Lo que me dejó el freestyle luego de la Batalla de Gallos

La noticia de cubrir la Batalla de Los Gallos de Red Bull me llegó de manera sorpresiva. Nunca cubrí un evento de este estilo, además, en conciertos siempre estuve entre las masas, bien libertino. Así que me dediqué esta vez a tomar fotografías. Fue un disfrute desde lo estético, más que desde lo pasional. Así que tuve que equilibrar la balanza viendo las repeticiones de las batallas por YouTube, recapitulando los cruces y los finalistas, hasta llegar al campeón Carpediem.

En ese océano sin fin de videos me encontré con las batallas callejeras, en las que los raperos forjan su estilo y avanzan hasta llegar a lo más alto, como un jugador de fútbol profesional que en sus inicios jugaba el Hexagonal del Olaya o el torneo de El Suroriente. En un par de ocasiones me invitaron a ‘parchar’ a alguna y nunca fui por negligencia. Vale aclarar que mi cercanía con el freestyle siempre se dio en encuentros callejeros con amigos, improvisando cosas absurdas, rimas que dan pena.

El freestyle es una parte dentro del movimiento del hip hop, el cual acoge a los dj’s, el grafitti y el breakdance. Los MC’s son los raperos en general, algunos improvisan y otros no, pero en las batallas se les conoce por ese nombre, aunque también les suelen decir Gallos.  

Del ‘free’ pensaba  que con talento innato era suficiente, como que se nace con eso. Pero no es así. El mar de sensaciones que me dejó el evento y el post-evento me hizo comprender que es una cuestión de práctica, de imaginar mundos y situaciones, de entender un contexto social y en tiempo presente, de entrenar con palabras, de memorizar y de ser ágil en lo que se dice, de unir ideas y de estar fresco.  

Quizá por eso, por dar frescura a la mente y a toda una cultura, a grupos urbanos de una generación, es que el movimiento ha crecido sobradamente. Para la Final Nacional en 2019 Red Bull tuvo que escoger un escenario más amplio, pasando del Auditorio CUN a la Gran Carpa de Las Américas. Y puede ser el boom digital o lo que se quiera, pero las visualizaciones de la final por streaming en 2019 alcanzaron 856 mil espectadores, una cifra superior en comparación con las 207 mil de 2018.

Final Red Bul Batalla de los Gallos Colombia | Foto: David Gómez – Canal Trece

Como dato curioso: En 2006 Colombia fue anfitriona de su única Final Internacional de Red Bull, realizada en el Coliseo Gallístico San Miguel, con apenas 700 personas como público. Fue la última vez que realizaron batallas en una gallera (real), y ese día, el español Rayden ganó a pesar de tener diarrea y una fiebre de 40 grados.

El crecimiento en estos quince años a nivel Latinoamérica es notorio. Si bien cada país disfruta de un estilo, es como si el pedazo de continente (incluyendo a España) se desarrollara de manera conjunta. Y las batallas callejeras que mencioné antes, son las calderas donde se cocinan los mejores raperos.

En Colombia hay muchas. Por ejemplo, en Bogotá existe Código de  Barras o la Macarena Liga de Freestyle. En Soacha, Warriors of Freestyle. En Medellín, Cuatro Barras. Y así por todo el país, hasta que se dan campeonatos nacionales como BDM con participantes de Popayán, Neiva, Cúcuta, Palmira, Ocaña, Buga, Villavicencio, etc.

Esa diversidad cultural entra en choque y crea personajes. Sus influencias culturales los caracterizan. Cada MC es un mundo en sí, con un estilo, técnica y flow distintos. Así lo vi en Red Bull, en los enfrentamientos entre ADH y Tuni (Palmira vs. Manizales), Carpediem y Token (Bogotá vs. Barranquilla) o Big Killa y MC Mat (Medellín vs. Bogotá), en donde el estilo de ‘Killa’ era notoriamente más ‘trovador’ que el de Mat. Y ni hablar del enfrentamiento entre Husky y Tuni, en donde el lobo y el perro los representaban simbólicamente y en eso gravitaron varios versos.

Si hay que añadir una cosa, es la participación de  Marithea, la primera mujer en la Final de la Batalla de los Gallos Colombia. Excelente su participación, llegando a la semfinal y consiguiendo el tercer puesto. Ya en un sin fin de batallas  barriales he visto chicas dando la cara y siendo presentadoras. Seguramente nos vamos a acostumbrar a Marithea y a ver más participación femenina en Red Bull. 

En fin, lo dicho hasta ahora es una pequeña parte del gran cosmos 'freestylerero'. Se trata de atreverse a jugar con las ideas, a moldearlas en un ejercicio mental en donde la concentración, la originalidad y la confianza llevan al rapero como por un río, entre aguas de realidad y metáfora. Mejor que Big Killa le dé el golpe final a esta narración, con las palabras que encontró cuando le pregunté cómo empezó y que se debe tener en el freestyle:

“Mi primera experiencia fue en el 2006, el auge no era el mismo, era más del rapero, la escencia, que se parcha a freestylear y listo. Yo me fui adaptando a su evolución. Hay que ver, hay que escuchar, hay que aprender de cada cosa, porque es eso, improvisar con lo que existe y sentimos. A alguien que le guste de corazón esto le digo que lo haga a diario, porque es como cualquier otra disciplina. Vos podés ir rimando si vas en el carro o en la moto. En un break puedes ir rimando y sacando ideas. La ventaja de esto es que no necesitas utensilios o cosas externas. Una idea buena y digo ‘uy mirá esto’ y podés asociar ideas y ejercitar, hay recursos. No dejarlo nunca y entonces se da algún día”.

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