Monstruosxs. Venenosxs, callejerxs y con rabia. Radicalmente tiernxs, rebosantes de amor y de deseo. Entaconadxs y con el dolor a cuestas. Poetas altanerxs y sudacas. Sirenxs de esquina, negrxs furiosxs. Performers marginales. Emplumadxs cantantes. Putxs, amariconadxs, palabrerxs. Actores y actrices. Brujxs hormonadxs y rebeldes.
Travas fieras.
En un continente en el que las violencias hacia las disidencias sexuales y de género solo se han aguzado con los años, cada vida trans es un indisciplinado milagro. Según El prejuicio no conoce fronteras, un informe conjunto de diez organizaciones de derechos humanos de la región, entre 2014 y 2019 más de 1.300 personas LGBTIQ+ fueron asesinadas de manera violenta en América Latina y el Caribe. De las víctimas, el 50 % de las mujeres y hombres trans asesinadxs no tenía más de 29 años y el 63 % de los crímenes basados en el prejuicio “se cometieron por la visibilidad de la orientación sexual o identidad de género de las víctimas, o porque su expresión de género no se ajustaba a ciertos parámetros sociales”.
Colombia, y como han podido rastrear desde organizaciones como Colombia Diversa, pone al menos 110 de esas víctimas cada año.
En este trópico de horrores, las artes y las prácticas culturales han sido una dinamita ética y política central para que lxs cuerpxs que dislocan el sistema cuerpo-sexo-género puedan socavar esos prejuicios —para señalarlos y desordenar sus signos— e imaginar un mundo distinto. Descomponiendo e inoculándole una vida otra a la lengua común, muchxs de ellxs están quebrando la compulsión normalizadora y el silencio forzado al que se han visto abocadxs en la esfera pública (incluidas las instituciones culturales dominantes) que, sedimentando discursos de odio, se traduce, al final, en esas cifras escandalosas. En vidas perdidas.
Las artes vivas, la literatura y la música les han permitido a lxs trans y travestis disputar el relato dominante del poder. Con rabia, desparpajo y sin miedo. En un oficio como el oficio literario, históricamente dominado por hombres cishetero, blancos y letrados, la palabra de lxs creadorxs génerodisidentes se ha gritado a contracorriente. Feral y honda.
Disputada desde la juntanza festiva, pero también desde los duelos compartidos, la literatura trava alumbra con un brillo (poético y político) particular. Desde allí se conjuran, como en el poema de la escritora y actriz argentina Camila Sosa Villada, sortilegios de “Brujería travesti” para elevar protecciones contra las atrocidades: “Contra la muerte, el horror y la miseria. / Contra la soledad y las hordas de enemigos que circundan mi casa (…) Contra la ausencia de dios, / yo me armé de amuletos y cencerros”. Desde allí, también, se nombra e invoca esa genealogía de exclusión y despojo que ha llevado al estado actual de cosas, como señala la poeta chilena Claudia Rodríguez: “Soy la más vieja de las nietas de la explotación infantil. / Soy la droga silenciosa y hedionda de tu consumo. / Mi madre fue la niña india violada por tu abuelo. / Aquí, soy la prueba moribunda de la maquila posmoderna”.
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Pero ¿qué es lo trans o travesti de un poema, de un artefacto literario? “¿Son poesías trans, travas y no binaries porque sus autorxs lo son? ¿O sus personajes? ¿O los temas que abordan?”, se pregunta en el prólogo de la reciente Antología de poesía trava/trans*/no binarie (Puntos suspensivos ediciones, 2019), publicada en Argentina, el profesor, filósofo e investigador Blas Radi, quien, después de echarle cabeza, aventura una respuesta: “La poesía trans, trava y no binarie es un espacio político de resistencia que se desarrolla en las trincheras del lenguaje. Es una vivencia interna del género, una que desafía nuestros códigos lingüísticos y perceptivos, que cuestiona el canon literario, que moviliza y construye tramas semióticas que desconectan y conectan de manera provisoria la letra y la música del mundo. No tendría sentido ensayar aquí una definición; después de todo, de la poesía para adentro está todo permitido”.
