El año pasado la Academia Sueca no la pasó nada bien tras los escándalos que salieron a la luz por acusaciones de abuso sexual. Dagens, el diario sueco que tiene más reconocimiento y lectores activos, publicó un reportaje donde daba a conocer el caso de 18 mujeres que acusaban de abuso y acoso sexual a Jean-Claude Arnault, el marido de la reconocida académica Katarina Frostenson y muy allegado a la institución. Tras ser investigado, tuvo que abandonar su puesto en la Academia. Esto supuso un profundo cambio interno dentro de la organización, que se ve hoy reflejado en la decisión de elegir a los dos ganadores.
Por un lado tenemos a la polaca Tokarczuk, psicóloga nacida en un pueblo de la región de Silesia. Es la mujer número 15 en recibir el Nobel de Literatura.
“La imaginación narrativa que representa, con pasión enciclopédica, el cruce de fronteras como una forma de vida (…) Construye sus novelas sobre una tensión entre opuestos culturales: naturaleza frente a cultura, razón frente a locura, hombre frente a mujer, hogar frente a alienación", dijo el jurado al contar sobre su decisión. De las novelas más representativas de esta escritora, están 'Sobre los huesos de los muertos' y 'Un lugar llamado antaño'. Próximamente estará disponible 'Los errantes'.
Por el otro, tenemos al pensador, poeta, dramaturgo, ensayista y novelista austriaco, Handke, autor de libros como 'Desgracia impeorable', 'Carta breve para un largo adiós', 'El miedo del portero al penalty'. Dirigió también films como 'La ausencia' y 'La mujer zurda'. A pesar de haber estado antes en la lista de posibles candidatos, su posición política era la causa para quedar por fuera de las opciones, es por esto que la decisión –incluso a él– le sorprendió. La Academia Sueca afirmó que “Handke se ha asentado como uno de los escritores más influyentes de Europa después de la Segunda Guerra Mundial”.
Pero como nosotros le apostamos a ver la literatura desde todas sus aristas, les compartimos dos poemas de Peter Handke:
Cuando el niño era niño
Cuando el niño era niño
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente
y que este charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño
no sabía que era niño
para él todo estaba animado,
y todas las almas eran una.
Poema conminatorio
Un antiguo deportista nacional camina una noche de verano.
Lleva zapatos de baile
salpicados de vómito.
En un cruce de las afueras de la ciudad contempla en el vapor de la
media noche
la cruz de la cima
y se apoya en ella como entonces
cuando con su clase del colegio se helaba de frío en Dachstein
y su mejor amigo le hacía una foto.
Como entonces da palmadas y ríe como un anciano
a pesar de que la noche de verano es tibia
y ya nadie lo fotografía.
Es la noche de las botas de esquí retumbando en la cabina del
teleférico,
el arroyo murmura bajo el hielo en las profundidades
y la víbora avanza desde los arbustos de arándanos
bajo los pantalones del esmoquin del supernumerario.
Su última mirada contempla en la temible noche
un autobús de aeropuerto iluminado
donde los pasajeros se mueven como gusanos
en el interior de un estómago.
Era empleado de la caja de ahorros central;
ya siendo niño estaba muy unido a los esquís
que ahora ya no le valen.
y ya entonces las libélulas bailaban sobre los charcos en la montaña
cuya agua no es potable.
Envejecer
y que frente a mí brille una mesa
sobre la que se balancea una cuchara.
Puede ser,
yo contigo,
tú conmigo,
sólo logramos emitir un balbuceo.
Pero este balbuceo nuestro
será lo más hermoso
que ambos
leguemos al mundo.
Este nuestro común
balbucear confuso
será nuestro legado humano.