con influencias como Atoms for Peace, Caribou, MITÚ o Darkside, y letras que buscan esa poética tipo Cerati, logran ponerle un filtro propio, rockero, sombrío y contundente. El próximo año estarán lanzando nuevo material y vale la pena estar pendientes.

Con un toque más sobrio y un riff de guitarra marcado, el venezolano GOE abrió El Chamán como escenario en el Hermoso Ruido. Luego dio paso a Carlos Méndez, quien conceptualmente se acerca a ese arquetipo del cantautor, que tanta relevancia ha tenido en la historia musical latinoamericana. La presentación del panameño, que trabajó su primer disco 'DEPIE' con Tweety González, extecladista de Soda Stereo, fue profundamente emocional. Con canciones como 'Desayuno chino' o 'Nocturno vigilante' conquistó a un público que casi no lo deja bajar del escenario. Por último se presentó una banda ya conocida dentro de la escena local, Urdaneta. Un show que arrastró una buena fanaticada a la que el grupo le respondió con un toque enérgico y rockero que puso a sacudir cabezas, alcanzando el punto máximo de euforia en este escenario.

Carlos Méndez en Hermoso Ruido 2018. Carlos Méndez. Foto: Facebook Oficial Hermoso Ruido

Mientras tanto The Music Hall lo copaba un sonido lo-fi que ha tenido mucha acogida en la juventud capitalina. Tres bandas representaron bien esta tendencia: por un lado las chicas de Stallone, la banda de dream pop bogotana que combina elementos del shoegaze, garage rock y surf; una mezcla envolvente que se potencializa con voces que dibujan melodías suaves, a la vez contrastadas por guitarras un poco más estridentes. Las Yumbeñas, un show que, aunque le faltó volumen, garantizó la diversión con su magnífico teen punk. Y, claro, Nicolás y Los Fumadores, grupo que salió de la banda Pantalones Elegantes y que estuvo encargado de cerrar la noche en este escenario. Esta agrupación, muy influenciada por Marc DeMarco y con pinceladas tipo Spinetta, parece camino a convertirse en una banda de culto para nuevas generaciones, que empatizan mucho con sus letras que narra la vida del joven ventiañero bogotano a través de una viñeta medio tristonga, burlona y existencial.

Las Yumbeñas en el Festival Hermoso Ruido 2018.Las Yumbeñas. Carlos Méndez. Foto: Facebook Oficial Hermoso Ruido

Nicolás y Los Fumadores en Hermoso Ruido 2018.Nicolás y Los Fumadores. Foto: Facebook Oficial Hermoso Ruido

Un paréntesis en este escenario, previo a Nicolás y Los Fumadores, fue el de Morfonia, que aunque comparte la distorsión, dio muestra de esa conjunción de rock alternativo, grunge y electroclash que Gregorio Merchán y Rodrigo Mancera han cuidado como tesoro capitalino desde 1993.

Si la cuestión era bailar, Latino Power con Absalón y Afropacífico, Colectro y el combo afro-champetúo de Tribu Baharú se convirtió en un bastión de la fusión de ritmos colombianos. Similar, aunque con un beat electrónico más marcado, en Boogaloop se presentó la dupla de Radiante, que juntó el poder raizal del Pacífico de Eryen Korath, oriunda de Buenaventura, con la experiencia en la movida electrónica del cucuteño Arturo Brahim, cerebro del proyecto Posthuman. También estuvo la agrupación Huaira que, desde los valles andinos de Ecuador, dio una presentación que reunió elementos sonoros de las culturas nativas de su país para transformar la pista de baile en una ceremonia. Algo similar hizo La Payara con su cumbia electrónica psicodélica y que dio un remate impecable a la fiesta musical de ese viernes.

Capítulo aparte merece Cerrero, que tocó en Boogaloop antes de La Payara, acompañado por los vientos (trompeta y gaita) del León Pardo, el mismo que conforma la alineación más voluptuosa de Velandia y la Tigra y que recientemente lanzó su primer disco en solitario, 'Cumbia ácida'. Diego Gómez, el creador de este proyecto, es un productor musical, DJ, melómano e investigador de las músicas tradicionales colombianas y del Caribe. Con Llorona Records, que recientemente cumplió su décimo aniversario, ha tenido la oportunidad de trabajar de la mano con el mítico Mad Professor o con Richard Blair (Sidestepper) y con artistas como Los Gaiteros de San Jacinto, Elkin Robinson, Boom Full Meke, Tamborito Nuquí o Mister Gomes en Bombay. Con el bagaje musical que ya carga a sus espaldas, Gómez emprende en Cerrero una búsqueda por la esencia de la mezcla análoga, acercándose a la tradición más pura del dub jamaiquino, poniendo en práctica las técnicas que aprendió de Adrian Sherwood y Mad Professor. Al juntar esto con grabaciones que ha hecho viajando por Colombia, e invitando a artistas que admira a este diálogo musical, llegó a un sonido “crudo y sin domesticar”, como él mismo lo ha descrito. El público de Boogaloop fue testigo de una presentación hipnótica, abrasante, que planteó un baile desde las entrañas.

Diego Gómez de Llorona en Hermoso Ruido.Diego Gómez de Cerrero. Foto: Facebook Oficial Hermoso Ruido

Día 3

El tercer día arrancó temprano. En el escenario Ruda, que abrió sus puertas prácticamente para el Festival, Lucille Dupín lanzó los primeros acordes hacia las tres de la tarde. Con un sonido sutil y tranquilo, dio la bienvenida a la última jornada con canciones autobiográficas en las que, con ukelele en mano, reflexiona acerca del amor, la libertad y las pasiones. A ella la siguieron Alejandro y María Laura, un dúo peruano de música indie folk formado en 2009 que ya ha visitado varias veces el país. A través de su música hemos seguido la vida de esta pareja, por lo que sus conciertos se caracterizan por su aura de intimidad.