Para ver ese cristal desde su inasible multiplicidad, presentamos a nueve poetas que, desafiando la cisnorma y la matriz de agresiones del heteropatriarcado, han desbaratado el lenguaje poético para hacerse desde allí una casa nueva. De México a Argentina, con itinerarios móviles por el Caribe y Venezuela, en ellxs hay preguntas por el cuerpo propio, por las arenas movedizas de la identidad y la sexualidad, la amistad y el amor, la calle, el gozo y la fiesta, así como por la alfabetización y el poder, el fino hilo entre la resistencia y la supervivencia, la necesidad de la articulación afectiva desde la ternura y la celebración de lo comunitario. La celebración milagrosa de cada vida trans y de cada trans vivx.
Porque para ellxs, desde la lengua, ese hogar común, se puede derrumbar el mundo. Y, desde allí mismo, imaginar uno nuevo, donde el heteropatriarcado, la misoginia y la cisnorma se hayan caído verso a verso.
Susy Shock • Argentina
En “Yo, monstruo mío”, quizá su poema-performance más popular, la escritora, activista y artista trans sudaca Susy Shock exhibe abiertamente la “insolencia poética travesti” (como ella la llama) que ha estructurado desde hace años su trabajo y su vida: una tiernamente feroz poética de lo disidente-monstruoso: “Yo, mariposa ajena a la modernidad, a la posmodernidad, a la normalidad / Oblicua, silvestre, bizca, artesanal, / Poeta de la barbarie con el humus de mi cantar con el arcoiris de mi cantar y con mi aleteo / Reivindico mi derecho a ser un monstruo y que otros sean lo normal”.
Desde la literatura, las artes vivas y el activismo político, Susy, nacida en 1968 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina), ha sido una figura cultural y política imprescindible para la poesía trava y las resistencias trans de la región. Esto a través tanto de su producción escénica y literaria —que incluye películas, varios poemarios y el libro para niñxs Crianzas, “un manifiesto amoroso con relatos y mensajes de una tía trava a su sobrino Uriel”— como de su incidencia en los procesos políticos de instauración de la Ley de Identidad de Género en 2012 en Argentina, pionera en la región, o su voz firme en el reclamo histórico por la aplicación del Cupo Laboral Trans.
En 2020, la editorial autogestiva Muchas Nueces publicó todos sus poemas reunidos en un solo volumen titulado Realidades, un libro-amuleto ilustrado por Fernando Noy y León Ferrari en el que, para la poeta argentina Inés Ripari, Susy “nos propone un mundo nuevo, el territorio monstruoso de los bordes, lejos del fracaso del binarismo”.
Soy
¿Qué soy? ¿Importa? Siempre hay alguien que lo preguntaba
esas noches de arte luminoso de la Casa Mutual Giribone a donde el límite del escenario se iba haciendo tan finito.
“Soy arte”, digo, mientras revoleo las caderas y me pierdo entre la gente y su humo cigarro y su brillo sin estrellas y su hambre de ser.
Travesti outlet,
bizarría del ángel
o el cometa que viene a despabilarte el rato que estemos, el rato que nos toque en suerte transitar, mientras La Garnier desgarra su canto a puro inglés narco-anarco-arco (pa’que el imperio lo entienda en su propio idioma).
Hay máquinas-machines que nos abruman, algunas hasta suplantan el hambre del amor, el olor del amor, el color del amor, el dolor del amor,
y yo no quiero eso.
Se me salió un taco,
se me corrió el rímel,
se me atascó la voz,
pero nunca el sueño.
Pajarito de Vonnegut en Paternal
cada “Noches Bizarras” crecemos y no importa qué somos, si alcanzamos a poder serlo… el resto es máquina
y yo no.
Claudia Rodríguez • Chile
“Soy poeta travesti chilena. Y monstrua resentida”.
Así se presenta la activista, dramaturga y escritora Claudia Rodríguez, de quien este 2021 se publicó un libro que compila los poemas que durante más de una década imprimió en fanzines under (el primero de ellos, Dramas pobres, en 2007). El beligerante título: Poesía travesti resentía y furiosa. Egresada de Trabajo Social de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, con un diplomado en Género de la Universidad de Chile y con treinta años de escritura y lucha política a cuestas, la obra de Rodríguez reivindica la historia de las travestis pobres violentadas (escribe en un poema: “las travestis somos las muñecas para los hombres que odian a las mujeres”) y de las trabajadoras sexuales trans chilenas que, como ella, han buscado asediar el statu quo después de años de marginalización: “Las travestis somos horroristas. A partir del desprecio, la ilegalidad y la exclusión, subvertimos todo para sobrevivir, pero además asumiéndonos feas, desagradables y asquerosas”.
