Ninio Sacro es un músico y productor paisa que recientemente estrenó su canción ‘Yo marché’ inspirado en las demandas de los manifestantes del Paro nacional.
Su casa se encuentra en el barrio Villa Hermosa ubicada en uno de esos morros infinitos de Medellín; un callejón tejido entre las ‘escalas’ que hacen de las comunas, y de la suya, la 8, una suerte de paraíso laberíntico de concreto, ladrillo y zinc para quienes la montaña se volvió refugio. La ventaja de que en sus calles no pudieran transitar vehículos, fue que pudo jugar todo lo que quiso con sus vecinos sin el peligro de que unas llantas callaran su risa.
Lleva treinta años viviendo en esa misma estructura, construida con el sudor y el esfuerzo de su abuelo y sus vecinos, que hasta hoy ha albergado cerca de tres generaciones de su familia. Su madre era coleccionista de vinilos, por lo que creció con gaitas, cumbias y porros como banda sonora de la casa.
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De ese hegemonía de movimientos de hombros y caderas, el mandato pasó a los pies con la salsa que se coló en sus paredes para no salir por años mientras Ninio pelaba dentadura con su delirio de cantante cogiendo de micrófono lo que tuviera en la mano.
A los 12 o 13 años comenzó a tocar la guitarra sin saber cómo y sin tenerla. Solo podía descubrir nuevos sonidos alquilando la del colegio y refugiándose en el salón de música mientras los profesores, ya sabiendo las mañas de Ninio, lo mandaban a buscar con otros alumnos para que tomara sus lecciones. Tiempo después, su mamá le regaló una y con ella siguió explorando sonidos, a punta de ojos y oídos, gracias a las partituras que descargaba de Internet.
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A los 14 años comenzó a escuchar música de Pablo Milanés, Mercedes Sosa y Silvio Rodríguez sin que el descubrimiento le robara el amor por otros géneros como la salsa, el reggae, la electrónica y el rap, cosa que sirvió de argumento para sus amigos quienes le solían decir ‘Salpicón’.
“Nunca tomé una sola clase de música”, dice. Y no le ha hecho falta, digo. Ninio Sacro tiene una voz grave, serena, natural y bien calidosa, (del cálido sol en un parque o de un cálido caldo de domingo). Cuando decidió que lo suyo era la música, fue a Digital Records, un sello disquero de Medellín, e hizo un trato con el dueño: él trabajaría como operario y su empleador le dejaría grabar canciones. Así fue como empezaría a jugar con beats y consolas y a meterse de fondo en la producción musical. Fue de esta manera en la que, en 2012, conoció a Ronald 'El killa' con quien comenzaría a componer y con quien fundaría los Mortal Combat, grupo reguetonero que lo llevó a hacer giras nacionales e internacionales y hacer una colaboración con Reykon en la canción “Tu cuerpo me llama”. Su matrimonio musical duraría dos años.
Esa versatilidad de fluir del rap al dancehall y de ahí al reguetón no ha sido cárcel para el hambre sonora de Ninio Sacro; al contrario; gracias a ese amor por la música se ha involucrado en procesos y colectivos artísticos como Salvajes All Stars, un proyecto que reúne a las grandes estrellas del arte del grafiti, el teatro, el audiovisual y la música de la capital antioqueña, con su propio sello disquero llamado ‘Orgánica’ y fue precisamente gracias a su trabajo de la mano del realizador audiovisual Santiago Ospina, y su proyecto Content Art, que se inventó en un dos por tres la canción “Yo marché” que salió en las redes hace unos días y que ya lleva casi 50 mil vistas en Youtube.
Hace un par de semanas, gracias a una discusión que tenía la familia de Santiago a través de WhatsApp por cuenta del paro nacional, que ha dividido y unido a tantos, ambos se encontraban en el cuarto de este último y sentados en la cama, reflexionaron sobre porqué las redes sociales y las manifestaciones eran tan susceptibles de generar disputas.
En esas, pin pun, una notificación les avisó que la mamá de Ospina les había mandado un texto que explicaba las razones del paro, bastaron unas horas para que Ninio Sacro sacara la letra de la canción y su cómplice una escaleta de video. “Yo marché” nació por una pelea en Whatsapp.
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Aunque Ninio ha participado en distintas manifestaciones, supo que el paro nacional que se está desarrollando en estos momentos en Colombia tiene algo muy particular y es que, asomándose a la ventana vio que en este no solo hacían parte estudiantes sino que niños, jóvenes, madres, trabajadores, desempleados viejos y hasta perros se tomaban las calles para dejar salir su descontento. Tantas caras de tantos lados inspiraron esta letra:
“Yo soy aquel que devolvió al anciano la cartera,
y luego por negligencia murió en la sala de espera.
Soy el que necesitaba un chequeo general,
y recibió la orden de cirugía en su funeral…
El hijo de la madre, con pensión miserable,
de 1/3 del sueldo mínimo, nunca ajustable…
y a pesar de que el banco, ya su casa va a quitarle,
la doña para mí siempre trae una cara amable.
Yo represento al que en su cuello nunca lleva alhajas,
al trabajador que estudia, al estudiante que trabaja,
al ateo, al converso, o al que cree en el universo
y al que siempre lleva en su mochila la coca del almuerzo”.
“Hicimos la canción tratando de no tomar un lado o el otro, sino que pensamos en una persona del común que a lo mejor quiere ir a una marcha y nunca ha ido. Sabemos que han pasado cosas lamentables como lo de Dilan; sin embargo, también somos conscientes de que hay policías y agentes del Esmad que quisieran participar en el paro, pero tienen que trabajar. Todo esto es consecuencia de la desinformación y de poderes que están por encima hasta del mismo agente. Solo tratamos de poner nuestro granito de arena con el arte, que es lo que sabemos hacer, y queremos demostrarle a la gente que se puede marchar pacíficamente y que podemos unir todos nuestras voces”, dice Ninio Sacro.
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Aunque ha recibido aplausos, muchos ‘en la buena, parcero’, agradecimientos y voces de resistencia, hay uno que otro que lo ha cuestionado: ¿qué hace un reguetonero haciendo música protesta? Ninio no se despeluca sino que, al contrario, se la toma suave y se relaja porque sabe que esa apuesta por unir desde la música algún día nos quitará de la cabeza los barrotes mentales. No todo el que hace reguetón es vacío y misógino y no todo el que marcha es de izquierda o terrorista.
“A mí me gusta el reguetón, pero también me gusta la salsa, el rap, el reggae, de todo. Hice una canción social en este momento porque alguien la tenía que hacer", afirma. Por ahora seguirá trabajando en su sello disquero para crear más sonidos apostando por aquellos que no saben de prejuicios e invitando a los que juzgan a escuchar un ratico.
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