«Nos hemos vuelto una sociedad hipócrita»: Carlos Moreno, director de ‘Lavaperros’

¿Qué es un lavaperros? De acuerdo con Carlos Moreno, director de la película colombiana con este nombre, es el eslabón más bajo en cualquier pirámide mafiosa. Pero en 'Lavaperros', su más reciente largometraje, nunca es claro quién es el lavaperros de quién y ese es parte de su encanto, que finalmente podrás disfrutar, tras más de un año de aplazamiento por la pandemia, desde el 19 de agosto en las salas de cine nacional.

Don Oscar estará en Bogotá, Medellín, Cali, Sogamoso, San Gil, Restrepo, Yopal, San José de Guaviare, Aguachica, Aguazul, Pereira, Zarzal, Cartago, Mariquita, Mocoa, Melgar, Fusagasugá, El Espinal, La Dorada, Villavicencio, Pamplona, Facatativá, Duitama, Zipaquirá, Granada, Acacias, Cereté, Pitalito, Chiquinquirá, Llanogrande, Neiva, Valledupar, Barranquilla, Quibdó, Funza, Santa Marta, Apartadó, Riohacha y Buga.

Hablamos con Carlos Moreno sobre el estreno de la película, cómo ve 'Lavaperros' más de un año después, las críticas que le han llegado por sus películas, su opinión sobre las plataformas de distribución y más, ¿oís?

Comencemos hablando de una curiosidad. ¿Cómo hizo para que John Alex Toro y Christian Tappan, Freddy y Don Oscar en 'Lavaperros', hablaran valluno?

John Alex y Cristian son actores que he conocido en otros proyectos que tienen más que ver con televisión y todo eso, pero en últimas yo les propongo estar en la película, sobre todo porque son actores con los que cuento con su complicidad y su generosidad como profesionales. Pero también sé que su técnica actoral, lo que han desarrollado durante todo este tiempo y pues son personajes modulares y que fácilmente pueden absorber eso. Yo creo que ellos tienen una gran capacidad para la interpretar y eso incluye los acentos. Johan Alex ha sido muy cercano a esta religión, es de Pereira pero ha sido muy cercano a la región, y Christian a veces dice que simplemente con oírme hablar a mi ya con eso tiene la línea del trabajo que tiene que hacer. Pero también hay muchas cosas buenas que tienen que ver con el trabajo mutuo, con los ensayos. Yo creo que son un montón de cosas a la vez. Ellos te dirán otra cosa, pero para mí se resume en eso.

‘Lavaperros’ iba a estrenarse en el FICCI 2020, justo en los días en que se impuso la cuarentena general y todos los eventos masivos se cancelaron. Más de un año después de esto, finalmente, se estrena. ¿Cómo ve la película pasado todo este tiempo?

La película estaba hecha para ser vista en cine, pero la coyuntura hizo que primero se estrenara en Netflix y ahora pues podemos cumplir con ese objetivo de verla en cine, que es nuestra meta. Ya la había visto en las pruebas técnicas y todo esto, pero la primera proyección que tuve con público fue el sábado 14 de agosto en la Cinemateca de Bogotá.

Mirá, yo siempre he pensado que los proyectos cinematográficos que he podido dirigir, afortunadamente, todos son muy independientes, como que se valen por sí mismos, pero quizás Lavaperros se acerque un poco más a lo que yo hice en ‘Perro come perro’, que fue mi primera película. Y todo porque porque aborda desde el humor un mundo en ruinas que tiene que ver con una decadencia moral, que es un poco el mundo de los bandidos. A mí me gusta ese juego que se establece de que la gente podría decir: "Es una película sobre narcotráfico", y realmente en la película en ningún momento se especifica que el negocio sea narcotráfico, sino que es la mafia, de lo que sea, pero mafia. Yo creo que se cumplió con ese cometido, pero siento que en la medida en que vaya a hacer películas, pues cada relato debería ser diferente, ese es el gran desafío.

