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Así fue la vuelta de ‘Así es la vuelta’

La vuelta comienza con un viaje. Junior y Soledad son dos jóvenes con un destino signado por la violencia, pero también por experiencias positivas que, de una u otra forma, han perfilado lo que son como personas. Soledad acaba de cumplir dieciocho años; Junior, diecinueve. Él quiere viajar solo y ella necesita a alguien que la acompañe para escapar. Él perdió a su madre hace apenas un mes; ella vivía muy acomodada en su hogar. Él, desde que era un niño, puede ver en su imaginación escenas de la infancia de desconocidos con solo tocarlos un instante. Este “poder” lo atormenta porque suelen ser escenas dolorosas —recuerdos reprimidos y memorias de agresiones sufridas— que preferiría no tener en su cabeza. Ella, por el contrario, no conecta con las personas fácilmente y le cuesta mucho entender que alguien vea la vida de otro.

 

 

Así fue la vuelta de ‘Así es la vuelta’

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Mientras intentan encontrar sus propias respuestas a lo largo de una travesía en la que descubrirán diversas formas de violencia (y de afectos) en distintas regiones de Colombia, poco a poco entenderán que las experiencias negativas marcan, pero que también las muestras sinceras de cariño y empatía nos definen, y que nunca es tarde para incorporarlas a lo que somos. 

Como si se tratara de muñecas rusas —las matrioskas son el gran símbolo del proyecto—, la aventura de la carretera les permitirá a Junior y Soledad, interpretados por los actores Andrés Rojas y María Camila Zea, ir perdiendo capas de prevención, miedo y recelo hasta llegar a darse cuenta de que hicieron un viaje hacia sí mismos, hacia la más pequeña y esencial de las matrioskas que todos tenemos dentro. Esa a la que no le queda el dolor y que logra entender que no se trata de olvidar; se trata de buscar ayuda, reconocer las marcas, y preferir aquellas que nos ayudan a seguir adelante.

Este gran viaje (exterior e interior) es el hilo conductor del universo narrativo de Así es la vuelta, un proyecto transmedia para la sensibilización sobre las diferentes formas de violencia que se ejercen contra la población de niñas, niños y adolescentes en Colombia. Más que únicamente señalarlas, el proyecto busca promover acciones que se pueden implementar no solo desde las instituciones del Estado, sino desde los hogares, las comunidades y los colegios para empezar a reconocer esas violencias, identificar las rutas de atención para cada caso y, así, contribuir a su desnormalización y prevención.

Así fue la vuelta de ‘Así es la vuelta’

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El mapa de contenidos es enorme y fue producido por Canal Trece, en alianza con el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (MinTIC), el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la Alianza Nacional contra la Violencia hacia Niñas, Niños y Adolescentes y de la mano de la televisión pública (RTVC, Canal Capital, Canal TRO, Telepacífico, Teleantioquia, Telecafé, Teleislas y Telecaribe). El principal es una serie de live action de trece capítulos de media hora, contada como una road movie y liderada por 64A Films, que sigue las aventuras de Junior y Soledad. El otro es una serie de animación, a cargo de Hierro Animación, que aborda y reflexiona, de manera más completa y a partir de historias en distintos lugares del país, cada una de las violencias y experiencias que los jóvenes descubren a lo largo de su camino.

Todo lo anterior está enmarcado y acompañado por una página web en la que se pueden explorar fotografías del rodaje y del paisaje, trece pódcast en los que expertos y expertas explican a fondo cada una de las formas de violencia tratadas en la serie de televisión, videos de detrás de cámaras y documentales de cada una de las regiones por las que pasó la serie y un mapa interactivo. Porque Así es la vuelta es una serie que llegó a la realidad y dejó marca en el país: grafitis pintados en cada municipio que ahora sirven de lugar de memoria del recorrido y de cada una de las historias de vida narradas en los trece episodios.

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Un viaje por Colombia, un viaje interior

“Dirigir esa serie fue algo que me tocó mucho. Las historias son conmovedoras: me encontré con personas que me contaban cómo habían sufrido o vivido situaciones similares a las que estábamos grabando”, cuenta Claudia Pedraza, directora de la serie de live action. “Te das cuenta de que lo que grabamos no es una ficción. Estas historias están muy cerca”.

