Foto: Facebook de 'Litigante'
El 21 de noviembre del 2019 se estrena la película de Franco Lolli, ‘Litigante’, protagonizada por su madre y la docente y escritora Carolina Sanín; el producto audiovisual fue seleccionado como la cinta de apertura de la Semana de la Crítica en el Festival de cine de Cannes, uno de los eventos con reputación en el mundo cinéfilo. Este es un viaje sensorial y experiencial porque no sé hablar de otra forma que no sea empezando por mí, para poder abrir un puente contigo, lector/a.
“¿Sabes? No es común ver que el cine colombiano le apueste a la narrativa de lo humano y la haga sentir de esa manera: humana” fueron las palabras que Carolina Sanín me dio cuando se terminó la función y le pregunté cómo se sentía. No estuve segura —y hoy, escribiendo esto, tampoco lo estoy— de si se lo preguntaba a ella o a Silvia, el personaje protagónico. Cuando salí de la película me quedó un sabor que pocas veces me queda con las películas: la sentí familiar, como si mi madre se sentara a mi lado y me tomara la mano mientras la veía. No era de extrañar. Esta película está protagonizada por 3 mujeres.
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El cáncer es un parásito visceral que se descontrola sin avisar y que parece palpitar con vida propia dentro del cuerpo que lo habita. Lo curioso del cáncer es que, a pesar de que está dividido en etapas terminales, rompe las reglas y se propaga hambriento. Cuando la película inicia sabemos que el problema está puesto sobre la mesa: una mujer, cabeza de familia, lidia con una demanda en la empresa donde trabaja y, más importante aun, con la próxima muerte de su madre quien sufre de cáncer. La narrativa de Franco Lolli nos lleva a un lugar de dolor inmediato. No da espera, no anestecia, no le interesa amortiguar el golpe. Está ahí y nos arde como espectadores desde el primer momento. No da tiempo para que tomemos saliva, sabemos de antemano que la historia será difícil y que dolerá. De hecho, no es raro descubrir cierta familiaridad con el personaje interpretado por Leticia Gómez — quien hace de la madre de Silvia—: es una mujer tenaz, fuerte y dura, madre viuda de dos mujeres que convive con el cáncer y acepta que el tiempo de morir está próximo. Una matriarca hecha a pulso y que saca toda su humanidad en los diálogos que van desenvolviéndose a lo largo de la película: el guión es la materialización de la batalla contra el cáncer que la está matando. No romantiza la enfermedad, ni la hace ver como una fatalidad en sí misma, sino que la muestra en toda su crudeza y realidad.
Foto: Facebook 'Litigante' película
Cuando los diálogos se convertían en una discusión entre la madre y Silvia, el cine se quedaba completamente mudo. Se escuchaban personas derramar lágrimas y me dije a mí misma “tal vez esto es lo ocurre cuando una historia cinematográfica se siente como propia”, y no por el llanto, ni porque fueran madre e hija, sino porque entre más acalorada era la discusión de estos personajes, el cáncer más se propagaba y mutilaba una relación de dos mujeres que se amaban más de lo que parecían odiarse. Eran las palabras —junto al lenguaje— la única herramienta que permitía que su relación no se desgarrara de raíz. De nuevo, otro acierto que tal vez Franco Lolli desconoce: desenmascarar el verdadero miedo a la muerte de una madre: perderla, verla desvanecerse, arrancarla de la vida como lo haría el cáncer. Y tal vez es ahí donde la sala y yo vibrábamos y sabíamos que, a pesar de que el mensaje no estuviese explícito, el guión le iba ganando al cáncer, y Silvia iba perdiendo a su madre.
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“Yo prefiero morir que vivir mal”, es una de las primeras líneas que le escuchamos a este personaje y que nos anticipa a una película cargada de decisiones difíciles y hostiles. Es un acierto que narrativamente me sedujo de tal forma, que encontré coincidencias con mi vida personal de una manera muy profunda, desde haber visto al cáncer llevarse a las personas que amaba, hasta haber crecido en un entorno rodeado, en su mayoría, de mujeres. El último acierto de Lolli: las protagonistas tienen un papel activo todo el tiempo, no están únicamente puestas en escena cumpliendo diálogos insípidos y sin sabor. No están ahí rellenando un encuadre ni haciéndole una ‘oda’ a las madres solteras o a un falso feminismo, sino que muestran cómo los personajes se transforman y conviven con una serie de decisiones que las atropellan y enfrentan de manera orgánica, sin una pizca de exageración, logrando así que los espectadores jamás perdiéramos el ritmo de la historia.
Tal vez por eso ‘Litigante’ es humana, porque no hay pretensiones de un espectáculo de la pérdida, o del dolor, o siquiera de la muerte, sino que detrás de ese cáncer que vive como un parásito se esconden las complejas relaciones humanas, sus límites, desatinos y dolores más profundos. Tal vez por eso cuando me acerqué a Carolina Sanín seguí viendo a Silvia, porque en el fondo cuando la quería buscar a ella, terminaba por encontrarme también a mí.