Cartas para después de uno mismo

De: Tomás
Para: Tomás

Hola, Tomás. ¿Te puedo tutear?
Me voy a tomar el atrevimiento porque no puedo esperar tanto tiempo.

Si los planes se cumplen, para este momento ya habrás terminado tus estudios, pero ¡nada de dejar de aprender! La curiosidad es una cualidad que nos ayuda a entender a los demás y, en los otros, en lo otro, un poco de quien somos. 

También quiero que estas letras las encuentre una persona más mesurada y empática. Dispuesta a querer todo, las simples cosas. Que tus privilegios no hayan nublado tu juicio. Pero, sobre todo, quiero que quien me lea desborde amor suficiente como para que la rabia sea un mal recuerdo. 

En un año, me contarás las películas que viste, los juegos que jugaste y los libros que leíste. Serás una persona distinta a la que soy, pero nos atará río de la memoria. Esa tirita fina, blanca, casi transparente que nos deja hablar del yo. Esos recuerdos que aún no tengo pero que tendrás, quiero que sean gratos, sabios, estimulantes.

De todos los azares que te ocurrirán, quiero que aprendas lo mejor y que la razón sea la guía que uses para ponderar las vicisitudes. Pero, sobre todo, que tu norte rector siga siendo vivir activamente, respondiendo si serías capaz de repetir toda tu vida, exactamente la misma, con sus tristezas y sus triunfos, una y otra y otra vez. Ojalá que la respuesta siga siendo "sí".

De: Maf
Para: Maf

Siempre quise escribir una carta que llegara a mi lugar de residencia, pero he de admitir que jamás supe muy bien cómo la empezaría. Había dos razones para temer: no sabía qué decirme y, por otro lado, hace ya unos años que no vivo en un solo lugar y la sola idea de que no hubiese un hogar al que llegara, me abría un hueco en el pecho. Hoy solo sé que así está bien: iniciarla repleta de incertidumbre. Primer paso, me abrazo. Segundo, me acojo en mi propio pecho, me recuesto en él y guardo silencio. Tercero, leo.

Sé que habrá días donde llorar parezca difícil porque siempre se nos ha anudado el dolor en el pecho. Sé que tal vez te desbordarás como siempre lo haces en la vida: con la risa estridente, la voz con un volumen 10 veces más alto, la carcajada que podría pasar por burlona. Sé que a veces se te olvidará que la soledad solo nos abraza cuando nos olvidamos de que nos hemos tenido desde el primer momento. Por eso, te deseo este abrazo que nos hunde mientras me leer, que nos acoja por años y vidas, uno que nos permita siempre reponernos, crecer, aprender y ser resilientes. Mira a tu alrededor, la vida es esto: ser y estar.

Con amor, tú. Yo. Ambas desde lo que conocemos como pasado.

De: Árbol de letras
Para: Árbol de letras

1, 2, 3, 4… varias veces arranco esto y no sé cómo avanzar. Ni siquiera sé cómo saludarme, qué decirme, todo me parece ridículo y en el fondo todo parece arrancar desde un nudo en la garganta que me niego a desatar.

No sé cuánto tiempo ha pasado entre el momento en que esto se me escurre de los dedos y lo volvemos a leer, ¿un mes, tres años, media vida? Acá estamos, acá seguimos y la melancolía, probablemente, seguirá siendo la misma.

Me enredo como siempre que no sé qué escribir o decir: Incluir acá esa frase de ‘no olvides para donde vamos’ pierde todo el sentido si uno no sabe nunca para donde va, más bien no dejes nunca de esperar a que pase lo extraordinario, ama más y mejor, no importa si de vuelta no hay nada; sigue concentrándote en los paisajes pequeños escondidos en las flores, escarba las páginas de los libros rebuscando esa frase que te revuelca el corazón, come algodón de azúcar, siempre algodón de azúcar.

Y llora, que, aunque nada soluciona, todo lo sana.

De: Máster Crispi
Para: Máster Crispi

Es difícil escribir algo para un Andrés Cristancho del futuro, porque, aunque seguramente te pueda dar buenos consejos seguirás siguiendo tu intuición de aventura y retos. Muy seguramente el frenesí de la vida te habrá llevado a lugares que jamás pensaste o vivir historias que muy seguramente no imaginaste.

Eso sí, espero que tus motivaciones sigan igual o más fuertes que las hoy tengo: una familia, un honor, unos valores, un hambre de superación y una confianza en Dios. Este año nos hemos dedicado a sembrar semillas de grandes proyectos que espero no hayas abandonado y que hayas defendido tanto como a las personas que más amas. Continúa cultivando esas cosas que al finalizar el día hacen que te acuestes con una sonrisa.

