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La Titiribiblioteca comunitaria: la esperanza que se cuece en el barrio

Hablamos con Diana Milena Hoyos Martínez, creadora de la Titiribiblioteca Comunitaria,  una iniciativa que, a través de la promoción de lectura y el arte, busca que los niños y niñas del barrio Buenaventura, de Ibagué, hablen sobre los problemas de su territorio a través de cuentos

De la catástrofe a la reconstrucción emocional

Diana vivía en Mocoa y estaba terminando su maestría en Educación Popular cuando ocurrió la catástrofe del 1 de abril de 2017. En medio de la crisis, Hoyos se percató de que existían muchos apoyos en términos materiales pero pocos en términos emocionales.

Fue así como, junto a un grupo de artistas, se decidió a hacer una colecta y creó la Caravana Titiritera con la que recorrieron albergues y carpas durante más de tres meses promoviendo la lectura y el arte, a través un espectáculo de circo. Con esta metodología itinerante, el proyecto de Diana ha llegado a Ecuador, y a municipios de Cauca, Putumayo y Huila

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La Titiribiblioteca comunitaria: la esperanza que se cuece en el barrioFotos: Titiribiblioteca Comunitaria

Después de Mocoa, consideramos importante seguir llevando artes y libros a la población que carece de espacios para encontrarse con lo sensible y con lo humano y a partir de allí surgió el nombre de la Titiribiblioteca Comunitaria”, cuenta Hoyos.

Diana Milena es oriunda de Ibagué y luego de graduarse, decidió regresar a su barrio Buenaventura, en la comuna 8, para formar una línea metodológica de la biblioteca y de la Fundación Germán Uribe con quienes desarrollan talleres de títeres y literatura con niños y niñas que, a su vez narran, sus propias historias.

La Titiribiblioteca me ha permitido reconocerme como una mujer de la periferia urbana y me costó mucho darme cuenta de ello porque cuando se tiene acceso a la educación, muchos de los profesionales de este país le dan la espalda a donde nacen y olvidan la responsabilidad ética que tienen con el entorno que les permitió ser lo que son”, cuenta Diana. 

Para ella, estos territorios diversos que han sido tan violentados también albergan resiliencia a partir de la risa, de la esperanza y del juego con múltiples saberes que no se encuentran en Internet y que podrían proponer alternativas de sostenibilidad en el país como son el convivir, el compartir y la tradición oral.

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Contar para entender, contar para sanar, contar para transformar 

La Titiribiblioteca comunitaria: la esperanza que se cuece en el barrio

La apuesta de la Titiribiblioteca Comunitaria es promover la lectura en los niños y niñas para hacer un análisis crítico del contexto y, a partir de allí, crear obras de títeres que narren e indaguen sobre la realidad urbana y propongan alternativas a los conflictos que hay en estos territorios.  

Cuando Diana y sus compañeros llegan al barrio, saben que el vehículo más poderoso para llegar al corazón de quienes habitan esas calles es el arte por lo que llevan decenas de libros sobre naturaleza, conflictos y convivencia, muchos del programa del Banco de la República ‘La paz se toma la palabra’, e invitan a padres y niños a ojearlos. 

Luego, los habitantes del barrio pueden ver un espectáculo de títeres e inician los talleres de construcción de sus propios muñecos durante los cuales hablan sobre cómo están y cuáles son los problemas que ven en su barrio y en sus hogares. 

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La Titiribiblioteca comunitaria: la esperanza que se cuece en el barrio

A partir de la lectura del territorio, los niños y niñas tratan temas como la contaminación de la quebrada El Hato de la Virgen; los chismes entre vecinos; los conflictos en los hogares; el uso inadecuado de las basuras, o la ausencia de espacios públicos en sectores periféricos, marginales y empobrecidos”, narra Hoyos.   

Y es que los títeres son una excusa camuflada en un muñequito de trapo; estas propuestas que plantean los niños son llevadas a cabo por los adultos. 

La misma comunidad ha promovido jornadas de embellecimiento de las fachadas, la creación de huertas comunitarias y la limpieza de la microcuenca El Hato de la virgen que está en un avanzado estado de degradación ambiental porque recibe todas las aguas residuales y de alcantarillado de la ciudad.

La Titiribiblioteca comunitaria: la esperanza que se cuece en el barrio

Desde que comenzaron con la apropiación de este espacio, se han extraído más de 42 toneladas de residuos sólidos del margen de la quebrada y niños y padres han emprendido un proceso de recuperación de la memoria colectiva de la urbanización de los barrios y de la transformación de la quebrada

En menos de 40 años los procesos urbanización marginal han sido tan fuertes que han transformado radicalmente la afluente, después de que en 1979 se creara el Plan de acueducto y alcantarillado de la ciudad en el que más del 70% de las aguas de alcantarillado drenan hasta esa quebrada que es la que riega los cultivos de arroz que ellos comen. 

Ha sido un ejercicio de investigación con la misma comunidad a partir de sus conocimientos y se han propuesto alternativas y acciones que nosotros simplemente acompañamos y apoyamos”, cuenta Diana.

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Escuchar y cultivar en la pandemia  

La Titiribiblioteca comunitaria: la esperanza que se cuece en el barrio

Desde que comenzó la cuarentena por la pandemia del Covid-19, la Titiribiblioteca Comunitaria ha cambiado su estrategia de trabajo; más que llevar libros y talleres se ha dedicado a identificar cómo se está sintiendo la comunidad y, en alianza con la Universidad de Ibagué, hicieron un diagnóstico en el que se dieron cuenta que lo que más le preocupa a los habitantes del barrio Beunaventura es el contagio, la sobrevivencia, la falta de tecnología para que los niños puedan hacer tareas, y la violencia intrafamiliar por lo que decidieron enfocarse en tres procesos:  

– Ayudas alimentarias con las que están entregando plántulas con el fin de que las familias creen sus propias huertas urbanas

– Ante la ausencia de espacios de integración familiar, crearon un espacio que se llama ‘Cuento en familia’ a través de WhatsApp 

– Promoción de actividades virtuales y una visita mensual al barrio en la que conversan para saber cómo está la comunidad. 

Después de dos años de trabajo constante, Diana Milena sabe que aún falta mucho por hacer pero el ver que una niña cuenta la historia del Hato de la virgen en su escuela o que los niños creen que incluso el lugar más contaminado se puede salvar, es gratificante para ella. 

A veces es desgastante y agotador por la falta de apoyo y financiación, pero a la vez demuestra la esperanza que hay en todos los ciudadanos y en el llamado que se debe hacer a los profesionales de este país para que asuman una responsabilidad con su territorio”, dice Diana Hoyos. 

 

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