Mi relación con la música surgió en 1994 cuando en el país, el presidente de turno decretó la hora Gaviria. Un momento de la noche en el que, con el fin de ahorrar energía y de modificar los horarios laborales de los adultos, se efectuaba un apagón energético hacia las 7 de la noche que dejaba al país entero a oscuras. En aquellas épocas mi mamá encendía una grabadora azul que tenía un enorme bombillo, la colgaba del techo y comenzaba la transmisión de una emisora que se llamaba ‘colorín coloradio’. A mí todavía me parece escuchar el jingle de esa emisora y recordar las sombras que mamá proyectaba sobre la pared para Camila y para mí.
Hoy, 25 años después, me encuentro en un avión rumbo a Ibagué, una ciudad de la que muy poco conozco, pero de la que sin duda he escuchado bastante, sobre todo su fama de capital musical del país. Visito estas tierras ahora como parte de una invitación de la Fundación Salvi para asistir a un festival musical, su primera versión en esta ciudad, que promete hablarnos y hacernos sentir las músicas que somos.
Bordeado de rosados y morados Ocobos, la capital musical de Colombia se abre ante mis ojos como una experiencia que antes no había tenido. No he terminado de llegar y el criquear de las chicharras ya me inunda los oídos con esta muestra de que en esta tierra hasta la naturaleza se hace música. Y es que es esa justamente, la razón por la que la Fundación Salvi ha traído su festival musical a esta tierra: Ibagué Festival reúne lo mejor de la música clásica y tradicional colombiana con una mezcla sin precedentes con los ritmos de hoy.
Instalados e iniciado el festival la experiencia nos lleva al teatro de la Universidad del Tolima, un lugar en donde, regia ella en medio de un escenario acompañada únicamente por su piano, está Teresita Gómez. Con 76 años encima, esta mujer es una de las figuras más importantes de la música clásica en Colombia.
Que no hay manera de vivir la música clásica evitando su solemnidad, que el vibrar de las teclas del piano se cuela en la piel como un ventarrón helado. El auditorio principal de la Universidad del Tolima fue testigo de la interpretación de ritmos tradicionales no solamente de la música colombiana sino de otros grandes que en la historia se colaron como los padres de la música de cámara.
La ciudad de Ibagué, capital musical de Colombia se convirtió en la casa del Ibagué Festival, un evento que se consolida como un encuentro entre los sonidos tradicionales, contemporáneos y los más populares del país.
Además de los solemnes sonidos de Teresita Gómez y de otros invitados como el Omer Quartet y Todd Palmer, además de la Young Artist Concert con su Hanzhi Wang, acordeonista japonesa, considerados grandes representantes de la música de cámara, en Ibagué se esuchcaron ritmos más populares como los de La 33, Monsieur Periné y los raperos Ali A.K.A Mind y la agrupación local Letal Fuzion.
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De la misma manera en la que se ha vuelto tradicional con otros festivales en el país, el Ibagué Festival 2019 también contó con una importante cuota académica que ncluyó talleres de creación musical, clínicas de lutería –espacios para la construcción y arreglo de instrumentos musicales- y muchos conversatorios sobre la industria musical colombiana.
Este espacio llega para fortalecer la imagen de la ciudad de Ibagué como la casa de la música de nuestro país. Según Mateo Vegalara: “este evento es una envidiable oportunidad para que Ibagué brille y, a su vez, una destacada vitrina que les permitirá a los artistas colombianos en los diferentes géneros mostrar, en un mismo lugar y de manera integradora, lo que están haciendo musicalmente”.