Rodríguez, emblema de la lucha trans y travesti del sur, ha ofrecido cursos sobre derechos humanos, teoría de género y prevención del VIH/SIDA (“Soy la travesti que asume públicamente toda la vergüenza de la epidemia”, escribió cuando en 2007 se autoproclamó, con punzante ironía, Miss Sida); desde 1997 ingresó como consejera especialista en prevención de esa enfermedad en el proyecto nacional del Ministerio de Salud de Chile, y en 2011 formó la Primera Compañía Teatral Travesti con la obra Historias Travestis. Como contó al portal de poesía América Invertida, hoy su principal interés es “problematizar la lectoescritura y la producción de arte como estrategia política en organizaciones travestis”.
En libros como Cuerpos para odiar, donde cuenta su historia y se dignifica como una Marilyn Monroe chilena, la escritora responde con fiereza a la historia de odio, falta de educación y exclusión que ella y sus compañerxs han debido sobrellevar: “La escritura siempre ha sido un privilegio que las travestis no tienen. Es una comunidad que ha sido analfabeta”, dice. Por eso, sus honestos y rabiosamente afilados versos han sido inspiradores para otras mujeres trans precarizadas que, desafiando ese relato y esa pesada herencia simbólica, han decidido dedicarse al pensamiento, la escritura y la remoción activa de los afectos dominantes: “Con mis amigas travestis hemos sido rechazadas porque el cuerpo es sagrado y con él no se juega. Por eso escribo, por todas las travestis que no alcanzaron a saber que estaban vivas, por la culpa y la vergüenza de no ser cuerpos para ser amados y murieron jóvenes antes de ser felices. Murieron sin haber escrito ni una carta de amor”.
De ‘Enferma del alma’ (fragmentos)
No hay nada más desagradable que la vida,
apesta como el polen en primavera.
A la esta le pega su pareja y a mí me maltrata la amistad.
La amistad es una voluntaria confrontación.
La Delirio me grita en la calle: eeeellla la poeta…
¿Qué pretenciosa soy, cuando decí que escribí poesía?
Nada de lo que me lees, rima
Escribir es otra cosa, no lo
que decí que hací. La escritura primero
que nada es de cosas bellas,
no porquerías. La escritura no pueden
ser las mismas conversaciones de todos
los días, ni mis problemas. Si el este me
pega, eso, nunca puede ser literatura.
Siempre he vivido con personas que me
han pegao, mi mamá, mis hermanos, mis
primos, en el colegio, en la calle, los
hombres, otras travestis, la policía, por
mala, dicen, por maltrecha, por no quedarme
calla, por contestar rabiosa.
Me han pegao cachetá y puñetazos.
En la cara, en las costillas y los testículos.
Si me arrodillaron a guaracazos a nadie nunca le importó.
Las cortadas que tengo no debieran ser ni una palabra
que recordar, sino, todo lo contrario, pura vergüenza y fracaso.
La poesía, como vo’ decí, no e’ ni amarga ni venenosa como nosotras.
Raquel Salas Rivera • Puerto Rico
Aunque es poeta laureada de la ciudad de Filadelfia (Estados Unidos), el escritor y gestor cultural Raquel Salas Rivera lleva a Puerto Rico clavado en el corazón. Recibió su Doctorado en Literatura Comparada y Teoría Literaria de la Universidad de Pensilvania y ahora vive, escribe y enseña en la isla. Ha publicado cinco poemarios, en los que late la pregunta por la tierra, la nación esquiva, la migración y la dislocación de la lengua: Caneca de anhelos turbios; tierra intermitente/intermittent land; lo terciario/ the tertiary, que fue semifinalista del Premio Nacional del Libro del 2018 en EE. UU. y ganó el Premio Literario Lambda a una obra de poesía transgénero del 2018; while they sleep (under the bed is another country), semifinalista del Pen America Open Book Award y finalista para el CLMP Firecracker Award, y x/ex/exis: poemas para la nación/poems for the nation, el primer ganador del Premio Ambroggio.
Su próximo libro, antes que isla es volcán/ before island is volcano, es “una apuesta imaginativa por un futuro decolonial para Puerto Rico” y será publicado por Beacon Press en el 2022. En palabras de la poeta mexicana Yolanda Segura: “Raquel Salas nos ayuda a imaginar un futuro incierto pero latente, que tiene que pensarse y construirse, en el que las notas al pie son tan importantes como el texto principal. El juego verbal y el goce abren espacio para lo múltiple”.