Seguramente cuando estés leyendo esto te acordarás de ciertos problemas que te aquejaban en el pasado ya son tema superado. Ahí donde te ves ahora date cuenta del camino recorrido y que las personas que fueron parte estuvieron por un motivo.

Existen cosas que no quisieras que cambiarás como aquella terquedad que notan los demás para conseguir lo que quieres, ese ingenio para decidir cuándo ir en dirección opuesta a los demás y acertar y esa sonrisa tonta que se dibuja en tu rostro que no puedes explicar. En resumen, no olvides ese paquete de herramientas que te han hecho avanzar a lo que eres ahora.

Si ya encontraste a esa compañera de aventura felicitaciones, pero nunca olvides cuidarla, motivarla a seguir sus metas y mirarla como cuando te diste cuenta por primera vez que ella es. Sinceramente espero que tus aventuras sean con una persona que te motive y alimente esa llama que tanto nos ha caracterizado.

Por último, nunca dejes de luchar que todavía no han tocado la campana y el final se antoja lejos.

De: Andre
Para: Andre

Solo te quiero decir que no sé si todo saldrá bien, de hecho, puede que empeore e igual no importa. No te dejes ganar de esa voz que dice que no vales, que no puedes, que no sigas. Tampoco es que te me vuelvas un ser de luz de paz y felicidad porque tú sabes que no das bola con eso. Piensa en el ahora, piensa en Whitman:

Nunca ha habido otro comienzo que éste de ahora,
ni más juventud que ésta, ni más vejez que ésta;
y nunca habrá más perfección que la que tenemos,
ni más cielo ni más infierno que éste de ahora.

Así es esta vida mamasita y aletosa.

Cada vez que tu fortaleza depende de que alguien más exista, no es fortaleza, es ego. Cada vez que encasilles a alguien con un adjetivo, rómpelo. Quiebra el concepto mental al que lo ataste y empieza desde cero.

Come más fruta. Toma más agua. Canta más duro. Habla más despacio. Deja de tocarte la cara. Abraza más largo y apretaito. Cállate cuando no tengas nada qué decir, pero habla fuerte y claro cuando lo sientas de corazón. Vuelve a bailar sola con los ojos cerrados. Vuelve a abrirle las puertas a la música para que sea tu maestra. Abre los ojos para ver más allá del gesto o de la palabra. Pilas con dejar de escribir por estar pensando en lo que quieres escribir, que no se te pase la vida deseando. Y parcha. Deja que la vida te hable. Ella es más sabia que tú. Infinitamente.

De: David
Para: David

Espero recibas esta carta con agrado y la veas como la inocencia y la inmadurez de alguien que no sabe muy bien en donde están sus raíces. Vos, espero que ya tengas eso muy claro. Y si al menos no lo sabes, que por lo menos hayas podido enterrarlas a la fuerza en algún lugar, con voluntad, con conocimiento y sobre todo con amor a la vida. 

Más no podría pedirte, tal vez exigirte. Espero que sean tres los pilares que hayas pulido a lo largo de estos años. La familia y los amigos, como esas personas a las cuales aferrarse en los momentos duros y con los cuales tener los mejores deseos. Si hay relaciones por ordenar deben ser estas, y si, las personas no son lo que uno quiere, son lo que deciden ser. Por eso el respeto es importante y aún más importante es saber con quién compartir y a quién decirle adiós. 

También sé que sabes que ha sido un camino pedregoso esto de 'La Verdad'. De que esas personas bonitas y que me dieron unos valores específicos lo hicieron con amor. Pero no siempre se está de acuerdo con esos pensares y con esos ideales. Espero que los sigas amando tú también y que esos dilemas estén solucionados, siendo un roble duro. 

El tercer cimiento que proyecto a ti, mi querido, es la vocación. Anhelo que como una paleta de pintar seas multicolor, pero tú, como artista de la vida, sepas cual es la pintura que te define. Que le des forma y contundencia, que logres ser herrero y joyero, que a lo duro y lo frágil entregues la misma atención y sepas dominar este arte. 

El camino es inestable y es inesperado, pero esta es mi guía para llegar a ti. Un abrazo para ti, ¡recúerdame con alegría y pasión!

