Foto: Óscar Beltrán – Canal Trece.
Tiempos en los que los sueños y las esperanzas estuvieron puestas en la igualdad y en la paz, la justicia social y el cuidado de los recursos. Tiempos de consciencia política, tiempos. Pero, la vida real ha sido otra y el mundo ha crecido con diversas prioridades. Prioridades que son cuestionadas y que fueron la base creativa para generaciones que tuvieron un aprecio en principio con el rock.
Pero el rock se ha convertido en un camino y posibilidad, no en un fin. Las nuevas generaciones han adoptado diferentes lenguajes musicales y posturas frente al mundo para narrarlo. Hay quienes se van por lo folclórico, hay quienes se van por lo electrónico y sus cientos de vertientes, hay quienes tienen en lo tropical su expresión y hay quienes aún sienten que su carrera musical está hecha por todo lo que se escucha y ve todo el tiempo.
Foto: Óscar Beltrán – Canal Trece
Lo cierto es que esta es una selección de diez artistas iberoamericanos cuya juventud es el punto de partida para considerarlos como una nueva sangre creativa. Una que tiene todo su derecho y necesidad de dejar su huella en un tiempo de redes sociales, teléfonos inteligentes y angustia digital.
Ninguno tiene más de treinta años. Son talentos que responden a los estímulos propios de su tiempo: internet, música que va y viene, música en plataformas de streaming, tensiones sociales locales-globales, y en muchos casos, son artistas alejados de los medios tradicionales (porque poco los consumen).
Algunos ya tienen discos publicados, pero no apuestan a que ellos se conviertan en la prioridad de su carrera. Son artistas que están buscando sus espacios, públicos y cuya música es imparable. Y son así un relevo necesario.
Esta selección se ofrece como opción, no como selección definitiva.
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Benito Cerati (Argentina)
Para este joven chileno-argentino, una cosa es ser hijo del fallecido Gustavo Cerati. Pero otra es cosa es ya tener un camino musical propio que algunos critican y comparan con lo hecho por su padre; pero que definitivamente es su proceso artístico. Uno que se nutre de rock, electrónica, glam y actitud. Benito tiene 25 años y su trabajo musical ha venido de la mano de una banda llamada Zero Kill, con la cual hace cosas así:
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Nathy Peluso (Argentina)
Nathy nació en Luján, provincia de Buenos Aires. Allí creció entre la bossanova, el jazz y el swing. También tuvo una formación teatral y de baile que le dieron las bases para luego de estudiar pedagogía de la danza, cruzar el charco y llegar a Madrid. Allá tiene una base operativa que le ha permitido hacer una obra capaz de representar su aprecio por el hip hop, el reggae, el folclore y una realidad imparable: responde a una realidad y a unas dinámicas de sencillos con millones de vistas en YouTube, giras por escenarios de América y Europa y ser una artista revelación contemporánea.
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Mabiland (Colombia)
Nació en Quibdó y se trasladó a Medellín para estudiar comunicación social. A sus 23 años ha tenido la capacidad de armar un discurso musical en el que confluyen influencias de Amy Winehouse, soul, empoderamiento, hip hop, jazz moderno y otras especias sin pedir nada a cambio. Ya ha logrado armar un circuito artístico que entre plataformas de streaming y aficionados nacionales, hace cosas así:
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Nicolás y los Fumadores (Colombia)
Cuatro jóvenes con aprecio por la melancolía, los sonidos lo-fi y los cigarrillos. Que aprecian la poesía del italiano Cesare Pavese, a la banda bogotana Los Elefantes, al argentino Gustavo Cerati y a uno de lo íconos de la juventud (des)esperanzada. Cuatro jóvenes cuya música llama la atención al circuito independiente local y que ya con un disco comenzaron su carrera. Así suenan:
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Paloma Mami (Chile)
Una de las voces más inquietantes del país austral quien con tan solo 19 años se destaca en el mundo del trap. Su fraseo y musicalidad forman parte de una movida musical que en este país ya hace parte de la cotidianidad. Y que así como hizo que ella ya fuera firmada por la multinacional Sony, nos muestra un camino nuevo para recorrer.
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Benjamin Walker (Chile)
En el año 2015 recibió el premio al Artista Revelación en los Premios Pulsar, reconocimiento que entrega Chile y su industria musical a los talentos locales. Benjamín es un joven que desde los seis años estuvo estudiando guitarra y que tuvo sus primeras experiencias musicales en su adolescencia. Estudió derecho; pero la música se lo llevó y ha sido el mismo que a través de la guitarra y su voz, se ha armado de un arsenal sonoro que ya se escucha en el continente.
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Rosalía (España)
Este ha sido un año en el que esta cantante ha estado en el ojo de la prensa y el público. No hay puntos medios. Para algunos, su mezcla de flamenco y la tradición gitana con bases electrónicas de trap es un insulto; para otros es una evolución. Lo cierto es que a sus 25 años, esta española no se va a quedar quieta hasta seguir haciendo lo que siente que hace bien.
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Lolabum (Ecuador)
Una banda de amigos de Quito con dos discos publicados y con la fuerza y talento necesario para escribir una historia digna del nuevo milenio: miles de seguidores en Facebook, presente en listas de Spotify y un contacto directo con su audiencia. Algo que este país se enorgullece en mostrar.
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Grenda (México)
Desde Tijuana llega el talento de Eduardo Amezcua, un joven cuyo aprecio por la cultura electrónica le ha permitido no tener 21 años y ya tener dos discos. Ya tiene presentaciones en eventos como Mutek México, Nrmal, Trópico y Festival Marvin, así como una sesión en Boiler Room. Su padre es Ramón Amezcua, de Nortec; pero no hay por qué compararlo. Es su momento y su tiempo.
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Diego Raposo (República Dominicana)
Tomando el legado del reggaetón, el dembow y lo afrocaribeño, este joven cantante y productor dominicano tiene ya un lugar destacado en su país tanto en la música como en el diseño audiovisual. Es el momento de reconocer lo que esta nación caribeña tiene en su nueva sangre.
Lo bueno es saber que hay nuevos bríos en una generación de jóvenes que en Iberoamérica ya tiene una experiencia a través de su obra y hay quienes ya están dispuestos a escucharlos. Las críticas van y vienen, las voces quedan. Y a estas les quedan buenos años para seguir.
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