Hasta 2018, junto a Colette Arrand, Salas fue coeditor de The Wanderer, una revista literaria dedicada a la publicación de autorxs cuir y trans. A comienzos del 2017, fundó el Colectivo Yerbamala y dedicó buena parte de sus esfuerzos recientes a apoyar a las víctimas del huracán María. Actualmente, está creando un archivo digital de la poesía puertorriqueña y su proyecto más reciente, una colaboración con Val Arboniés y Raquel Albarrán, La piel de arrecife, es la primera antología de poesía trans puertorriqueña y será publicada por La Impresora este año. Como dijo en conversación con VICE en Español: “Siento orgullo de cambiar mis pronombres en el medio de la pandemia; de que a pesar del rechazo y la violencia íntima, encontré placer cuir, amor propio y empatía; que inventé un lenguaje para mi género y una forma de no solo sobrevivir sino de vivir”.
a veces américa
vomito cascabeles de verbos americanos
la americanización del idioma entra
por el techo solar
veinte revistas piden poemas
sobre orlando en inglés
no nos preguntan si nos hemos asimilado
a los cantos gregorianos sin parranda
meri crijma etc
es como si no les importara
todo irónicamente purgado
sobre mí y entonces te publicaré
si me dedicas un verso que dice
te odio américa
pero tienes que decirlo lindo
para que mis hijos lo puedan leer
y mi culpa y mi carne
y mi consumo culpable y mi falta de entendimiento
y mi moralismo sobre tu ropa o tu celular
y
entre los colonizados nos hablamos
no te decimos que hemos decidido
que eres basura incendiada
no te lo decimos porque
somos las cadenas de tus perros
llevamos nombres como
magdalena
américa verbobomba
verbodesiertomigra
verbosueñosypromesas robadas
actos o actos
dices que trump es anti-americano
pero ¿sabes qué
eres américa?
verboamérica que nos acumula
nos centraliza nos afirma si decimos
soy americano también
comisura soy de los ginsbergs
las artes me incorporan
américa quiere patrocinarme
quiere que traiga cervezas al bbq
cuando leo poemas
américa opina
a todas estas apenas spiqueo
sin escupir
pero igual américa
masoquista dice ¡es cierto,
soy MALA
pero
no puedo cambiar!
no quiero cambiarte américa
soy una langosta atada con gomas
si muero muero en traición
transitoriamente nunca
américa
deja que me arresten
quédate callada como siempre
Esdras Parra • Venezuela
Para la poeta, ensayista, narradora y traductora venezolana Esdras Parra, la poesía “es como una manera de vivir, quizás más intensa, más cargada de fuego interior y hasta cierto punto más real”. Parra nació en Santa Cruz de Mora, en el Estado de Mérida, en 1939 y murió en Caracas en 2004. Dirigió el Papel Literario del periódico El Nacional, fue fundadora y editora de la revista Imagen y, en 1993, obtuvo el primer premio de poesía de la II Bienal Mariano Picón Salas.
En los años sesenta, durante los cuales emigró a Europa, publicó tres libros de narrativa, El insurgente (1967), Por el norte el Mar de las Antillas (1968) y Juego limpio (1968). Más adelante, de regreso a Venezuela, ya emprendido su tránsito, se hizo una prolífica carrera como ensayista y editora, y publicó los poemarios Este suelo secreto (Monte Ávila Editores, 1995), Antigüedad del frío (Ediciones Mucuglifo, 2000) y Aún no (El otro el mismo, 2004). En palabras del escritor y docente venezolano José Malavé: “La poesía de Esdras es la de una vida que se quiere decir en su arder oculto, un silencio empalabrado, templado por el verbo en la dureza de la tierra y la desnudez del aire”.
De ‘Este suelo secreto’
La poesía no tiene edad
eso te dije muy entrada la mañana
cuando la hoja del plátano en el patio
se estremeció a instancias del viento
sé que tu mano abolió la espuma
y que escuchaste el crujido de la hierba
bajo la callada aprobación del cielo
tú mencionabas la caída de las hojas
como ejemplo de tu centro de gravedad
pensando que no había mejor forma
de reemplazar la escritura del poema
o tu devoción por las palabras
tenías mucho que decir
y disponías de muy buenas razones para hacerlo.
