Cada año en el Valle del Sibundoy, se lleva a cabo una celebración que reúne dos comunidades indígenas de la región: los Inga y los Kamëntsá; la celebración se llama el “Día Grande” o el Bëtsknaté.
Coloquialmente se le ha puesto el nombre del Carnaval del Perdón en Putumayo, donde la paz, el perdón y la reconciliación son los protagonistas. Sin embargo, su nombre real es el “Día Grande” pues también marca el inicio de año para estas comunidades en el que se restablece el equilibrio alterado por los conflictos, se fortalecen los lazos comunitarios y se garantiza la prosperidad.
Según un estudio de Pablo Felipe Gómez Montañez, doctor en Antropología de la Universidad de los Andes, “la palabra perdón es indicadora de una imposición lingüística y ética de los misioneros capuchinos en la práctica ritual”. Por eso en los afiches promocionales de la festividad se decide dejar su nombre en lengua kamëntsá: Bëtsknaté, que traduce “el día grande nuestra gente”.
El Taita Santos, una de sus fuentes, define esta celebración como una festividad de renovación que tiene como finalidad ante todo “agradecer” a la Madre Tierra por los frutos recibidos y asegurar espiritualmente la prosperidad del ciclo que se renueva.
Según otro estudio de la Universidad Nacional, el Bëtsknaté es una expresión de vida que aporta invaluables herramientas para la paz y se convierte en una contribución significativa a la reconstrucción de la memoria en nuestro territorio putumayense, tan golpeado por la violencia en las últimas cuatro décadas.
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Pero, ¿cuál es su origen?
Los orígenes de esta fiesta se remontan a la cosmogonía indígena de las etnias que habitan la zona, así lo asegura la tradición oral del pueblo de Sibundoy.
Cuenta la leyenda que Betiyeguagua, el Hijo Árbol, fue castigado por la Madre Tierra tras secar por completo la laguna del Valle de Sibundoy y en su reprimenda fue enviado al Cerro de Patascoy. A su regreso trajo consigo saberes relacionados al baile, el canto y los vestuarios coloridos. El día de su retorno al Valle marca el inicio de la fiesta del Carnaval del Perdón o el Día Grande.
La casa del cabildo marca el punto final del recorrido inaugural. En ese lugar se inicia la ceremonia del perdón y la reconciliación entre los miembros de la comunidad. Aquí el taita gobernador celebra con sus propias palabras la importancia del carnaval como ritual de amor propio.
Después de las palabras del taita, la celebración inicia con un arrojo de flores mientras la comunidad busca el momento para solucionar sus diferencias con aquellos que tuvieron problemas.
Durante la Ceremonia de las Flores, el taita y otros mayores homenajean a las personas destacadas de la comunidad decorando su cabeza con adornos florales como símbolo de la renovación de los votos para la convivencia entre los pueblos Inga y Kamëntsá.
El Día Grande fue declarado Patrimonio Cultural e Inmaterial de la nación en el año 2012. A pesar de los años se ha mantenido por su importancia como ritual de agradecimiento, entender nuestras raíces indígenas y la necesidad de reconciliación que los tiempos actuales piden.
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