Chiva artesanal / Foto: Somos Región
El bus más popular de Colombia es sin duda alguna la chiva, que no es otra cosa más que un camión adecuado artesanalmente con un par de bancas de madera y un techo reforzado en metal.
Su historia se remonta a Antioquia, unos 100 años atrás, y su función en ese entonces era la de transportar personas y alimentos por los estrechos caminos del país. El sonido de su claxon se asemejaba al del balido de los chivos y los campesinos empezaron a identificarlo bajo el nombre de 'chiva'.
Con el paso del tiempo, las chivas empezaron a caracterizarse por su colorido y los diferentes adornos que las decoraban, como imágenes religiosas, letreros con frases como “viejito pero con ganas” y paisajes u objetos típicos de las regiones que han visitado. Y todo eso fue lo que llamó la atención de la ceramista y artista plástica Cecilia Vargas Muñoz cuando tan solo tenía 10 años.
Chiva 'Mi bomboncito' / Foto: Somos Región
“Una de las cosas que recuerdo de mi niñez, cuando vivía en el campo, cerca de Garzón (Huila), es que a mí me gustaba ver las chivas aparecer y desaparecer en la carretera que atravesaba la montaña. Muchas veces yo jugaba a adivinar en dónde la iba a volver a ver”.
Esa era una de las cosas que más disfrutaba ella, tanto como jugar con la arcilla que encontraba en el taller de su mamá, Aura Muñoz de Vargas, una de las artistas más importantes en la historia del Huila.
Y fue observándola a ella que Cecilia empezó a modelar la tierra, esculpirla y pintarla para recrear las figuras del pesebre en cada Navidad.
Alguno de esos años, Cecilia recordó la admiración que sentía por la chiva, así que aludió a su creatividad y sin siquiera soñarlo, creó uno de los más grandes íconos de nuestro país: la chiva artesanal.
‘La chiva de la paz’ / Foto: Somos Región
“Para esa primera versión de la chiva artesanal me basé en el mercado porque yo veía que ese medio de transporte no solo llevaba personas, sino también cilantro, yuca, arracacha, cebolla recién arrancada y olían a eso. Quise transmitir su espíritu y alma que invita a recorrer los hermosos paisajes colombianos llenos de color”.
El país no tardó en sentirlo como tal. Entonces la chiva artesanal empezó a salir en periódicos, noticieros y hasta novelas y películas. Así fue tomando un gran significado en el contexto nacional, hasta convertirse en el artículo popular más importante del país.
“Los colombianos la asumieron como propia y la quisieron desde el primer momento. Eso hizo que esta artesanía se convirtiera en un símbolo del país”.
Cecilia Vargas Muñoz en su taller / Foto: Somos Región
Desde entonces diferentes artesanos colombianos se dedicaron a replicarla y hoy se estima que unas 250 familias de Pitalito (Huila) viven de representar este medio de transporte con arcilla. No en vano, en 2017, la chiva de Pitalito obtuvo la denominación de origen por la Superintendencia de Industria y Comercio.
Las manos de Cecilia, puntualmente, han elaborado cientos de chivas con temáticas diferentes. Entre las más famosas están las que hizo en homenaje a Gabriel García Márquez, a José Eustasio Rivera y ‘La chiva de la paz’, esta última, una representación de los personajes protagonistas del conflicto armado y social del país.
“La chiva para mí es un acto de amor. A cada una de las que labro les imprimo alma y por eso las personas que están en mis artesanías se ríen y se abrazan. Eso me gustaría poder enseñárselo a los otros artesanos para que esta tradición se mantenga por muchos años más”.
‘La chiva de la paz’ / Foto: Somos Región
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