Camila Sosa Villada • Argentina
Con el Premio Sor Juana Inés de la Cruz —quizá el más importante de la región para autoras en lengua española— en 2020 a su celebrada novela Las malas (Tusquets, 2019), la escritora y actriz argentina Camila Sosa Villada reafirmó lo que durante los últimos tres años cientos de lectores y críticos han señalado con conmoción y entusiasmo: su obra, “cargada de lirismo, rabia y redención”, es una de las más deslumbrantes de la literatura latinoamericana contemporánea. “La Villada grita verdad en una prosa verídicamente trava y desde ahí exige a toda persona ajena a nuestra comunidad una hermenéutica nueva”, dijo de la novela la teórica y activista argentina Marleye Wayar. Y sí: desde esa “prosa verídicamente trava” Camila cuenta, con veneno animal y magia, con mucho dolor y muchísima ternura, las noches, encuentros y milagros compartidos de un grupo de travestis en un parque cordobés, el Parque Sarmiento, y en su compartido santuario: la casa de la Tía Encarna, “la pensión más maricona del mundo”.
“Escribo para que mi historia se sepa”, dice en El viaje inútil (Ediciones DocumentA/Escénicas, 208), un ensayo autobiográfico en el que cuenta su infancia, su encuentro con la escritura y las maneras como le hizo frente a su propia pobreza y a la afirmación de su travestismo. Los poemas amorosos de La novia de Sandro (2020), que durante años publicó en un blog y que Tusquets Editores publicó reunidos en un solo volumen recientemente, muestran su corazón abierto, sus modos líricos de hacerle frente a la soledad, a los hombres y al amor esquivo. Y su faceta de actriz —que ella entiende en consonancia con su propio quehacer escriturario— en obras como Carnes Tolendas, solo ha reafirmado su lucidez creativa, su garra y su dulcemente feral ingenio.
Como también confiesa en El viaje inútil: “Mi primer acto oficial de travestismo no fue salir a la calle vestida de mujer con todas las de la ley. Mi primer acto de travestismo fue a través de la escritura”. Y con ese travestismo —corporal y lingüístico—, Camila ha logrado abrir trocha en la escena literaria en lengua española para todas esas travestis que “trepan cada noche desde ese infierno del que nadie escribe, para devolver la primavera al mundo”.
De ‘La novia de Sandro’
Soy una negra de mierda, una ordinaria, una orillera, una cuchillera, el mundo me queda grande, el tiempo me queda grande, las sedas me quedan grandes, el respeto me queda enorme, soy negra como el carbón, como el barro, como el pantano, soy negra de alma, de corazón, de pensamiento, de nacimiento y destino. Soy una atorranta, una desclasada, una sin tierra, una sombra de lo que pude ser. Soy miserable, marginal, desubicada, nunca sé cómo sonreír, cómo pararme, cómo aparentar, soy un hueco sin fondo donde desaparece la esperanza y la poesía, soy un paso al borde del precipicio y el espíritu me pende de un hilo. Cuando llego a un lugar todos se retiran, y como buena negra que soy, me arrimo al fuego y relumbro, con un fulgor inusitado, como una trampa, como si el mismo mal se depositara en mis destellos.
Lía García • México
El arte de Lía Garcia se asienta sobre la expresión de una ternura radical. ¿Cómo es eso? Ella explica: “La ternura radical es decirle al mundo que yo también puedo ser amada, puedo ser querida, reconocida; y también amo aun con todas las heridas, con todo el dolor”. García, conocida en la escena cultural como La Novia Sirena, estudió Pedagogía y Artes Visuales en la Universidad Nacional Autónoma de México y, desde su rol como activista, escritora, artista y defensora de los derechos humanos de las disidencias sexuales y de género, ha investigado “sobre los arquetipos de la feminidad, el ritual, la política feminista de los afectos y los cuidados, así como la pedagogía radical” en el contexto social mexicano.
La poeta y performer afromexicana ha querido tender puentes afectivos entre la experiencia trans y el espacio público a través, justamente, de las artes performativas y la poesía expandida. También ha trabajado por las infancias trans desde la enseñanza y la escritura de cuentos infantiles, como“La sirena bigobarbita” o “El niñe desayuno”. Como confesó al portal Corriente Alterna: “Necesitaba sanar lo que me habían callado en la infancia, lo sueños que tuve; todas esas ganas de expresar las situaciones violentas que viví, las sano escribiendo cuentos para niños”.
