Las cicatrices: tema del Concurso de Cuento Corto de la Cárcel Distrital

Las Cicatrices

No hay cicatriz, por brutal que parezca, 
que no encierre belleza. 
Una historia puntual se cuenta en ella, 
algún dolor. Pero también su fin. 
Las cicatrices, pues, son  las costuras  
de la memoria, 
un remate imperfecto que nos sana
dañándonos. La forma
que el tiempo encuentra 
de que nunca olvidemos las heridas.
 

Piedad Bonnett.

Este es el poema que se encuentran todos los reclusos de la Cárcel Distrital cuando entran a la biblioteca del lugar. Este año, además, es el tema principal del Cuarto Concurso de Cuento Corto de la Cárcel Distrital, que organiza la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá (BibloRed), en la Biblioteca de esta cárcel.

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"Este año fue un año de muchos aprendizajes para todos nosotros: tanto las personas privadas de la libertad como los funcionarios que habitan este espacio. Por eso decidimos decidimos usar el tema de las cicatrices. Así, 50 reclusos se atrevieron a contarnos a través de un pequeño relato cómo han sido sus relaciones y cuáles son los aprendizajes de sus cicatrices", explica Ángela Mesa Salavarrieta, coordinadora de biblioteca. 

El próximo viernes 20 de noviembre tendrá lugar la premiación de los ganadores de esta cuarta versión, en un acto que reconocerá al primer y segundo lugar entre los privados de la libertad. Además, habrá un ganador entre los participantes del personal de custodia y vigilancia.

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Sin embargo, la premiación comenzó unos días antes con un almuerzo de agradecimiento a todos los participantes por parte de Manuel Eduardo Castillo, director de la Cárcel. Al almuerzo se suman otros premios a quienes le apostaron a ‘escribir para la vida’: libros entregados por BiblioRed, bonos para sus familiares y una felicitación consignada en sus hojas de vida para fortalecer la evaluación de sus procesos de resocialización.

El Concurso de Cuento Corto de la Cárcel Distrital es solo una de las estratgias que BibloRed usa para para seguir llevando lecturas a los pabellones del recinto carcelario, pero no es la única. Por ejemplo, también se realizan lecturas al balcón, que se trata de una intervención semanal en la que, a través del sonido de la cárcel, se difunden audios pregrabados y se lee en voz alta. Por este mismo medio se han difundido productos sonoros creados para Radio A Galena, una franja de radio educativa y cultural pensada por BibloRed para los privados de la libertad.

Te dejamos con uno de los cuentos participantes de la cuarta edición del concurso. 

Dolor en el alma

La Negra, Patio Libertad

Cuando lo vi esa noche, no imaginé que en su corazón existiera tanta maldad. Éramos casi de la misma edad, pero aún no conocíamos la cédula. En apariencia física, él se veía mayor que yo o eso me decía la gente. La noche era fría, por lo regular siempre se sentía así. El lugar era escalofriante y siniestro y aunque las personas estaban ahí, sus mentes vagaban por mundos desconocidos. Una mirada conectó con lo que sentíamos y, sin pensar en nada, me dejé llevar por él y por el momento. 

Pasó el tiempo y lo que yo pensaba que podía ser una salida se convirtió en un encierro aún peor: él se adueñó por completo de mi vida. Solo hacíamos lo que el decía, sólo escuchaba lo que él quería; nada a mi alrededor existía, nada que no fuera él. 

Cada día era peor: una falla, un error, era un castigo, una herida, un dolor. Sin darme cuenta, mi vida se convirtió en un infierno, me sentí tan sola en el mundo que inexplicablemente sentía que lo quería, que lo amaba y no podía estar sin él. Me estaba aferrando a mí verdugo y a la vida que se me ofrecía.

Poco tiempo después llegó lo que parecía ser la felicidad para nuestras vidas, o al menos eso era lo que yo pensaba: un bebé. Sin duda la noticia fue alegría en el momento y hasta llegué a sentir que un hijo sanaría mis heridas, pero no fue así. No fue así. Todo seguía frío, él no tenía la más mínima compasión por mí. Parecía que no le importáramos y, en efecto, así era. Pero a diferencia de él, a mí sí me importaba la criatura que llevaba dentro de mí, por lo que me aferré a ello para salir de la pena en la que se estaba hundiendo. Sabía que luchar físicamente era inútil, por lo que decidí ser más inteligente y pasar desapercibida mientras se formaba bien y embarazo y ponía fin a mi sufrimiento.

Pasaron los meses y por fin llegó el nacimiento de mi pequeña Emily, quién ahora es mi moral, mi motor, mi fuerza y, como lo esperaba, quien me llenó de valor para enfrentar a ese hombre que tanto daño me estaba haciendo. Decidí buscar ayuda psicológica, necesitaba fortalecer mi mente y sanar las heridas que éste había dejado en mi interior. Ya fortalecida y con la mano de Dios empecé una nueva vida al lado del amor de mi vida: mi hija Emily. 

Después de tres años de mucho sufrimiento y grandes heridas, por fin encontré la libertad al lado de mi pequeña hija. Ahora soy una mujer independiente, luchadora, llena de valor y, lo más importante, feliz, porque al fin cicatricé las heridas de mi alma.
 


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