De: zetadj
Para: zetadj

Hey, hemos llegado hasta aquí, la hemos pasado bueno ¿no?, no importan los momentos negativos que hayamos vivido, de eso se trata la vida, de sentir y vivir ese instante, aprender y luego reírte; ¿y los momentos buenos? heheheh, vaya que han sido divertidos, pero ojo, hay unos que no los contaremos a nadie, solo los sabremos tú y yo, esa picardía de hacer cosas que otros no harían es lo que nos ha traído hasta acá, porque esos momentos nos han hecho ver la vida de una forma diferente, ya que nunca hemos querido ser igual al resto.

¿Recuerdas el momento en que nos estrellamos en la moto contra un taxi?, si, no salimos heridos, pero desde ese momento entendimos que había que vivir la vida al máximo y llenarla de toda clase de experiencias, eso es lo que siempre tienes que recordar, levantarte cada día queriéndote comer el mundo, hacer algo nuevo, conocer a alguien diferente, no hacer lo mismo de siempre, no hablar con los mismos de siempre, no escuchar la misma música ¡NO!,  siempre sigámosle dando la oportunidad a las cosas nuevas que surgen en este mundo, así al principio sean muy extrañas, y hasta feas para nosotros, siempre que le hemos dado una oportunidad, han salido muchas experiencias de allí.

Ahora, ¿cuál será el futuro?, eso es lo más interesante, todas las cicatrices que nos ha dado la vida, y todo el camino recorrido hasta aquí, hará que cada vez que te levantes, te sientas feliz de haberlas vivido, ese impulso te llenará de toda la tranquilidad suficiente para seguir buscando nuevas experiencias, no importa si tengamos muchas cosas o pocas, lo importante, siempre será el hambre de no estar satisfecho, eso, nos hará meternos en todos los problemas posibles, y esos problemas nos llenarán de vida.

De: Margarita
Para: Margarita

Espero que ya seas millonaria.

De: Nát
Para: Nát

Como siempre, estoy escribiendo esto tarde. Tardísimo. Le di mil vueltas en la cabeza a lo que quiero que leas dentro de un tiempo futuro, pero todo me sonaba tan falto de todo, que las letras, una a una, fueron desapareciendo debajo de mis ojos, y no solo las letras, porque he tenido muy presente  por estos días la carta aquella que escribió Savater a los dos años de la muerte de su esposa, aquella en la que cita a Emanuel Swedenborg, para hablar de la posvida en el cielo y el infierno: “Al comienzo los condenados no son conscientes de su muerte y creen que continúan en su esfera cotidiana: les rodean los muebles y utensilios familiares, los paisajes conocidos. Poco a poco, van produciéndose desapariciones —la butaca favorita, el piano, una ventana, las flores del jardín…— y luego surgen en lugar de lo desvanecido formas equivocadas o amenazadoras, hasta que por fin se dan cuenta de que no están en casa sino en el Infierno y empieza su eterna condena” … y la recuerdo porque yo también, desde hace rato, siento que estoy condenada, que las cosas de mi mundo se están difuminando: los libros, los sabores, las sensaciones de felicidad, las personas a las que amo, los animales, lo maravilloso cotidiano que me perseguía siempre, la magia. Porque yo también, desde hace rato, vivo cosiéndome este orificio que la muerte de mamá hizo en mi corazón. Porque por más puntadas que doy, el orificio no se cierra, ni para de sangrar. Porque cuando Andrés me preguntó cuándo voy a dejar de recordar con tanto dolor, no tuve una respuesta. Sin embargo, pequeña, quiero prometerte que mis puntadas, de ahora en adelantes, serán más constantes, más largas, y que usaré un hilo construido con un material más inflexible que el amor, para que cuando llegues un día cansada a tu hogar y encuentres esta carta por azar, puedas sentir mi abrazo, me puedas contar que volviste a Oia y a Portofino; que el alba de Cantabria te cobijó en invierno, que viajaste; que viajaste en tren, en ave, en caracol y en grillo, que soñaste; que volviste a cantar en las madrugadas, y que en tu rostro, hay una sonrisa limpia; que leíste y escribiste y dibujaste en demasía; que te enamoraste; que te perdiste en una ciudad nueva y que patinaste en ella; que fuiste una canción; que no te caíste al precipicio; que aunque te sentiste acorralada, la vida te empujó a la vida: de cara al sol y a la montaña; que tu esporádica alegría alumbró a otros rostros; que no dejaste de ser un radical libre; que reíste… y especialmente entonces, no olvides a esta Nát chiquita que hace garabatos sobre un papel ahora mismo, desnuda, con los ojos rojos de tanto llorar, con las manos temblorosas de angustia, porque fue ella, y no otra, la que te hizo fuerte, es decir: "siempre siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso".

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