Sus acciones performativas la han llevado a vestirse de novia para cuestionar el matrimonio o de sirena para pensar sobre lo inclasificable, sobre lo que no es lo uno ni lo otro, pero también —como en el mito de Ariel— sobre las mujeres y la usurpación de la voz. Su trabajo, que quiere hacer visibles y defender la vida de las mujeres trans desde lo poético-pedagógico, se ha mostrado en festivales nacionales e internacionales de performance como Octubre Trans Barcelona, EXTRA!, Un ciclo-El palomar y Miradas Otras. Como anota la investigadora Valerie E. Leibold: “Lía rompe con la idea del performance a través del concepto de ‘encuentro afectivo’, que le sirve para describir su actuación. No se trata de un trabajo artístico que mantenga la separación entre el artista y el público, sino de una convivencia y una transformación colectiva descolonizadora basada en los afectos”.
HEMOS DE HABLAR ALGÚN DÍA, LAS HIJAS DE LA TERNURA
Y dolerá
Dolerá tanto como el eco de nuestras voces, duele.
Porque nuestra voz se irá, pero el eco, ¡nunca más!
¡NUESTRO ECO, NUNCA MÁS!
Quisieron enterrar nuestros huesos y no sabían que somos voz.
¿Escuchas nuestro dolor?
¿Olfateas nuestra historia?
¿Te asusta el mar cuando anochece?
¿Puedes mirarte a través de nosotras aún con toda la rabia que sientes sin siquiera cruzar palabras?
Enséñame tus dientes, también tus garras, este mundo necesita nuestro filo
Pero no olvides que también se muestra la herida
La herida siempre al centro para enternecer los caminos
Deja de mostrarte al mundo de esta forma y muéstrate hacia dentro.
Deja que hable tu propia rabia y ven, que en realidad eres tú y si te acercas más a tu propio temor, entenderás que tus lágrimas son todas las historias de TERNURA que nos/les negaron a las tuyas, que también son las mías, las nuestras, las de ellas, ellas y nosotras que aclamamos justicia, memoria, dignidad Y TERNURA RADICAL CONTRA TODA CALAMIDAD
Hemos de llorar siempre, las hijas de la TERNURA
Y escucha bien, porque nuestras lágrimas también son nuestra resistencia alada, esperando el misterio del azul.
Soy todos y cada uno de los nudos que habitan mi garganta
y no tengo miedo, porque así como se aprende a tejer, también se aprende a en-redar
Hoy puedo des/atar un mar de ternura en cada gota de sal.
Lloremos, llora, llorarán, lloro, y vuelvo a llorar mucho ante la TERNURA, porque invoco la caída del cielo con mi lamento nocturno ¿lo escuchas en tus latidos?
¿A qué mares te ha llevado mi canto?
Vengan a mi hermanas del cielo más nublado, nosotras que caminamos con la mirada hacia arriba con el anhelo firme de que el cielo se caiga al suelo y el asfalto se haga un cálido mar donde nadar entre fantasías de sirenas, lobas marinas, y la emoción infinita de la primera vez frente a la inmensidad de lo profundo que en realidad es todo el llanto de quienes despertamos y nos decimos con profundo sentimiento
ESTE ES OTRO DÍA PARA SOÑAR
SI ES QUE HAY SUEÑO
O UN DESPERTAR.
¡que falta nos hace un mar en este terrible asfalto gris!
El cielo en el suelo inundando todo el dolor que nos viste y a la vez nos reclama a quienes parimos la ternura sin tiempo, sin forma, y con el alma al revés.
Que lluevan nuestros corazones hermanas por más nublados que se encuentren porque la ternura nos hará justicia una noche llena de estrellas brillantes que nos haga sonreír, cerrar los ojos y querer saltar de una en una mientras nos inventamos todos los nombres que quisimos tener y nos negaron
Mientras saltamos entre ellas con toda esa ropita que quisimos ponernos a escondidas para sentirnos con nosotras mismas.
Lloremos a la ternura mientras nos contamos historias bonitas, de esas que llenan de miel un día gris
Tendidas en la cama
Contémonos con té, historias con-movedoras
Que nos hagan habitarnos y escuchar el llamado del puchero
Lloremos la ternura cuando exponemos nuestros ojos frente a lo que nos dijeron que no existía y de pronto, existe y resiste.
Se siente, se acaricia, se abraza, se honra, se recuerda, se encarna, rasga, pesa, desnuda, golpea
pero transforma y trasciende
EL TEMBLOR SIEMPRE SE ESPERA CON TERNURA
NUNCA SE PREVIENE.
