Laura habla y al tiempo hace gestos con la cara y no puede dejar las manos quietas. Ella es la intérprete de señas del Canal Trece, una persona a la que, los que no somos parte de la comunidad sorda, pocas veces vemos y ponemos atención.
Nacida en Paraguay, hija de una mujer intérprete de señas, hoy en día vive en Bogotá y está dedicada a la interpretación de señas en la televisión pública. Estuvimos hablando con ella, porque, aunque para quienes trabajan en este oficio, es más importante visibilizar a la comunidad sorda, consideramos su trabajo esencial para la inclusión, un asunto tan importante en estos tiempos de diversidad.
¿Cómo llegas a ser intérprete de señas?
"Antes de referirme a mí en particular quiero ir a la generalidad de los intérpretes de lengua de señas y específicamente en América Latina. La formación para intérpretes es muy escasa, la mayoría somos empíricos y nos hemos formado con la comunidad sorda porque es que, además, sucede como con cualquier otro idioma. Es mucho mejor aprenderlo en inmersión; uno se puede inscribir en todos los cursos que quiera, pero hasta que no te enfrentas a hablarlo en la cotidianidad no lo aprendes realmente. Con la comunidad uno aprende más rápido, aprende temas culturales, usos, muletillas, todo lo que tenga que ver con la lengua. Pero la verdad es que no existe realmente un medio para formarse. De hecho, en Colombia, la única que tiene carrera tecnológica de interpretación para sordos es la Universidad del Valle y es un escenario muy nuevo.
Ahora sí, en mi caso particular es diferente porque yo soy hija de una intérprete. No tengo familiares sordos pero mi mamá es intérprete de lengua de señas. Cuando yo estaba muy pequeña ella me llevaba a sus evento y actividades y ella es muy activista de la comunidad sorda, ha trabajado por los derechos de la comunidad y yo crecí dentro de ese contexto".
Según Laura, el proceso de formación sigue siendo difícil hoy en día, a pesar de que desde hace más de dos siglos ya es una lengua oficial. “Las lenguas de señas estuvieron prohibidas en muchas partes del mundo durante mucho tiempo, en Colombia se reconocieron en 1996, es decir que al día de hoy llevan 23 años de ser reconocidas. Desde 1880 en Milán hubo un congreso de educación para personas sordas donde definieron que la lengua de señas no permitía el desarrollo cognitivo de estas personas, porque los aislaba y no los integraba a la sociedad. Sin embargo, esa era una creencia que venía incluso desde los tiempos de los filósofos griegos, quienes consideraban que el lenguaje hablado era el único que podía configurar el razonamiento”.
“Hay historias de colegios acá en Colombia en donde les prohibían a las personas sordas mover las manos. A los niños les pegaban para obligarlos a emitir sonidos, a vocalizar. Es cercenar un derecho a hablar una lengua porque no estaba reconocida como tal y esa es la razón por la cual la lengua de señas comienza a crecer en grupos aislados, haciéndola tan diferente entre una y otra”.
Laura no es colombiana, nació en Paraguay, en donde se formó con la comunidad sorda paraguaya, pero hace 8 años se mudó a Colombia por ser un referente a nivel latinoamericano en televisión accesible y en inclusión.
Como en cada país la lengua de señas responde a contextos culturales y sociales, para Laura, al inicio de su llegada a Colombia, fue difícil acostumbrarse a las señas colombianas. Pero además, lograr trabajar en su acento porque como ella dice “los intérpretes tratamos de ser no identificables y tener un acento te hace visible justo cuando quieres que el que se vea sea la persona sorda”.
¿Nos puedes dar un ejemplo de esas diferencias culturales?
“Fíjate que en occidente siempre hablamos del futuro como algo que está más adelante, algo hacia lo que avanzamos, algo que está en frente, lo estoy mirando. Entonces acá todas las señas con las que hablamos sobre el futuro van hacia el frente, señalamos siempre al frente. Pero en oriente, el futuro, conceptualmente es algo que esta atrás. Yo no puedo ver hacia dónde voy, no sé qué hay en el futuro, es una línea por la que yo camino de espaldas, entonces todas las señas del futuro se construyen hacia atrás. Otro ejemplo es que cuando vas a hacer la seña de ‘cocina’, esa seña se construye como los fogones de la estufa, pero si estoy en un contexto más rural, la cocina es diferente y se vería más como la leña o el humo”.
¿Quién es el que debe contratar al intérprete, la persona sorda?
Hay que tener una claridad. El usuario no es la persona sorda, es el oyente también. Siempre se ve a la persona sorda como el que tiene el problema y la verdad es que el usuario puede ser el oyente también. Para mí es importante que se entienda esta relación. El intérprete es un aliado en ciertos contextos, pero al frente de la sociedad como tal, siempre está detrás del sordo, nunca delante. En espacios como la televisión la labor que hacemos es gracias a la población sorda, sin ellos no existiría la profesión del intérprete.
Según Laura, el rol del intérprete debería estar garantizado por todas las entidades que buscan ser ejemplos de inclusión. En Canal Trece, ella trabaja específicamente como intérprete del programa Toma El Control, un espacio de debate sobre el consumo de los medios públicos audiovisuales del que Christian Briceño, periodista de la comunidad sorda, es copresentador.
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"Sin embargo, así como en los medios públicos sí sucede, hay otros espacios públicos en donde existe la ley, pero no se práctica lo cual significa una limitación para las personas de la comunidad sorda. Por ejemplo, cuando una persona sorda va al médico debería ser la entidad prestadora del servicio quien garantice un intérprete, pero no funciona así y las personas sordas deben llevar un acompañante. Siguen existiendo muchísimos espacios así".
Sin embargo, como bien lo explica Laura, es una situación difícil de solucionar porque en Colombia el número de intérpretes no es suficiente para la alta demanda de personas sordas. Se cree que en el país por cada 300 personas sordas hay un intérprete, algo que no es equiparable, ni justo.
¿Qué es lo más difícil y lo mejor de ser intérprete de señas?
Lo más difícil es que no tenemos una formación, el gremio está muy desequilibrado. No hay una orientación sobre cómo debería desempeñarse este trabajo. Por ejemplo, no existe una estipulación de normas de los intérpretes. Otra cosa que es muy difícil es lidiar con otras personas que no conocen el contexto ni los derechos de la población sorda, y uno como intérprete tiene que descifrar cuál es el límite, por ejemplo, cuando se cometen injusticias con una persona sorda y uno debe limitar su trabajo a la interpretación.
Lo mejor es que la interpretación me ha dado muchas posibilidades en temas de desarrollo personal, lo que he aprendido es increíble. También es una profesión que me ha dado la posibilidad de ver la realidad desde otras perspectivas, de entender cosas que uno da por sentado, por ejemplo, los derechos de las mujeres.
¿Cosas divertidas o extrañas que te hayan pasado haciendo tu trabajo?
Cuando estoy con Christian las personas asumen que los dos somos sordos y hablan de nosotros. Por ejemplo, una vez en un banco estaba con una compañera sorda y estábamos hablando en lengua de señas y nos dieron prioridad en la fila y yo me sentía muy mal porque la gente pensó que yo tampoco escuchaba y por eso me dieron prioridad y aunque hablé y les expliqué, me dieron prioridad y yo no sabía qué hacer. Otra cosa que me pasa mucho es que se me olvidan las palabras habladas y me acuerdo solamente de las señas y me cuesta trabajo acordarme de las palabras.
Puedes ver a Laura y su trabajo como intérprete todos los sábados a la 1PM en #TomaElControl