Trece lecciones de Fight Club

Todo es muy lejano: la copia de la copia de una copia. 

Si no estás durmiendo bien puede que te ocurra algo parecido a lo que le pasó a Edward Norton en 'El club de la pelea'. ¡Mentiras! Puede que sí como puede que no, pero la verdad es que dormir es una regla universal y no hacerlo, además de ser un crimen, puede generar que percibas la realidad de una manera distante, casi como si lo vieras todo a través de una pantalla…

Esta es tu vida y se acaba a cada minuto.

Suena a frase de cajón, pero no sobra recordar que dar por sentado que nos vamos a levantar cada mañana puede ser un engaño para que pospongamos nuestros sueños y anhelos en ese placebo de: “El lunes empiezo”. No solo de dietas e Instagram viven los seres humanos.

Deja tu trabajo. Empieza a luchar. Demuestra que estás vivo. Si no reivindicas tu humanidad te convertirás en una estadística.

Somos una estadística. Fin. El Gobierno, las redes sociales e Internet nos han convertido en un número y contra esto poco o nada hay qué hacer. Sin embargo, para no caer en la desazón suprema, siempre hay formas de resistir como el consumo consciente y responsable, el distanciamiento de créditos bancarios y la conexión con esta vida real que estamos abandonando por un puñado de ‘Me gusta’.

No quiero morir sin tener cicatrices.

No quiere decir que tenemos que rompernos la cabeza contra la pared a ver si nos queda algún chichón, pero sí plantea el por qué tenemos la idea de que todo en nuestra vida tiene que ser perfecto; por qué hablar de nuestros errores, dolores, naufragios y rabias es tan mal visto; por qué se suele celebrar la vida de una persona que todo el tiempo fue feliz y le fue bien y se desconoce a esas vidas paralelas, llenas de complejidades y momentos cruciales. Comer pollo sin guantes en un día de lluvia también es vida. 

Tenemos trabajos que odiamos para comprar cosas que no necesitamos.

No se puede generalizar, no todos tenemos trabajos que odiamos, pero no podemos negar que la mayoría del tiempo compramos cosas que no necesitamos y a final de mes, a duras penas recibimos una porción del salario porque el resto lo tenemos empeñado entre tarjetas, préstamos y el crédito del celular que nos robaron la semana pasada.

No eres tu trabajo, no eres tu corriente, no eres el coche que tienes, no eres el contenido de tu cartera, no eres tus pantalones.

“Eres, lo que más quiero en este mundo, eso eres. Mi pensamiento más profundo también eres, tan sólo dime lo que hago, aquí me tienes”. Café Tacuba lo dijo clarito, pero a falta de más señas, sabemos que tener es chévere, pero más chévere es compartir. 

Perder toda esperanza era la libertad.

Muchos asocian la despeseranza con negativismo o desilusión, pero hay otra arista y es el no tener expectativas de nada que, al contrario de la premisa de desear algo para que se cumpla, simplemente plantea que si no esperas nada, todo lo que llega es sorpresa, todo es una posibilidad. “Alas pa’ que las quiero”. 

Lo que posees acabará poseyéndote.

Veinte años después de ‘Fight club’, habría que ver cómo hubiera sido la película de Fincher si se hubiera grabado en 2019. En un momento en el que el celular parece una extensión de nuestro cuerpo, en el que comprar cualquier cosa está a un solo clic de distancia, y en el que tener seguidores ahora es un plus en la hoja de vida, ¿quién será el ‘yo’ real: el de Facebook, el de Instagram, el de Twitter, o el que ronronea junto al gato Orión todas las noches?

Me daban pena los hombres de los gimnasios, intentando verse como indicaban Calvin Klein o Tommy Hilfiger.

Aceptémoslo. Los hombres también están sometidos a un bombardeo sobre lo que se supone que deben ser: caribonitos, musculosos, sin vellos, sin nada en el cuero ni en el pensamiento. Esos ideales vendidos por la publicidad y las marcas para ambos géneros han hecho que cada vez más nos sintamos más contrariados frente a nuestro cuerpo y a nosotros mismos. 

Para hacer un omelette, hay que romper huevos

Más claro no canta un gallo: si quieres conseguir algo, tendrás que hacer sacrificios (ojalá no sean vidas humanas), pero sí tendrás que perder algo para ganar lo que soñaste. 

No eres un bonito y único copo de nieve, eres la misma materia orgánica en descomposición que todo lo demás, todos somos parte del mismo montón de estiércol

Repetir esta regla te puede llevar a un estado en el que tu ego desaparezca y te conectes con el universo o hacer que te hagas un rollito y no salgas de cama en semanas. Eso sí, hay que reconocer que el club inventado por Tyler Durden recibía a todos por igual. 

Todos nos estamos muriendo en el sentido de Silvia Plath

Cerca al minuto 15, Edward Norton hace un guiño a la obra y a la muerte de la escritora estadounidense quien se suicidió el 11 de febrero de 1963. Sin especular demasiado, el personaje que interpreta Norton pudo, simplemente, haber querido decir: todos nos morimos un poco cada día. 

Stop! Turururu…

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