Sobre ‘Lavaperros’ siempre estuvo como una nube su primera película, ‘Perro come perro’ y la crítica y la prensa las han relacionado por algunas similitudes entre ambas. Sin embargo, las películas son diferentes y tienen otro tono ¿Cómo lograr contar algo con temas similares de forma diferente?

Hay dos asuntos ahí. Claro, estéticamente las películas presentan diferencias, aunque hay cierta influencia en el humor. Yo creo que, en general, quienes hicimos ambas películas tenemos la idea de que ese es el tipo de películas que nos gustaría ver. Uno podría pensar que en la película hay como citas a Sam Peckinpah, a Tarantino y a los hermanos Coen, porque esas son las película que nos gustan: de bandidos de poca monta, que están ahí al filo de la muerte por no muchos dólares. Y ese universo cuadra muy bien en Colombia. Es el tipo de películas que nosotros quisiéramos ver y que quisiéramos hacer. Pero claro, en nuestro contexto, digamos, con nuestra sinceridad y con la coherencia del universo que tenemos. Yo pienso que es simplemente eso. Es decir, las películas no tienen ningún propósito de denuncia ni de ilustración sociológica de nuestra sociedad, ni nada de eso, sino que pretenden ser coherentes con nuestra realidad pero desde un género.

Pero, curiosamente, sobre usted como director han caído muchas críticas, que me parecen inmaduras, sobre que el cine colombiano no debería hablar tanto de traquetos. ¿Qué ha pensado sobre esto?

A mí me parece que eso forma parte de que nos hemos vuelto una sociedad sumamente hipócrita. Es decir, nosotros toleramos el crimen, la mafia y la actitud traqueta en nuestra vida cotidiana, pero no la toleramos en el cine ni en la televisión. La queremos borrar. Y eso es parte de la hipocresía y la incoherencia que tenemos. Y lo estamos viendo en este momento en nuestro país del gobierno para abajo, ¿no? Mirá, en Colombia todo el mundo pide autoridad, pero nadie está dispuesto a acatar la ley. Y esa ideología del vivo vive del bobo, del traqueto, del que pasa por encima de los demás, es lo que está en la película y es lo que está en la calle todos los días. Lo que pasa es que nosotros, desde que tenemos una visión nacionalista de nosotros mismos, creemos que de esas cosas no se debe hablar y que todo mensaje que hable de nosotros debe ser de otro color. Pero bueno, yo creo que las películas cuentan historias simplemente y, en la medida que sean coherentes con el universo al que hablan, yo creo que son películas interesantes.

Como usted menciona, creo que hay un ambiente en Colombia de tomarse todo demasiado en serio y aunque la película está contada en un tono de comedia negra, cinismo e ironía, la gente termina entendiendo lo que quiere entender.

La película no tiene el propósito de formar a nadie ni de tener un manual de instrucciones para entenderla, eso es lógico y así son las películas en el mundo. Yo creo que cada persona está en su libre albedrío de interpretar y de pensar lo que quiera de cualquier obra de arte, de una fotografía, de un poema, de lo que sea. Si la ironía está dentro de esa obra pues de buenas el autor al que se la agarraron, de buenas que su público la haya aceptado así. Pero también creo que el desafío está en que esa llave esté ahí puesta para que el público abra o no la puerta. Me han dicho que por qué yo no desprecio a los personajes que están ahí si son feminicidas. Pero es que a mí me parecen despreciables, lo que pasa es que porque los personajes se cuenten en mi historia no significa que yo esté de acuerdo con lo que hacen. Hay una anécdota buenísima de que a Buñuel, cuando llegó a Hollywood, lo invitaron a una fiesta en la que había una orgía. Y él pregunta: “Pero por qué me invitan a esto?". Le dicen "Es que nosotros vimos sus películas y pensábamos que usted era así". Y él les contestó: "Pues no, es que a mí los personajes de mis películas me parecen despreciables, son los personajes de mis películas, no soy yo”. Entonces, claro, hay una clave con la cual las personas abren la llave de la obra o no la abren. Y eso está ahí. Yo creo que eso habla mucho de nuestra sociedad, habla mucho de cómo se ha venido formando nuestra sociedad, cómo ha venido entendiendo la realidad. Tenemos una visión sumamente sesgada, ingenua y manipulada de la realidad. La película está ahí.

