El arte en el cambio

Foto: María Alejandra Villamizar – Canal Trece

Diferentes personas en Colombia le han apostado a fomentar expresiones artísticas desde los espacios locales y a partir de sus conocimientos y experiencias propias, recuperando la historia de cada municipio y las problemáticas de su población.

El arte ha sido siempre una manera de comunicar las percepciones que una persona o un colectivo tienen sobre su contexto directo. Es una herramienta del pueblo para mostrar los procesos que los territorios y las comunidades han vivido a la luz de transformaciones más amplias, como por ejemplo el deterioro ecológico de los ecosistemas nacionales, el olvido de la historia indígena o el crecimiento demográfico.

En el caso de Colombia, la cultura y el arte se vinculan a prácticas como la pintura, la danza, la música y todo lo que de ellas se desprenda; sin embargo, cada una de estas muestras está contextualizada en trayectorias históricas que reflejan los procesos que han atravesado el país y sus municipios. Esto implica que las producciones artísticas están determinadas por el lugar y la historia de quienes las hacen.

Foto: María Alejandra Villamizar – Canal Trece

El resultado es, entonces, que el contexto es tan importante en una producción artística como los instrumentos y la técnica con la que se realiza; de allí que una pintura o un mural sean ventanas al pasado o a la vida de una comunidad específica.

Municipios como Mosquera, Chía y Cajicá le han apostado a ver en el arte una herramienta para asimilar los cambios que ha atravesado su población en los últimos años.

En el caso específico de Mosquera, el proceso de pasar de ser un pueblo de Cundinamarca a un municipio de conurbación urbana de Bogotá ha generado grandes transformaciones tanto en su organización y su forma como en el desarrollo y la gestión de proyectos comunitarios y medidas de gobierno local. Como resultado de esa trayectoria, en la actualidad cuenta con una población total de 82.750 habitantes sobre una superficie de 107 km2 y limita con Madrid, Funza, Bojacá y Soacha y está atravesado por la autopista Bogotá-Mosquera-Madrid-Facatativá.

Foto: Somos Región – Canal Trece

Su crecimiento demográfico acelerado, además de la presencia de una infraestructura de comunicación directa con la capital del país, ha hecho que Mosquera atraviese un rápido proceso de urbanización que incluye desde la construcción de viviendas de interés social, hasta sectores de conjuntos residenciales estratos 5 y 6. Esto ha implicado más desigualdad social en el municipio, así como una desarticulación de las dinámicas socioeconómicas de producción local y un olvido de los sentidos históricos y tradicionales propios de su comunidad y su territorio.

Como respuesta a estas transiciones el arte ha sido una herramienta viva que expresa las percepciones de la comunidad sobre los cambios demográficos y territoriales del municipio, al tiempo que permite que las personas se acerquen a la historia de Mosquera y a las problemáticas actuales de su espacio y su comunidad (como es el caso del deterioro ecológico de la Laguna Herrera).

Esta ha sido una labor impulsada desde la Secretaría de Cultura y Turismo a partir de espacios como la Escuela de Artes Plásticas y el movimiento de Acción Cultural de Mosquera. Aquí se propone generar un lugar de encuentro que, desde un sentido pedagógico y social, afirme el lugar del arte como un catalizador de relaciones sociales y un comunicador de experiencias; como diría Bernardo Sarmiento, artista plástico del municipio y coordinador e instructor de la Escuela de Artes Plásticas: “un vehículo comunicador de alegría”.

Foto: Archivo particular

El crecimiento de la conciencia sobre el arte y sus beneficios sociales en el municipio no sería posible sin la acción de personas que desde su experiencia y formación buscan transmitir el mensaje conciliador y transformativo de la práctica artística. Este es el caso de Bernardo Sarmiento, un artista plástico y diseñador gráfico que hoy es uno de los gestores de la cultura del municipio.

Aunque se formó profesionalmente en la Academia Superior de Artes de Bogotá (ASAB), encontró desde pequeño su pasión por el arte en las canchas de tejo de su padre, modelando con barro y haciendo caricaturas de la expresión de los borrachos que le llamaban la atención. Desde el 2000 se encuentra vinculado a la Escuela de Artes Plásticas de Mosquera, y su trabajo ha sido parte fundamental de la consolidación y formalización de la escuela –en general de la gestión de acción cultural en el municipio.

Foto: Somos Región – Canal Trece

Entre otras cosas, hoy trabaja en un proyecto de la escuela dirigido a jóvenes grafiteros, como parte de una iniciativa que busca reformar a jóvenes en situaciones de violencia, drogadicción o vulnerabilidad. También está componiendo una exposición que se realizará en México en mayo de 2019, sobre la importancia de la historia indígena y el respeto por las herencias del pasado precolombino en el territorio latinoamericano.

En su vida Bernardo demuestra que cada uno de los elementos de su trabajo son importantes pues representan el sentido de pertenencia y compromiso con su municipio. “Mosquera es lo que soy como artista” afirma, y lo refleja en obras como Señora Mosquera y Fértil Herrera. Más allá de los temas específicos de sus pinturas, Mosquera aparece en su oficio a partir de esa necesidad de trabajar por reivindicar la historia, las vivencias y la esencia de lo que es el municipio y su gente.

Bernardo representa esa forma de comunicar y apropiar lo que sucede en un contexto, con todas sus transformaciones, permanencias, búsquedas y problemáticas; son estas las cosas que finalmente le dan sentido y fuerza a la acción del artista y a la obra en una comunidad.


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