Soy rolo, criado por padres antioqueños, así que me levantaron a punta de bandeja paisa, mazamorra y arepas. En mi hogar, somos tres hijos, mi hermano mayor ya casi llega a los 40, mi hermana tiene 31, yo nací en el 93. Estudié toda la vida en el mismo colegio, el Miguel Antonio Caro, y la verdad, en esa época probé muchas cosas, probé el piano, la gimnasia artística, la natación, el teatro, el baile, el ilusionismo, además, era como quién dice, uno de los nerdos del salón.
Desde el principio tuve inquietudes por lo audiovisual porque descubrí el programa de edición de un computador que nos regaló una tía, entonces, alguna vez, estando en séptimo grado, con mi hermana averiguamos el pénsum de Cine y Televisión en la Universidad Nacional, y recuerdo que con el solo hecho de leer el nombre de las materias, me convencí de que eso era lo que iba a estudiar. Nunca he tenido una cámara, pero sí he filmado muchas cosas, sobre todo cuando empecé de aficionado, porque buscaba los recursos para hacerlo:
En 2008, hice mi primer cortometraje con la intención de participar en el Festival de Cine de Bogotá, en la categoría “Directores menores de 18 años”. Me presenté con el corto Boleto 233, y me dieron Mención de Honor. Estando en 11, viendo lo que había ganado y buscando otras historias, una semana antes de que cerrara la misma categoría, me dio por hacer un nuevo cortometraje: El cielo está roto (2010), con el que gané el quinto Premio Alexis. Cuando recibí la noticia, ya estaba arrancando la carrera en la Nacional.
La universidad lo que hizo fue abrirme la mente. Conocí a gente de muchos lugares del país, de diferentes procedencias socioeconómicas y tal, y creo que eso fue clave para mi desarrollo. Más o menos en quinto semestre, en el Festival Universitario de Cine y Audiovisuales Equinoxio, hubo un cortico medio famoso, Tiempodefecto, se llama, en el que participé de Guionista y de Director de Fotografía, y que ganó como Mejor Ficción.
Toda esa época fue chévere, pero sin duda mi momento más recordado tiene que ver con el baile, porque justamente haciendo un documental interactivo y performático que tenía que ver con el tango, me metí a bailar y me quedé, hasta el día de hoy, enganchado, enamorado de ese género, me parece una bonita manera de metaforizar la vida, los vínculos con los demás, el autoconocimiento.
Lo mismo que llevo bailando, 5 años, llevo trabajando con una productora que fundé con un amigo. Profesionalmente esa ha sido una de mis primeras cosas grandes: dedicarme a hacer comerciales, campañas y contenidos digitales para marcas como Sony Music, Schwarzkopf, Colmédica, Crepes & Waffles, por mencionar las que se me vienen a la mente.
Por otro lado, gracias a la empresa La casa del árbol Films, en la que participo activamente, he tenido la oportunidad de foguear la realización digital y a varios niveles. También hice parte del equipo, como Director de Postproducción, de una de las series web pioneras en Colombia por su formato y por su posicionamiento en festivales y premios, se llamó Selección natural (2017), de Helena Films. Más tarde fui el Editor de la versión película de la serie. He hecho documentales sociales: Somos semillas. Y fui el Editor Conceptual de Vivir cantando, emitida por Canal Trece.
Esa ha sido, más o menos, mi vuelta audiovisual.
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