La serie recorrió en nueve semanas ocho regiones de Colombia, en un rodaje y un trabajo de articulación creativa que convocó a más de doscientas personas de trece ciudades y municipios: Villa de Leyva (Boyacá), Guatapé (Antioquia), Cali (Valle del Cauca), Puerto Colombia (Atlántico), Girón (Santander), San Andrés (San Andrés), Armenia (Quindío), Ibagué (Tolima), Villavicencio (Meta), Puerto Asís (Putumayo), Neiva (Huila), Florencia (Caquetá) y Bogotá. En cada uno, Junior y Soledad se encuentran con una historia de vida que deja ver las distintas formas de violencia hacia niños, niñas y adolescentes: desde la violencia física, pasando por la trata con fines de explotación sexual hasta la violencia intrafamiliar.

Para Pedraza, rodar alrededor del país en plena pandemia, en medio de protocolos de bioseguridad, con los tiempos apretados y un crew diverso que cambiaba en cada ciudad fueron los desafíos más grandes para sacar adelante una serie tan ambiciosa como Así es la vuelta. Uno de sus mayores miedos era que alguno de los dos protagonistas se enfermara, por las mismas dinámicas de exposición frecuente en aeropuertos, viajes y grabaciones que implicaba el estilo road movie, pero, por fortuna, no sucedió.

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Sus referentes fueron series como The End of The F*cking World o How To Sell Drugs Online (Fast), que, para ella, no dicen “esto está mal”, sino que muestran desde la mirada de los jóvenes realidades y mueven a los espectadores cambiar. En Así es la vuelta se buscó ese tono: una historia realista, enfocada desde el punto de vista de personajes jóvenes, de sus emociones y de la autenticidad de las interpretaciones de los actores y actrices que participaron en él.

Empezaron en octubre, cuando todavía las productoras audiovisuales estaban entendiendo cómo era trabajar con tapabocas, distanciamiento social y equipos reducidos. En cada ciudad, al equipo vertebral de 64A Films se sumaba personal de la región —desde actores locales hasta realizadores de cada uno de los ocho canales regionales— con cuyos aportes se logró ese acento propio de la historia de cada episodio: “El trabajo en todas las regiones fue maravilloso, fue un intercambio de conocimientos fantástico: ellos nos enseñaban, nosotros a ellos. Con muchos de los actores regionales seguimos hablando. Se armó una gran red de colaboración hermosa”, recuerda Pedraza.

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De esa gran red solidaria resultaron apoyando al equipo de San Andrés cuando, dos semanas después de que finalizó el rodaje allá, el huracán Iota devastó la isla. “Apoyamos e hicimos crowdfunding. Esa colaboración entre todos es algo que llevo en el corazón”, cuenta. El componente social del proyecto convocó a todos a apoyarse y a sensibilizarse también con las dolorosas historias que estaban narrando. 

“El éxito de la ficción para tratar temas sensibles es que se sale de ese tono institucional de muchas de las campañas que tratan de abordarlos. Esta serie es para adolescentes, muy dinámica, con acción. Y creo que la disfrutarán mucho”, piensa. Transformar comportamientos de los espectadores, que desaprendan comportamientos y actúen frente a la violencia es uno de los objetivos que tuvo en mente al contar la historia de Junior y Soledad. 

“Nosotros nos estamos metiendo en terrenos en los que la televisión comercial no se está metiendo. Fue una apuesta arriesgada por ese tema tan delicado que tratamos: la violencia hacia niños, niñas y adolescentes”, cuenta Pedraza, y concluye: “Si no hacemos nada frente a la violencia, estamos siendo cómplices. Espero que con Así es la vuelta abonemos ese largo camino para cambiar el imaginario del país”.

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Animar lo que duele

Para Carlos Eduardo Smith, director de Hierro Animación, la productora encargada de la serie animada de Así es la vuelta, fue un reto inmenso encontrar el estilo gráfico y el tono narrativo para abordar las duras historias de violencia hacia niños, niñas y adolescentes que Junior ve con su poder: “Desde el guion había una serie de planteamientos para trabajar a nivel metafórico; queríamos tratar de no mostrar la violencia directamente, hablar más desde quienes la sufrieron y no solo pensarlos como víctimas sino como personas que tienen el poder para enfrentar las cosas”.