Hemos de hablar algún día las hijas de la ternura
Y lloro cuando escribo esto
porque aún estando tan caídas
tan abajo
tan/erroristas del error
seremos ese recuerdo tierno que se esconde en el abrazo de las otras a quienes hemos dejado atravesadas con esto que somos.
UNO DE LOS TEMORES MÁS TEMIDOS DE LA HUMANIDAD ES
ENTERNECER.
Agatha Brooks • Bahamas
“Agatha, Halia y Perséfone. Son las trinidades en mi interior, las cuales representan una parte de mí, secretos, placeres, estilo de vivir; cada una con su nombre para diferenciar el momento en que me encuentre, pero todo para forjar una sola existencia”.
Desde pequeña —cuando desde su natal Nassau, en las Bahamas, donde nació en 1988, tuvo que irse a vivir a República Dominicana— Agatha Brooks ha vivido rota en trinidades, al borde del borde: mujer trans, negra, que vive con VIH y ha luchado por combatir el estigma, migrante indocumentada, poeta y activista por los derechos de las disidencias sexuales y de género. Precisamente su trabajo poético, que desde hace un par de años ha compartido en este blog y que en 2020 la editorial Cantiga Ediciones llevó a un fanzine, habla de su realidad y su experiencia vital atravesada por esas marcas: “No puedo escribir, / Busco palabras que encajen, / Que describan mi dolor interno y externo. / Las marcas de mi piel son recuerdos del sufrimiento de este cuerpo hecho de polvo”, escribe en el poema “Sin palabras”.
El acumulado de violencias discriminatorias y la exclusión que ha vivido la ha llevado a radicalizarse como activista militante de la organización dominicana TRANSSA (Trans Siempre Amigas) en donde promueve los derechos de las personas trans y lucha por una Ley de Identidad de Género que las ayude a ser reconocidas en sus documentos personales según su nombre y el género de su elección. Ha sido imagen de varias campañas, está formándose como actriz y quiere seguir escribiendo mucho: “Si alguien me pregunta cómo me defino, le puedo decir que soy: / Bruja que adora la naturaleza y dioses tan antiguos como el mundo. / Bruja que cree en hadas, duendes y demás criaturas del mundo mágico. / Bruja que alza su voz, para mover las energías a su favor. / Bruja que avanza contra de la corriente social y traza su propio destino. / Bruja que usa velas, incienso y flores para limpiar su alma. / Bruja que se deleita con los cambios de la luna, disfruta de los rayos y danza en medio de la lluvia”.
La mujer que soy
Soy mujer
Con lo trans, con la entrepierna masculina,
Con mucho o poco seno, operada o no operada.
Con mucho o poco vello, maquillada o sin maquillaje.
Con la peluca, con el pelo natural.
Con la figura de mujer o el volumen de hombre.
Con barriga o sin barriga, bonita o no tan bonita.
Con gusto por el mismo sexo o por el sexo opuesto
Con menstruación o sin menstruación, con embarazo o no.
La mujer que soy, es una invención de mi interior, no cabe en etiquetas y es libre de ser lo que quiere ser.
La mujer que soy, no se deja llevar de estereotipo, se conoce día a día y se transforma en lo que la hace plena.
La mujer que soy, danza por la noche, no tiene ataduras materiales y sabe respetar la diversidad que la rodea.
Soy lo que soy, porque como Lilith elijo mi propio destino.
Soy mujer
Naty Menstrual • Argentina
“Hay cierta edad en la que te das cuenta de que sos diferente. O peor todavía, te das cuenta de que sos como no tenés que ser. Es entonces cuando me parece que te inventás mundos paralelos para sobrevivir. Y la escritura me parece un mundo muy interesante para eso: para sobrevivir y para vivir otras vidas”. En una entrevista con Mica Risiglione, la potente y aguda Naty Menstrual habla así sobre su entrada a la literatura. En otra, con la escritora Gabriela Cabezón Cámara, dice de ella misma: “Soy una cosa arltiana, reciclada y travestida”.
La escritora, editora, performer, artista y diseñadora argentina se ha vuelto un nombre obligado de lo que ella llama la “literatura travesti trash” y de la inclasificable exploración creativa y política (desde el humor y el stand up, el teatro, la pintura, la artesanía) de lxs disidentes del género de la región. Batido de Trolo (2005) y Continuadísimo (2008), sus dos primeros libros son, para ella, “un intento por desenmascarar al hombre que se relaciona con la travesti”. Ha colaborado con el diario Página/12, la revista El Teje y ha participado de varias películas. Su militancia, dice, será siempre una: vivir su propia vida: “Yo creo que cuando te portás de una manera, cuando en tu vida cotidiana reivindicás tu identidad, salís a la calle vestida de una manera, decís lo que decís, estás militando”.
