Cuando pensamos en bailes típicos colombianos siempre volvemos a lo mismo, ¿no? La cumbia, el joropo, el paso doble e incluso la salsa. Pero en nuestras regiones hay más bailes que tal vez no conoces y que queremos contarte dónde están ubicados geográficamente, y lo más importante: cuál sabor nos recuerda.
Colombia la sentimos en la tierra: pies descalzos y a bailar. Somos un país repleto de cultura y el baile es una de las formas artísticas que logramos sentir en la sangre con facilidad. La tierra nos vibra todo el tiempo cuando una pieza de salsa se toma la pista de baile, o cuando nuestros pies se apropian de todo escenario al momento de encontrar nuestras caderas coordinadas con nuestra pareja en el momento en que le ponemos play a una cumbia. O también, pensando en un lugar común para los colombianos, cuando suena a todo volumen la canción de Lucho Bermudez, «Colombia tierra querida, himno de paz y alegría» y nuestro cuerpo tiembla –o para los más tímidos, sus pies– y busca darle vida a esa letra. Lo que a veces nos coge por sorpresa es la diversidad de ritmos que encontramos, que pareciera que no vamos a lograr conocerlos todos.
Imagen: Lala Ocampo
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Mientras pensaba en hablar de baile, llegó a mi cabeza inmediatamente un deseo de pensar cómo atravesar al posible lector que se acercara a esta curiosidad cultural, y pensé en la comida. ¿Cuál es uno de los placeres que los individuos más disfrutamos? La comida. Somos seres viscerales, sentimos desde las entrañas nuestras emociones y buscamos proyectar nuestros deseos desde lo que conocemos, y la danza –por extraño que parezca– se abraza con la comida porque despierta pasiones, placeres y sensaciones. ¿O no nos ha pasado que cuando disfrutamos de un arroz con leche nos remitimos a un entorno familiar que nos acoge y ayuda a esbozar sonrisas? Eso pasa cuando pienso en bailar, pienso en la sensación de familiaridad que me regala la comida típica colombiana.
Hay cuatro ritmos de nuestras regiones que traemos para que te enamores, alistes tu cuerpo y te animes a conocerlos y acercarte. ¡Ah, claro! También a comer.
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Vámonos a dar un paseo por Colombia mientras bailamos y degustamos. Ubiquémonos en el sur. Primera parada: el Guaviare.
1. Galerón: Los llanos orientales tienen sonido propio, y de allí es de donde viene este ritmo. Es uno de los bailes más antiguos del país y su nombre viene de la fiesta de los galerones, la cual se llevaba a cabo en Acción de Gracias por la llegada de la flota de España. ¡La alegría y entusiasmo se viven bailando este ritmo por parejas! Las coplas que acompañan la música son picarescas, satíricas y humorísticas. El zapateo está presente y el hombre, jugando con el pañuelo, persigue a la mujer mientras ella trata de escapar entre coqueteos. ¡Qué rico una chicha y ponerse a bailar!
Vámonos más hacia el sur y demos una caminata por el departamento de «El río que nace donde crecen las plantas cuyos frutos son usados como vasijas», es decir, Putumayo.
2. Bèstknatè: Este precioso baile tiene sus inicios en la conmemoración del encuentro entre dos tribus indígenas: los Inga y los Kamentzä. Pero no solamente eso, con el tiempo su significado mutó y representó la celebración de las cosechas exitosas: un espacio para repartirlas y difundirlas a quienes más lo necesitaban. Este baile se vive disfrazado y con instrumentos hechos a mano. ¡Eso sí! Su sabor está en el Bishana, una sopa típica a base de col, maíz, calabaza y frijol. Una cucharada y probablemente la alegría se desparrame por todo tu cuerpo, tal y como lo hace este baile.
Demos tres saltos y vayamos al centro-este del país para quedarnos de pie en Boyacá.
3. Guabina: El baile especial de garrote en el campo, bailado con vueltas y el llamado gallinazo. En la época de colonización fue uno de los bailes más perseguidos por el clero, pues una de sus características era –y sigue siendo– ‘agarrar a la pareja’ o ‘tener a la pareja cogida’. Es un baile al amor, puede ser puesto en escena con una coreografía libre en espacios abiertos o cerrados: lo más importante es la espontaneidad que tiene y su búsqueda por recrear el sentimiento del que todo ser humano quiere hablar, el amor. Además, no hay nada más dulce que el amor, excepto –tal vez– la mismísima arepa boyacense recién hecha: caliente, llena de queso y crocante.
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Y ahora, con medio pasito, pongamos la sangre a vibrar en el centro del país: Cundinamarca.
4. La Rumba Criolla: Este baile usualmente es confundido con el bambuco, pero solo tiene evocaciones de él. Su gran característica está fundada en que sus letras están enfocadas con el diario vivir del departamento: vivencias comunes de su gente. Este baile tiene una característica importante en contraste con otros, y es que las mujeres llevan sus manos al frente, con la falda cogida pero sin bolearla de lado a lado, y los pies buscan formar un corazón en el suelo mientras estos van de atrás hacia delante. Esta danza «destronó» a bailes de época como el Vals y el Pasillo. Este comparte la particularidad del ajiaco: las arracachas, pues le dan ese sabor que nos recuerda la casa, el país, nuestro origen.
Solo queda una pregunta: ¿A ti cuál sabor se te viene a la cabeza cuando bailas lo que más te gusta de tu país?
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