Saber que todas las historias tuvieron su base en la realidad tocó muy profundo a Smith. Desde ahí, desde esa necesidad de cuidado y respeto por el dolor que emerge de esos relatos, extrajo la línea gráfica para las animaciones: “Partimos de elementos visuales como la matrioska, que es el eje simbólico del proyecto, hacia una línea visual que no fuera del todo dura, que fuera fuerte pero no tan áspera: a medio camino entre la fábula y la animación adulta”. Con un equipo de veinticinco personas, entre productores, ilustradores y animadores, y en un tiempo muy corto, lograron sacar adelante los trece episodios, que se pueden ver completos en la página web del proyecto transmedia (haz clic aquí para conocerla). 

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Lo otro que Smith quería evitar era un tono institucional o pedagógico: “Tienes que tirar el mensaje por debajo: que la gente piense que estás bailando un tango cuando estás bailando salsa. Es una lucha constante entre mantener la información y el mensaje claro, pero que no parezca un contenido institucional. Que sea entretenido pero que comunique la realidad dura que se quiere comunicar”. 

Para todo el equipo detrás de la serie, lo que debían lograr era una cosa fundamental: que los personajes que se ven en la pantalla le importen a la audiencia, que generen algún tipo de empatía. “Yo creo que la animación tiene ese poder: para la animación es más fácil lograr esa empatía que para la imagen real”, dice Smith. Para ello, pensó en ejemplos como Persépolis, la película animada basada en la novela gráfica de Marjane Satrapi: “En ella sientes empatía por una preadolescente que vive en Irán, en otro contexto radicalmente distinto al tuyo, pero te enganchas con su historia. La sientes cercana. Ese es el poder de la animación: la de producir cercanía emocional. Y creo que con Así es la vuelta logramos algo parecido”.

Así fue la vuelta de ‘Así es la vuelta’

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Esa sensibilización emocional, que se trabajó con el acompañamiento con los equipos del ICBF y de Canal Trece, dialoga con lo que se narra en la serie de live action, pero “universaliza la experiencia narrada”. Para Smith y su equipo, cuando uno ve un personaje animado siente que algo de eso le habla a uno más que una persona de carne y hueso. “La de la animación es una experiencia más universal”, afirma.

Ese componente universal se ancló con otro de los propósitos del proyecto: la integración creativa regional, que se ve reflejada en las geografías y acentos de todo el país que hay en la serie, en la participación de gente de todo el país y en el trabajo de Hierro Animación con actores de las regiones —siguiendo lo que hizo la serie de ficción—. Esto pretende motivar, en el futuro, a seguir contando historias locales con un nivel de factura alto y con la potencia creativa que se encontraron en cada municipio: “Queríamos hacer algo cercano también pensando en la pluralidad regional. Queríamos que gente muy diversa se viera representada en la pantalla. Está bueno que vayamos abriendo camino para que pensemos que las distintas regiones de Colombia pueden ser escenario de historias en animación, que hablan de realidades complejas y cercanas a la gente”. 

Para Smith, de esto puede desprenderse una cascada de historias locales de todo el país: “Tengo la esperanza de que con contenidos como estos estamos formando a la gente que más adelante va a contar sus propias historias”.

Cambiemos esta vuelta

Como coinciden Pedraza, Smith y todas las manos que estuvieron detrás de este ambicioso proyecto transmedia, lejos de exhibir de forma cruda diferentes formas o aplicaciones de la violencia, el foco de Así es la vuelta está en explorar las emociones, las relaciones humanas y los rasgos psicológicos de los personajes. Para transformar la realidad del país y las condiciones en las que crecen los niños, niñas y adolescentes, el proyecto quiere hacer evidente que lo que somos como personas responde en gran medida al contexto familiar y sociocultural, las experiencias de vida y a la calidad de las relaciones humanas que hemos construido. 

Y, siguiendo el hilo del viaje por Colombia de Soledad y Junior, los componentes del proyecto quieren insistir en una cosa: a pesar de haber tenido experiencias negativas ligadas a una forma de violencia, gracias a la comunicación afectiva y al conocimiento de las rutas de atención que existen a nivel institucional, estos patrones pueden transformarse, hacer parte de un proceso de autoafirmación y reconocimiento, e incluso llegar a prevenirse. Todo alrededor la fuerza afectiva y de empatía que logra la ficción y la fuerza creativa de cada uno de los rincones de nuestro territorio.


Desde el 12 de abril, puedes ver la serie ‘Así es la vuelta’ en todas las pantallas de Canal Trece. Explora también la serie animada, los pódcasts explicativos, los detrás de cámaras y microdocumentales, los videoblogs, el mapa interactivo con las intervenciones en la realidad, las galerías fotográficas y mucho más en asieslavuelta.com

 

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