La literatura de García Márquez ha hecho posible transformar esta dura realidad colombiana en magia y a eso el mundo entero lo conoció como el realismo mágico. Han pasado ya cinco años desde aquella tarde en que se fue y hoy en día su legado permanece.
[También puedes leer] Gabo: 91 años de su vida mágicaEn el 2019 la cadena de streaming, Netflix, anunció que compró los derechos para convertir en imágenes la historia con la que Gabo fue capaz de resumir a todo un país: 'Cien años de soledad'. Desde 1967, esta novela, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1982, se ha convertio en referente de la literatura, no solo colombiana, sino de toda América Latina.
La noticia sobre su versión audiovisual no fue del todo bien recibida. Para muchos arriesgarse a transformar una obra literaria de tal magnitud, conlleva riesgos que no valdría la pena correr. Para otros, tener la posibilidad de darle voz y rostro a entrañables personajes como Remedios, la Bella, o Ursula Iguarán, o el gitano Melquiades, o al mismísimo José Arcadio Buendía, es una posibilidad que solo el cine y la televisión nos pueden dar.
Aunque los hijos de Gabo serán los productores ejecutivos de la serie de televisión, quienes han sonado para dirigir esta historia son muchos latinoamericanos de los que tenemos grandes referencias audiovisuales. Por eso, en ese ejercicio de imaginarnos cómo se vería 'Cien años de soledad' si fuera dirigida por algún grande, no solo del cine nacional, sino de toda Latinoamérica te compartimos tres pósters, tres directores y tres estilos que a nosotros nos encantaría ver en esta adaptación audiovisual:
¿Qué tal si 'Cien años de soledad' fuera dirigida por Guillermo Del Toro?
Por supuesto ésta es la más ambiciosa de nuestras apuestas. Creer que Del Toro podría ser el director detrás de las escenas que más queremos de esta historia es un sueño que sí nos atrevemos a imaginar. ¿Pueden imaginarse ustedes el calor de las tierras macondianas retratadas a través de esas imágenes oscuras y húmedas que ya le hemos visto a Guillermo del Toro en películas como 'El laberinto del fauno' o su más reciente 'La forma del agua'?
Así nos la imaginamos
Ilustración: Luis Cubillos – Canal Trece
Fragmento:
"Apenas había empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa.
-¿Te sientes mal? -le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
-Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerones y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria".
¿Qué tal si 'Cien años de soledad' fuera dirigida por Sergio Cabrera?
A dos colombianos nos hemos imaginado dirigiendo esta innolvidable historia y es porque sin duda hemos creído que nadie mejor que alguien de estas tierras para que las imágenes de Macondo no nos defrauden. Uno de ellos nos dejó una de las películas más importantes de la historia del cine nacional 'La estrategia del caracol'. Sergio Cabrera tendría en sus manos la posibilidad de volver a Macondo parte de la cotidianidad, de arrastrar ese realismo mágico que a veces parece tan elevado de vuelta a esta realidad colombiana.
Así nos la imaginamos:
Ilustración: Luis Cubillos – Canal Trece
Fragmento:
"Rebeca esperaba el amor a las cuatro de la tarde bordando junto a la ventana. Sabía que la mula del correo no llegaba sino cada quince días, pero ella la esperaba siempre, convencida de que iba a llegar un día cualquiera por equivocación. Sucedió todo lo contrario: una vez la mula no llegó en la fecha prevista. Loca de desesperación, Rebeca se levantó a media noche y comió puñados de tierra en el jardín, con una avidez suicida, llorando de dolor y de furia, masticando lombrices tiernas y astillándose las muelas con huesos de caracoles. Vomitó hasta el amanecer. Se hundió en un estado de postración febril, perdió la conciencia, y su corazón se abrió en un delirio sin pudor. Úrsula, escandalizada, forzó la cerradura del baúl, y encontró en el fondo, atadas con cintas color de rosa, las dieciséis cartas perfumadas y los esqueletos de hojas y pétalos conservados en libros antiguos y las mariposas disecadas que al tocarlas se convirtieron en polvo".
¿Qué tal si 'Cien años de soledad' fuera dirigida por Cristina Gallego y Ciro Guerra?
Si hay alguien capaz de transformar 'Cien años de Soledad' en lo que muchos quisieramos ver, seguramente sería este dúo de directores colombianos que podrían poner en el panorama internacional esta historia que es tan nuestra. Con nominaciones al Premio Óscar por 'El abrazo de la serpiente' y con imágenes tan cálidas como las de 'Pájaros de verano' es probable que estos dos realizadores sean idóneos para esta tarea que para nada es sencilla.
Así nos la imaginamos
Ilustración: Luis Cubillos – Canal Trece
Fragmento:
"Al ser destapado por el gigante, el cofre dejó escapar un aliento glacial. Dentro sólo había un enorme bloque transparente, con infinitas agujas internas en las cuales se despedazaba en estrellas de colores la claridad del crepúsculo. Desconcertado, sabiendo que los niños esperaban una explicación inmediata, José Arcadio Buendía se atrevió a murmurar:
—Es el diamante más grande del mundo.
—No —corrigió el gitano—. Es hielo.
José Arcadio Buendía, sin entender, extendió la mano hacia el témpano, pero el gigante se la apartó. «Cinco reales más para tocarlo», dijo. José Arcadio Buendía los pagó, y entonces puso la mano sobre el hielo, y la mantuvo puesta por varios minutos, mientras el corazón se le hinchaba de temor y de júbilo al contacto del misterio. Sin saber qué decir, pagó otros diez reales para que sus hijos vivieran la prodigiosa experiencia. El pequeño José Arcadio se negó a tocarlo. Aureliano, en cambio, dio un paso hacia adelante, puso la mano y la retiró en el acto. «Está hirviendo», exclamó asustado. Pero su padre no le prestó atención".