A quien pregunte qué soy
Soy hombre, soy mujer, soy clítoris y glande, soy Mr. Hyde y Frankenstein, un cielo nublado y mil estrellas, un cielo azul y feroz tormenta. Una cama de esperma y una cuna nueva, un culo roto y un buen par de tetas. Un polvo de amor y polvo volátil, una gota de flujo, una de esperma. La vida que corre, la muerte que espera. Una boca que ríe, una boca que chupa, una boca que muerde, una boca que calla y otra boca que grita y que desespera. Soy blanca y negra, macho y hembra, trava, perversa, mujer, santa, y bruja vieja. Soy lo que creen y lo que creo que soy, Dios y el Diablo, soy mierda y perlas. La manzana de Blancanieves y el beso de la Bella Durmiente, el zapato transparente de Cenicienta, soy una reina, una sirvienta, una esclava de la pija, una monja que reza, soy un cura pedófilo, un padre que ama y otro que pega. Soy mar abierto y soy riachuelo. Soy puta y casta, soy sucia y nueva. Me parieron la luna y el sol. Por eso soy lo que quiera ser a la hora que sea.
Daniel Nizcub • México
Los hombres trans han sido históricamente subrepresentados en las luchas LGBTIQ+. También en la cultura. Por eso, la voz del poeta trans Daniel Nizcub suena con especial fuerza. Nació en 1984 en la Ciudad de México, hijo de migrantes zapoteco-mixtecos, y a los doce se mudó a Oaxaca, donde emergió su pasión por las letras a través de la trova latinoamericana: “Influye mucho en el trabajo cultural y comunitario que hago la relación con raíces zapotecas de Oaxaca. Lo que escribo aquí está influenciado por el mixteco de allí”.
Estudió una Licenciatura en Ciencias y Técnicas de la Comunicación, ha trabajado en medios de comunicación y ofrece talleres —no solo literarios sino sobre género y en defensa del territorio de los pueblos originarios— con un énfasis especial en la defensa de los derechos humanos por medio de las radios comunitarias de su país.
En 2017 publicó su primer poemario: Poesía en transición (Pez en el árbol, 2017). En diecisiete poemas, Nizcub aborda los doce meses de su tránsito, el proceso de despedida de su cuerpo de mujer, su destrucción y renacer y el encuentro de su nueva voz. “Soy otro, / el que vive en el espejo. // El que mata lentamente / a la figura dueña del reflejo”, escribe en uno. Y en otro: “Te quedarás sin voz, / mutilaré tu cuerpo / y renacerás”. Y así lo ha hecho.
A ella (Que también soy yo)
Hace tiempo que las alegrías se quedan en el baúl
a resguardo del veneno de otros.
Éste es un camino lleno de pecados.
Pero llegará el final
¿Hasta entonces nos alcanzará el olvido?
Cómo explicaré
la extinción de su voz
y sus nuevos silencios.
O que sus palabras
ahora serán sonrisas lejanas
para quien no quiera escuchar.
Cómo justificaré su muerte
cuando amanezca
desnuda sobre la cama
con un falo imaginario en la mano
y el pecho ensangrentado.
¿Para qué disculparme de su muerte
si yo también la perderé?
Yo también presenciaré su entierro,
lanzaré a su tumba las flores que sean necesarias
para que parta feliz.
Después vivirá en mi memoria,
en las cicatrices que dejará su paso por mi cuerpo,
se asomará al espejo de vez en cuando
sólo para decir adiós.
Estará feliz de despedirse una, dos,
infinitas veces.
Le permitiré hacerlo,
que parta todas las veces posibles.
Y todos pedirán
que pronuncie palabras en su nombre;
¡pero no lo haré!
Lloraré a mi manera: a solas con ella y en paz.
Esta es una selección pequeñísima de la diversidad de autorxs trans y travestis del continente. ¿Conoces a otrxs? ¿Nos recomiendas libros o poetxs? Cuéntale a Felipe por acá o escríbenos a nuestras redes sociales: @CanalTreceCo en Facebook, Twitter e Instagram