Los sonidos de James Hammond

Foto: Archivo personal James Hammond

James Hammond creció en el campo de Inglaterra. Aunque pueda parecer extraño, a pesar de ser el primer mundo, este lugar tenía muy poca acción musical en comparación con la capital, Londres. Pero fue la llegada del internet, a sus 15 años, lo que marcó un antes y un después en su vida de melómano. Por la banda ancha conoció bandas como At The Drive In, The Icarus Line, The Murder City Devils y otras de la camada del rock indie estadounidense. Encontró las biografías de Lou Reed y de Iggy Pop, y ellos se convertirían en su primer gran acercamiento al mundo de la música.

James HammondFoto: Archivo personal James Hammond

“Creo que se ha perdido mucho eso que había antes de Youtube. Eso de tener que esperar para que llegara tu música y de sorprenderte con un hallazgo extraño”, dice en su apartamento de Chapinero Alto en Bogotá.

Hammond era un amante de la música y por eso tuvo que huir a Londres donde encontró otros como él. Estudió Historia, pero nunca ejerció la profesión. Buscaba los sonidos más extraños que se produjeran en el mundo. Así llegó a trabajar en Cargo Records, una de las disqueras y distribuidoras más importantes de música independiente y extraña, donde escuchó todo lo que sus oídos pudieran soportar.

En 2009 su curiosidad lo llevó a irse de viaje por el mundo para grabar sonidos. “En ese momento estaba saturado de escuchar tanta música”. En sus viajes por África y Sudamérica grabó todos los sonidos que pudo, centrándose en un elemento que desde niño la ha fascinado: el agua. Este banco de sonidos es casi un instrumento más para él, quien además es guitarrista, artista sonoro y fotógrafo.

Foto: Archivo personal James Hammond

Al volver a Inglaterra, entre 2011 y 2012, hubo un auge en la popularidad de la música experimental en Londres. Junto con el sello independiente 33-33, creó las St. John Sessions en una antigua iglesia en el barrio Hackney, al este de la ciudad, donde producían conciertos de música electrónica y experimental. Ahí participaron músicos como Ryuichi Sakamoto, William Basinski y Tony Conrad. Hammond terminó de conocer la industria de la música desde todos los aspectos: “Fue bueno conocer el otro lado de la música”, y agrega: “me gusta que la escena en Colombia es distinta, las personas están genuinamente interesadas en la música experimental”.

Finalmente regresó a Colombia, tierra que recordaba por los ecos y reverberaciones de las tumbas de Tierradentro y por algunos nacimientos termales que conoció por esa misma zona. Ya en Bogotá, alejado de las distracciones de producir conciertos o trabajar en disqueras, pudo enfocarse en su obra. Y desde su llegada en 2016 lo que ha hecho es producir: compuso la música para el cortometraje ‘Nuevas ansiedades’ de la artista bogotana Sofía Reyes Guevara, creó 'Corrientes', un performance basado en su obsesión con los sonidos del agua, mezclado con sonidos de guitarras y abstracciones electrónicas y desarrolló un proyecto para la galería SGR en San Felipe.

Cuando le propusieron trabajar con Sandro Romero y Fabio Rubiano en 'Constelaciones' del joven dramaturgo inglés Nick Payne, no lo dudó ni un segundo. La obra, al igual que su música, es una apuesta de teatro no convencional. Además, habla de posibles realidades paralelas, y los directores decidieron que uno de sus personajes fuera interpretado por dos actores, un hombre y una mujer, en distintas funciones.

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Es la primera obra de teatro que se realiza en el Planetario de Bogotá, lo que significó un reto en la producción (ya que es un escenario de 360 grados) y un reto para Hammond, pues la acústica es muy distinta a la de un teatro.

ConstelacionesImagen: Página de Facebook Planetario

“Había una escena en que se necesitaba lluvia, y busqué un momento extraordinario que grabé en África, donde tuve que presenciar una tormenta de truenos”. Más que componer una sola pieza, fue creando momentos, temas que se repiten y se usan en la obra dependiendo de las necesidades del director.

James Hammond.Foto: Archivo personal James Hammond

“Cuando siento la necesidad de comenzar un nuevo proyecto lo hago, sigo mi ímpetu. Tengo unos diez proyectos en desarrollo. Mi mentalidad es de improvisador”, dice y sonríe mientras se toma un sorbo de té.  

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