El circo regresó a la ciudad: The Adicts en Bogotá

Ahora imaginen escuchar esa música mientras están parados en la mitad del Teatro Mayor CUN, rodeados por la oscuridad, luciendo en sus rostros la misma mirada del incomprendido Alex, ansiosos por su dosis de ultraviolencia, desenfreno y punk inyectada en deliciosas grageas musicales cortesía de The Adicts.

Este grupo clásico del punk británico, creado en 1975, regresó a Colombia para presentarse en Bogotá y Cali. En la capital la fiesta comenzó temprano con la cuota nacional que esa noche estuvo a cargo de la banda caleña Monkeys y los bogotanos de Ministerio de Vagancia, que calentaron los corazones y los puños de las decenas de personas que llegaron al teatro.

Alrededor de las nueve de la noche el lugar parecía una olla de presión a punto de estallar. Por lo general, antes del show de una banda de este calibre hay una especie de tensa calma, pero con The Adicts la euforia se podía tocar. Esto se debió en parte a que todos los fanáticos de la banda saben que sus conciertos son una fiesta que no para, y también a que Keith Warren 'Monkey', Pete Davison 'Pete Dee', Michael Davison 'Kid Dee' y compañía se asomaban constantemente por las ventanas ubicadas en la parte más alta del teatro, para saludar y tomar fotos.

Pero volvamos a ese momento previo al desenfreno: cuando la música de Wendy Carlos cubría el recinto y la gente gritaba y aplaudía esperando la señal para simplemente estallar. Y esa señal llegó cuando, desde el escenario, se escuchó un grito: “Let's Go”, seguido de una explosión de confeti. De repente todo el público empezó a saltar y a cantar dirigido por Keith Warren 'Monkey', que lucía unas alas en la mitad del escenario y su clásico traje de joker.

Desde ahí la energía no paró, los drugos de Suffolk estaban en la ciudad y volvieron para darlo todo en el escenario. Toda la noche fue canción tras canción sin descanso. Desde el principio sonaron éxitos como 'Joker In The Pack' y 'Bad Boy' que fueron coreados al unísono. La única pausa para respirar en medio del sofocante calor que emanaba del público se dio cuando se rompió el parche del redoblante de 'Kid Dee', el cual fue rápidamente reemplazado.

El concierto fue una gran fiesta. La gente se abrazaba feliz y brindaba con las cervezas en el aire mientras cantaba y pogueaba al son de temas como “You're All Fools” y “Steamroller”. Incluso hubo momentos románticos cuando sonaron “Angel”“I'm Yours”. Pero sin duda una de las escenas más enérgicas fue cuando tocaron “Viva La Revolution”; es imposible no conmoverse al sumergirse en un coro gigantesco adornado de cientos de papeles grises que caían sobre el pogo. Una pintura punkera que descansará por siempre en la memoria de los que dejaron todo en esas baldosas blancas.

Ver a The Adicts es estar en una fiesta perpetua. Constantemente desde las tarima salían disparadas serpentinas de colores y, como siempre, 'Monkey' conducía el despelote como un bufón que sacaba cartas por debajo de su manga y que lanzaba al público todo lo que tenía. Muñecos de trapo, peluches, sombreros; hasta su camisa y guantes terminaron entre la gente.

Y un gran concierto necesita un gran final, en este caso 'You'll Never Walk Alone', canción que más de uno cantó con lágrimas en los ojos.

Cuando se festeja rodeado de los drugos uno sabe que jamás camina solo.

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