Un repaso por el exterminio de la UP

Grafiti de la Unión Patriótica en Bogotá / Foto: Mariano Ronda

En marzo de 1985 se firmaron los acuerdos para el cese al fuego, tregua y búsqueda de la paz entre el gobierno del conservador Belisario Betancur y el Estado Mayor de las FARC en la Uribe (Meta).  Estos acuerdos buscaban una salida política al conflicto armado entre el gobierno y las FARC.

Como parte de la estrategia de reincorporación a la vida civil de los guerrilleros se creó la Unión Patriótica (UP), partido político que recogía las ideas de la guerrilla y de diversos sectores de la sociedad. La UP congregó a trabajadores, sindicalistas, intelectuales y a un número importante de simpatizantes sobre todo en las regiones del Meta, Magdalena Medio y el Urabá.

Unión Patriótica (UP)Foto: Comisión Intereclesial de Justicia y Paz

En 1986 la Unión Patriótica se presentó a las elecciones parlamentarias y regionales obteniendo 24 diputados departamentales, 275 concejales, 4 representantes a la cámara y 3 senadores. Estos resultados contrastaron con un hecho trágico: durante su primer año de existencia 300 de sus miembros fueron asesinados. La UP se conformó siguiendo una propuesta de construcción nacional en concordancia con la propuesta política de las FARC, pero también con otras agrupaciones políticas como dos frentes del ELN y una parte importante de las Milicias Obreras.  

En los acuerdos de La Uribe estaba contemplado que los guerrilleros tendrían un año para incorporarse a la vida civil. Parte de la actividad política realizada por la UP tuvo el apoyo de los insurgentes a quienes se les acusó de hacer actividad política usando las armas. Algunos ganaderos, terratenientes y grandes hacendados no se interesaron en la plataforma política del nuevo partido y por el contrario empezaron a financiar y a apoyar la creación de grupos de autodefensas que, de la mano de militares, recibieron instrucción de asesinar a los dirigentes del partido.  

La operación de exterminio contra la Unión Patriótica, conocida como “El Baile Rojo”, se llevó a cabo en un primer momento asesinando a sus militantes de base, pero llegó hasta el asesinato de dos candidatos presidenciales y de muchos de sus candidatos regionales. 

Documental 'El Baile Rojo' (2003) cuenta la historia del exterminio de la Unión Patriótica

El exterminio continuó durante los siguientes años. Los paramilitares siguieron engrosando sus filas con la ayuda de narcotraficantes como Rodríguez Gacha y Víctor Carranza, quienes en 1988 lograron reunir a aproximadamente 5000 hombres para incursionar en una zona de influencia de la UP, el departamento del Meta, donde habían logrado mayor representatividad. 17 miembros de la UP fueron asesinados en el Castillo, corregimiento de Vista Hermosa, en una de las primeras masacres perpetradas contra la UP.

El genocidio de la Unión Patriótica le significó al país el asesinato de reconocidos líderes como Jaime Pardo Leal, Manuel Cepeda y Bernardo Jaramillo Ossa, pero además manchó la memoria del país con uno de los más sangrientos episodios de intolerancia política.

Bernardo Jaramillo Ossa / Foto: Archivo El Tiempo

La década de los 80 y parte de los años 90 se tradujeron en el exterminio físico de un partido político en Colombia, creado precisamente después de la firma de un proceso de paz. Cerca de 5000 personas pertenecientes a la Unión Patriótica fueron asesinadas, torturadas y desaparecidas como una muestra del silenciamiento de alternativas políticas. El delito de genocidio político fue tipificado en el año de 2012, pero fue hasta el 2016 que el Gobierno Nacional reconoció en un acto público la responsabilidad del Estado en el genocidio de la Unión Patriótica al no actuar de manera preventiva ante un exterminio que estaba en marcha.

30 años después los colombianos estamos siendo testigos de una historia similar. Desde la refrendación de los acuerdos de paz con las FARC en diciembre de 2016 hasta la fecha, más de 300 líderes sociales y defensores de derechos humanos han sido asesinados en Colombia. Los departamentos más afectados han sido Cauca, Antioquia y Nariño, seguidos por Valle del Cauca, Córdoba y Norte de Santander. Nos preguntamos, ¿estamos dispuestos a repetir la historia?


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