Mitos y leyendas colombianas que siguen vigentes cada Halloween

Cuando llega octubre y las calles se llenan de calabazas, brujas y fantasmas, también despiertan las historias que han habitado por siglos las montañas, los ríos y los pueblos de Colombia. Aunque Halloween es una fiesta importada, el país tiene su propio repertorio de terror: un universo de mitos, leyendas y personajes que se cuentan al calor del fogón o bajo la luz temblorosa de una vela. Estas son algunas de las leyendas colombianas que nunca mueren y que cada Halloween regresan para recordarnos que el miedo también habla con acento local.

La Llorona: el llanto que atraviesa los siglos

Quizás la más famosa de todas. La historia de La Llorona tiene versiones en casi todos los departamentos, pero su esencia es la misma: una mujer condenada a vagar por los ríos y caminos, llorando por los hijos que perdió. Su lamento, dicen, anuncia tragedia o muerte.
En el Tolima, aseguran haberla visto cerca del río Magdalena; en Boyacá, en las quebradas que bajan de las montañas. Aunque su historia tiene raíces coloniales, sigue presente en canciones, cortos de cine y hasta memes de redes sociales. Porque, al final, todos hemos escuchado a alguien decir: “¡Por ahí pasó La Llorona!”.

El Mohán: el guardián travieso del río

En las regiones del Magdalena y el Tolima Grande, el Mohán sigue siendo una figura de respeto y burla. Es descrito como un hombre de cabello largo, ojos brillantes y risa burlona, que protege los ríos y seduce a las lavanderas.
Cuentan que se enoja si alguien contamina el agua o pesca sin permiso. En algunas veredas, todavía se le dejan ofrendas de tabaco o aguardiente para mantener su favor. Más que un monstruo, el Mohán es un símbolo de la relación mágica y respetuosa que las comunidades rurales mantienen con la naturaleza.

La Madre Monte: la dueña del bosque

Otro personaje que no falta en las noches de cuentos es La Madre Monte, espíritu de la selva y protectora de los animales. Con su túnica verde y rostro cubierto de hojas, castiga a quienes talan los árboles o maltratan la tierra.
En tiempos de crisis ambiental, su figura cobra una nueva fuerza. Muchos la ven como una advertencia ecológica antes de que existiera el concepto de “cambio climático”. Halloween la revive como una heroína ancestral: la primera defensora del medio ambiente colombiano.

El Sombrerón y la Patasola: sombras del amor y la venganza

El Sombrerón, elegante y misterioso, ronda los caminos a caballo. Se enamora de mujeres jóvenes y las hechiza con su serenata nocturna, para luego desaparecer con una carcajada. Su figura mezcla el encanto del galán con el peligro del encantador oscuro.

En cambio, La Patasola es la representación del castigo y la pasión. Cuentan que era una mujer infiel y violenta, transformada en un ser de una sola pierna que asusta a los hombres en los caminos del monte. Su grito es tan agudo que hiela la sangre, y su historia sigue viva en las veredas del Cauca, Huila y Meta.

Las nuevas generaciones también cuentan

Hoy, estas leyendas se mezclan con nuevas formas de narrar: podcasts de terror, series web y festivales culturales las reimaginan con humor y tecnología. En redes sociales, artistas visuales y narradores digitales reinterpretan a La Llorona como influencer, al Mohán como guardián del agua o a La Patasola como símbolo feminista.

Lejos de desaparecer, el mito colombiano se reinventa. Cada Halloween, las luces y los disfraces importados se mezclan con las voces del campo y la montaña. Porque aunque el miedo cambie de forma, las leyendas colombianas siguen latiendo en nuestra memoria colectiva, recordándonos que el terror más profundo no siempre viene de afuera… sino de nuestras propias raíces.

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