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‘Opio en las nubes’: trip, trip, trip

A estas alturas no sé si me gustó o no me gustó Opio en las nubes. O no sé si me gustó en algunas partes y en otras no. O si me gustó en su infinita sucesión de muerte o en su infinita sucesión de vida realidad esto es lo que pasa aquí; de fresco loco todo bien; de gatos dos o tres que hablan; de tienes cara de cerdito, de ballena borracha, de palomas, de fox terrier Joe; de algunos personajes que recordaban y de otros locos que se reían, que lloraban, que fumaban cigarrillos Lucky con sabor a menta.

No sé si me enamoré o no de Gary Gilmour o de Max. O si el amor te amo perro te amo perrita de Amarilla y de Sven me conmovió. O si me conmovió acaso el cariño profundo que  ahoga de Marciana y Highway 34. O si aluciné con los peces negros negrísimos que volaron sobre la ciudad una noche, muchas noches de ceniza. O si me gustaron los restos de puticas y sudores y fiestas nocturnas diurnas whisky vodka cerveza pequeño cerdo te adoro kilometro 20 “encendiste la máquina de hacer los días / Y no sé cómo pararla”.

No sé si me fastidiaba mucho o poco el olor a labial rojo sangre o el tirito de Pink Tomate al hablar trip trip trip  o las canciones que sonaban era la piragua era la piragua de Guillermo Cubillos era la piragua era la piragua o el olor a leche, o los pájaros de papel hechos con las páginas de la guía telefónica que volaban por el apartamento de Alain cuando estaba con Régine, o las canciones que sonaban get back get back get back  to where you belong get back go home get back get back, o el olor a hígado o las revistas de cultura sueca llenas de babas, o los mocos pegados debajo de las mesas de los restaurantes, o el “Tranquila muñeca, te dije, así son los domingos, pero tú insistías en que algo no iba bien y claro vomitaste y después miramos hacia atrás y hacia adelante y estábamos salpicados por gotas de sangre y gotas de lluvia. Todos los pasajeros de la montaña rusa se habían cortado las venas y su sangre nos caía por todos lados”, o las tetas llenas de pecas, o las canciones que sonaban with or without you, o la casa del árbol quemada con heroísmo juvenil, o la falta de carácter del gato Lerner, o las sopas secas regadas siempre a un costado del árbol de la prisión, o las peleas en el Café del Capitán Nirvana, o las canciones que sonaban I can’t get no satisfaction, o el Club de Muertos, o las jirafas amarillas en la mitad de un vaso de leche, o los sueños, o las frases y las conversaciones escritas de corrido, dichas de corrido por personajes tristes rotos desesperados me quiero morir.

A estas alturas lo único que sé es que la nostalgia de Sven después de no ver más en la oscuridad del océanos a Amarilla, después de haber empujado su barca a una mar con olor a sal camisa blanca botella de brandy Joe arena cigarrillos, la tengo enredada, maldita sea, entre las manos.

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