Siguieron en Ruda los actos de Pablo Trujillo, un artista joven pero de alta producción, cuya música está influenciada por Depeche Mode o, para dar un referente nacional, Estados Alterados, aunque con un toque más minimalista. Luego vino el sonido romántico del mexicano Charlie Rodd que más tarde dio paso a Los Wálters: una agrupación puertorriqueña de indie pop con un sonido firme que invitó a los primeros bailes del día. Entrando en la noche Arrabalero hizo lo suyo con ese toque jazzero que pudimos disfrutar también el año pasado en Jazz al Parque, para que luego los argentinos de Indios se encargaran de cerrar el escenario con una apuesta rock pop que avanza a paso firme en la escena de su país, brindando por lo demás un show carismático y elegante. 

En paralelo, el escenario Noisey, en el Auditorio Lumiere, también tuvo jornada diurna y nocturna. En la primera parte pudimos ver a Emci Rimas quien, desde la ciudad de Cali, trajo una propuesta donde el hip hop se mezcló con el jazz y el soul, mientras la lírica recorrió los linderos de la poesía y la filosofía. Un ambiente que fue alimentado por las rimas de TSH Sudaca que narran el caos de la capital y la vida que ahí acontece, y por Mëlmak 69 con su rap crítico y burlón.

Hay que resaltar aquí la presentación de Ha$lopablito, un artista que hace alrededor un año se viralizó con su trap 'Ledoy', en el que satirizaba al senador Álvaro Uribe. En el Hermoso Ruido continuó demostrando que más allá de este fino golpe, está revolucionando la escena local y convocando cada vez más adeptos. El público le copió, rapeó y bailó trap en su versión más desenfrenada. Además de los buenos visuales, que dan muestra de una apuesta cuidadosa, supo bandear las fallas técnicas cuando el Lumiere se quedó sin luces y sonido de repente -ya no intencional como lo hizo previamente-, manteniendo el show a capela junto con el público, incluso transformando un momento crítico en uno épico. Un fenómeno.

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En la tanda nocturna el Lumiere arrancó con Quemarlo Todo Por Error, una banda ligada a ese lo-fi bogotano en auge que se mencionó anteriormente, y que también se caracteriza por encarnar los problemas existenciales y cotidianos adolescentes. Fue un show con un buen número de fanáticos, como era de esperarse, el cual que terminó en un pogo pequeño pero eufórico. Siguiendo un poco esta línea nos visitó, desde España, Viva Suecia, una banda de indie rock nacida en 2013 que con canciones como 'Bien por ti' o 'Casi todo' conquistó al público bogotano. Luego de los ibéricos siguió IPHAZE un proyecto nacido del encuentro entre el diseñador gráfico y editor de video Thomas Masselis y Patrice Cadiou (Toch), joven artista de música electrónica. El dúo se encargó de transformar la pista en un rave que fue rematado por el artificial house de Humn_Error, encargado de cerrar este escenario.

Rayito de Sol en Hermoso Ruido 2018.Rayito de Sol. Foto: Facebook Oficial Hermoso Ruido

Mientras tanto El Pepino fue epicentro de una bailada con todo el sabor tropical de Rayito de Sol y de Nkumba System (proyecto del guitarrista Guillo Cros, que también hace parte de Romperayo) que cerraron el escenario con su mezcla de rumba cubana y congolesa, highlife y salsa, cumbia y afrobeat. Pero caso especial de Los Yoryis, una agrupación que recoge el legado tropical de las orquestas de cumbia, chicha, raspa y chucu-chucu de la década del 70 y que llevó al goce y la alegría absoluta. La gente sudó cada canción, convirtiéndose en uno de los mejores shows del día, si no el mejor.

Por su parte el escenario Tres Cero Tres lanzó una fiesta con beats de alta calidad. Contó en su line-up con el minimal, deep y house de Eva Luzia y el IDM y EBM de The Baker. Entre estos los dos estuvo en tarima Sampled Mono, que se botó una fina mezcla con elementos del afrobeat de Fela Kuti, los pianos de Bill Evans o Art Tatum, el house de Detroit Swindle o el dance de Tom Jarmey. Una combinación poderosa que mantuvo a la gente extasiada en la pista de baile.

La evolución del Hermoso Ruido es innegable. Es ya un festival consolidado que está contribuyendo a una cultura diferente frente a la música en vivo en la capital. No se trata de grandes headliners: el público sale, recorre y se anima a conocer. Esto es vital y tiene un potencial en una ciudad que pide a gritos estos espacios de distensión, para que sus ciudadanos se apropien de sus calles y empiecen a dibujar mapas diferentes a los demarcados por la muchas veces agobiante cotidianidad. Claramente cada año hay que ajustar elementos: artistas que no tuvieron prueba de sonido, escenarios que cuya capacidad técnica no alcanza a responder con un show de nivel o problemas desde la ingeniería que le quitaron potencia a algunos shows. Nada estructural, elementos para seguir avivando la experiencia sensorial a su máximo nivel.

Además de las oportunidades de mercado que se abren en estos días, el Festival Hermoso Ruido se siente, más que como una reunión de bandas emergentes metidas en un mismo saco, con una intención curatorial cada vez más clara. Con recorridos musicales entre lo familiar y lo desconocido, que satisface, pero que también propone a su público. Deja, en definitiva, una buena sensación, una de que esto se está moviendo y que la cita anual con el Festival es cada vez más necesaria.

Indios en Hermoso Ruido.Indios. Foto: Facebook Oficial Hermoso Ruido

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