Esa noche llovía en Mocoa. Llovía mucho. Por eso, el intendente de la Policía Nacional Alexander Africano apenas podía ver la carrereta por el parabrisas de su carro mientras regresaba a su casa cerca de las 11 de la noche, y luego de terminar sus clases en el Instituto Tecnológico de Putumayo. “Percibí la furia de la lluvia en ese momento, pero lejos de pensar que horas más tarde iba a ser una catástrofe”, recuerda.
Esa noche del 31 de marzo de 2017 y la madrugada del primero de abril, la lluvia que empapó al entonces intendente Africano, desbordó los ríos Mocoa, Mulato y Sangoyaco y provocó una avalancha que arrasó con cerca de 17 barrios de Mocoa, la capital de Putumayo.
Las cuentas quedaron en alrededor de 330 muertos, 400 personas heridas y más de 75 desaparecidos pero, en total, fueron más de 2.000 personas resultaron damnificadas por la avalancha. Pero vecinos de barrios aledaños a los más afectadas, como el barrio La Esmeralda, donde vivía Africano, calculan cifras más altas.
Por su trabajo como encargado de la oficina de Derechos Humanos del departamento, Africano fue uno de los primeros que acudió a atender la tragedia y, cuenta que no sospechó de la magnitud del problema sino hasta cuando se fue la luz en la noche. Dejó a sus hijos en la casa para ir a la estación de policía, pero el puente del río Sangoyaco ya había desaparecido. Aunque este puente ya se reconstruyó, la ciudad sigue con un puente militar que se habilitó temporalmente días después de la tragedia, sobre la quebrada La Taruca.
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“Aunque es un tema superado, no está olvidado. Me hizo crecer como persona y como líder”, explica Africano quien, en 2019, decidió dejar a la policía para aventurarse como empresario. Este administrador de empresas reconoce que en el municipio las obras no se han visto. El prometido hospital de Mocoa, que no existía para atender a los heridos de la tragedia, aún no se ha habilitado ni está dotado. De acuerdo con el periodista Germán Arenas Usme, «este selvático departamento no tiene camas para la Unidad de Cuidados Intensivos -UCI- en ninguno de los 13 municipios y sus hospitales son de primer nivel básico».
Hace un año, RCN reportó que las obras de reconstrucción habían avanzado apenas un 40% y, por ejemplo, de los cinco kilómetros de malla víal que se estimó recuperar, para la fecha solo iban 2.5 kilómetros.
De acuerdo con Africano, «las obras de mitigación, contención y protección, los muros definitivos en la parte alta de Mocoa, que podrían proteger a las partes de Mocoa que siguen en riesgo, no han sido realizadas”, argumenta. Esto significa que la zozobra vuelve a los habitantes de la ciudad, casi, cada vez que llueve. «Anoche 31 de marzo, precisamente, dos horas después de una misa por el monseñor de la arquidiósecis Mocoa-Sibundoy mediante Facebook live, se fue la luz. Es inaudito que tres años después, a las10 de la noche, te quiten la luz. Y la gente entra en pánico todavía«.
Foto de Putumayo.travel
Africano resalta que en 2019 Mocoa registró siete suicidos. En parte, cree, esto puede deberse a que tampoco ha habido un acompañamiento integral a las víctimas y a los habitantes de la ciudad luego de la tragedia. Además, sabiendo que podría volver a ocurrir, como se adviritó el 12 de marzo de 2019 cuando las autoridades del departamento declararon alerta naranja por las fuertes lluvias.
Ahora, la ciudad cree que está en una “doble calamidad” porque aún no se recuperan del duro golpe de hace tres años y a esto se suma que deben enfrentar la pandemia mundial aún sin hospital, lo cual pone en una encrucijada al departamento por la preocupación mundial por el COVID-19 y su cercanía con la provincia de Subumbíos en Ecuador, donde ya hay casos registrados de la enfermedad.