Artesanías: el lugar donde viven los ancestros

Cada año, Expoartesanías se prepara para recibir a artistas de toda Colombia quienes traen el aprendizaje de sus territorios hechos artesanías. Estos son algunos de los rostros que creen que sus tradiciones viven en estos objetos

Expoartesanías es el espacio creado por Artesanías de Colombia para visibilizar el trabajo de artesanos de todo el país que, al contrario de las tiendas piratas, creen que cada objeto tiene depositado esfuerzo, cultura y un pedazo de su historia. 

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Diego Fernando Arcos Arcos

Ilustraciones: Nátaly Londoño Laura

Hace 50 años Juana Castillo fundó Taller Juanitairaca  y unos años después su esposo, Diego Fernando, se topó con ella y se unió a un proyecto lleno de ancestralidad, magia, familia y emprendimiento.  “La artesanía es la madre de nuestro trabajo”, nos dice Diego mientras una sonrisa parece no caberle en el rostro. “Nosotros usamos la palma de aca o la paja toquilla, son nuestros materiales principales”, nos cuenta mientras sus manos nos susurran una historia repleta de años de experiencia. 

Para Juana y Diego, el proceso de creación está fundado en la inspiración. La conexión con la naturaleza es lo más importante pues en ella se refleja en la vida y su arte que viene de la ancestralidad de Sandoná, Nariño, dialoga con la naturaleza todo el tiempo, la viste y se nutren de vida mutuamente. La una sobrevive con la otra.

Él nos sonríe y nos dice con unos ojos nobles: “abracemos la tradición. La invitación es para todos”.

Magdalena Guauque Díaz 

Teje con una destreza tal que si uno se queda viendo sus manos, puede quedar hipnotizado en ese pasar de la lana por la aguja mientras en el mismo segundo es envuelta por otra que la arrejunta y la abraza. Un saco de Magdalena parece un abrigo hecho de abrazos chiquitos. 

La artesanía está tan arraigada en su territorio porque, según cuenta ella, Bochica les enseñó a tejer a los muiscas que estaban asentados en el Valle del Suamox (Sogamoso), y antes de irse, hizo unos dibujos en las piedras para que no olvidaran esta práctica. Desde entonces los mayores han sido los portadores de este saber, pero Magdalena frunce el ceño y revela su preocupación porque a los jóvenes hoy no les gustan las artes ni las lanas

Magdalena no le tiene nombre a las ovejas. Solo tiene una que es su favorita a la que le dice ‘la mona’. “Es la más traviesa y se baja de la montaña y guía a las demás en la fuga, entonces me toca bregar para subirlas de nuevo al monte”, cuenta mientras sigue moviendo sus dedos como si fueran un reloj. 

Jesús Daniel Chasoy

¡Acción! Se acomodó y miró a la cámara con una seguridad que le nacía del pecho. El orgullo que sentía al hablar de su comunidad, la Camënstsá, Inga de San Francisco de Sales, Cundinamarca, brotaba de su par de ojos. Dos pepas cafés que solo brillaban entre sonrisas genuinas. 

“La tradición no es algo que se obliga. Nace por inspiración propia, por una necesidad de innovar, de trabajar en comunidad y para ella. Es una decisión propia porque ahí están nuestras leyendas, ancestros, tradiciones, ¡nuestras cosmovisión!”. Su rostro se exalta y sus facciones cobran vida.

Jesús Daniel Chasoy tiene 23 años y representa ‘Artesanos de San Francisco’, sabe que su misión es no permitir que las tradiciones de su comunidad se pierdan, “mi lengua también se está acabando, eso no puede suceder”. Sabe que la ancestralidad cultural que carga consigo teje memorias y que los hilos que tejen su historia parecen desbaratarse en sus manos, pero son ellas mismas las que reconstruyen una nueva forma de ver el mundo. “Desde el arte hay que fortalecer esto y ejecutar un impacto económico”.

Se toca la nariz y hace una mueca parecida a una risa. ¡Corte! 

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