Lo que está escrito sobre la figura de Gabriel García Márquez es infinito. Su obra literaria es tan extensa y fecunda que hablar de toda ella en un solo artículo periodístico resulta inútil y casi imposible. Pero es quizás un poco más fácil definirla, porque lo que Gabo hizo fue definir a su propia tierra a través de las letras.
La obra literaria de Gabo responde a ese contexto en el que él mismo creció y vivió, y que, aunque se pintara de realismo mágico, resultaba ser la radiografía de un país de dolor, guerra, música y vida.
Foto: Archivo Periódico El Espectador
Fue justamente la música uno de los caminos más cercanos a la pluma de Gabo; la música que le llenó el corazón, la mente y las manos y que fue evidente en toda su obra literaria. Para él, un relato literario podía ser tan o más hipnótico que una pieza musical.
Así lo podemos ver, por ejemplo, en su libro ‘Vivir para contarla’ (2002), donde escribió: “Hasta donde recuerdo, mi vocación por la música se reveló en esos años por la fascinación que me causaban los acordeoneros con sus canciones de caminantes [...] Desde que escuché a los primeros acordeoneros de Francisco el Hombre en las fiestas del 20 de julio en Aracataca me empeñé en que mi abuelo me comprara un acordeón, pero mi abuela se nos atravesó con la mojiganga de siempre de que el acordeón era un instrumento de guatacucos”.
[Tambien te puede interesar] Al son de Andrés CaicedoY precisamente el vallenato fue el gran amor musical de García Márquez. En sus columnas y libros aprovechó para expresarlo frecuentemente e inclusive en alguna entrevista se atrevió a asegurar que el libro con el que ganó el Premio Nobel de Literatura, ‘Cien años de soledad’, era "un vallenato de 350 páginas".
Quien mejor resumió ese amor fue Rafael Escalona, uno de los grandes exponentes de la música vallenata en Colombia y además un gran amigo de Gabo. Él alguna vez escribió en una columna: “Su entusiasmo por los vallenatos está expresado en sus libros, con ellos abarca todo el folclor. Como él mismo dice, lo que yo expreso en cuatro estrofas él lo hace en 400 y pico de páginas, pero él eligió una forma mejor orientada, más profunda y filosófica de contar las cosas. Aunque para mí sus libros seguirán siendo un vallenato”.
Estos son cuatro de los vallenatos favoritos de Gabo, quien no solo disfrutaba escucharlos sino también cantarlos junto a sus amigos de parrandas en Valledupar y en La Guajira*.
'Jaime Molina' – Rafael Escalona
'La casa en el aire' – Rafael Escalona
'La gota fría' – Emiliano Zuleta
'La diosa coronada' – Leandro Díaz
Hijo de una familia llena de música en donde sus hermanos y sus padres tocaban todos algún instrumento musical, no fue solamente el vallenato el que acompañó a Gabo en su vida y carrera. Otros géneros musicales fueron vitales para el escritor que no solamente usaba sus canciones favoritas para escribir sino canciones que acompañaron su vida en diferentes momentos. Otros ritmos fueron relacionados con sus historias y, por ejemplo, 'El amor en los tiempos del cólera' fue siempre para Gabo un bolero en forma extendida y 'El coronel no tiene quien le escriba' un eterno concierto para piano.
Estas son otras canciones de las que Gabo habló a lo largo de su carrera musical y que fueron para él grandes poemas musicalizados:
'Cucurrucucú Paloma' – Tomás Martínez
'Pedro Navaja' – Rubén Blades
'Help' – Beatles
'Concierto para piano' – Béla Bartók
*Esta selección de canciones fue extraída de una lista que publicó la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, basada en diferentes entrevistas en las que Gabo habló sobre las canciones que le gustaban o lo habían inspirado.
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