Quiero preguntarle por el reto de hacer cine negro en tierra caliente. Porque uno piensa en este cine e imagina detectives privados gabardinas, en noche y la niebla, pero usted se la ha jugado, incluso desde ‘Perro come perro’ por el calor y mostrar que la gente suda y está sucia y vuelta nada. ¿Por qué apostarle a este género en otro clima?

Eso a mí me encanta y yo creo que es precisamente lo que quienes hicimos esta película, buscábamos. Una película como de Sam Peckinpah, pero en Cali; traer ese tipo de conflicto, ambientarlo y casi que jugar con el género pero desde nuestro universo, del cual podemos hablar honestamente, el cual conocemos y tenemos más de cerca. Claro, digamos que se hubiera prestado más una ciudad como Bogotá, ¿no? Pero pues yo soy de Cali, crecí acá y vi las películas de cine negro acá en los cines o en la universidad. Y siempre quise dar esa vuelta, como convertir ese género. Y claro, nosotros tenemos muchos planes y muchas ideas de seguir haciendo ese tipo de películas, que en la medida que vayan siendo un proyecto sólidos, pues espero que los podamos ir haciendo. Yo no diría que es que estemos inaugurando una estética porque ya se ha hecho, pero la verdad es que sí queremos que el género en este universo tenga una coherencia.

¿Qué tanto cambió el guión que le compartieron Pilar Quintana y Antonio García hasta convertirse en la película que podemos ver?

Pues mirá que no mucho, porque nosotros comenzamos el proyecto desde que estaba escrito en una especie de prosa. De ahí fuimos armando el guión, digamos que fuimos escalando los pasos del desarrollo de un proyecto. Yo siempre acompañé esa escritura del guión y desde un comienzo ese universo se fue armando y honestamente te puedo decir que no cambió mucho. Es más, parte del reto de la dirección es tomar decisiones y tomar decisiones respecto a formalizar o a concretar cosas que están en un papel, que es prácticamente una guía, una ruta y un mapa de lo que hay que contar. Pero para este proceso en concreto, la diferencia era muy grande.

‘Lavaperros’ está desde hace unos meses en Netflix. ¿Cómo es su relación con estas plataformas de distribución? ¿Cambiará la forma de consumir cine?

Para mí es una relación relativamente nueva, aunque desde hace rato estoy trabajando con plataformas, pero en proyectos de televisión a las cuales llego como director por encargo para ciertas cosas. ‘Lavaperros’ no fue hecha para estas plataformas, pero terminó siendo estrenada allí. Yo creo que esto es reciente y es complicado vaticinar algo. Digamos que las plataformas lo que presentan es pantallas y oportunidades para que vos podás estrenar obras o podás tener la chance, inclusive, de financiar algunos proyectos y todo esto. Pero en general yo lo que puedo decir es que esta tecnología, usualmente, está más en favor de los productores que de los realizadores. Por un lado se han acortado los tiempos de creación de los proyectos por la urgencia de tener una oferta. Eso es una carrera contra el tiempo y cada vez es más notorio el tiempo que uno pierde de creación o desarrollo de los proyectos. Es una realidad. Pero a ver, yo creo que realmente el acto de ir al cine dudo mucho que vaya a desaparecer, al menos tan pronto, siempre y cuando no haya más pandemias.

El hábito de ir al cine y de tener la experiencia creo que se va a mantener. Pero también se va a mantener el hábito dentro de lo privado de ver una película, eso tampoco va a desaparecer ni debería. Yo creo que ambas opciones van a crecer al tiempo y lo que quizás se modifique son las cadenas de producción. Pero no sé, a veces siento que también es muy prematuro para tantas cosas. Es decir, la aparición de esas plataformas es relativamente reciente. Yo recuerdo cuando nosotros estábamos buscando para producir ‘Perro come perro’ recién empezábamos a vivir que esto iba a aparecer y bueno, hoy en día ya prácticamente siempre se produce pensando en que en algún momento va a terminar la película en una plataforma.

 


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