Cada esquina, cada lugar e incluso cada momento de la vida tiene una banda sonora, sonidos que acompañan los momentos y que bien pueden ser murmullos o ecos estridentes. En la noche es cuando esos sonidos se hacen más agudos, por eso en 'Así suena la noche' iniciamos una travesía nocturna en busca de todos los paisajes sonoros que nos ayudaran a describir las diferentes regiones de nuestro país.
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Lo que inició con esa búsqueda incesante de sonoridades, terminó en un encuentro frente a frente con las tradiciones, con los oficios que han marcado la historia de este país y si hablamos de algo más profundo, con los miedos y esperanzas de aquellos que los desempeñan.
Foto: Así Suena La Noche
El Llano, por ejemplo, nos concedió no solo la fortuna de admirar su extenso paisaje, sino de entender cómo la comunicación entre hombre y animal se ha hecho a través de los cantos de vaquería. Fue ahí en San Martín, Meta, donde fuimos testigos de la solemne interacción entre el ganado y el llanero, el canto de vela (una especie de arrullo para tranquilizar a las vacas en la noche) es un espectáculo sublime.
La parada en Chiquinquirá nos demostró que la radio sigue siendo uno de los medios de comunicación más importantes. La conexión entre esta y los campesinos es poderosa, la labor acompañante del locutor en la noche y la madrugada es de vital importancia para los trabajadores. La carranga, ese género musical que nació del cruce entre el merengue campesino, la rumba criolla, el bambuco y el torbellino y que narra la cotidianidad del campesino también pasa por la radio y todos en conjunto han sido elementos claves para que la cultura se siga manteniendo y para que las generaciones más jóvenes entiendan la importancia de la tradición.
Foto: Así Suena La Noche
En Bogotá trazamos una ruta para indagar no solo por la lucha de la comunidad LGTBI, sino por la diversidad que habita dentro de sus miembros a partir de los sonidos de la noche. En el silencio de Derly, dueña de la Tranxtienda (establecimiento que se encarga de brindarle servicios a los travestis de closet) y el duro taconeo de Las Tupamaras, un colectivo de baile que decidió cuestionarse el circuito local, los bares, el baile y la música y reconstruirlo a su manera, entendimos que para todos y todas la noche es distinta y suena distinto.
Fueron diez paradas llenas de historias, tradiciones, música, sonidos y contrastes, pero sobretodo enseñanzas. Un camino que descubrimos a través de los sonidos que resuenan con más potencia en las noches.
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