Colombia es un país con una diversidad cultural tan amplia, que a veces se hace difícil comprender como es posible que todas esas diferentes formas de ser y de comprender el mundo hayan logrado llegar hasta estas tierras.
Sobre todo, porque poder rastrear los movimientos migratorios de cierta época hacia atrás resulta una tarea dispendiosa, que solamente antropólogos y sociólogos se han dado a la tarea de desenredar. Y, aun así, aunque desde las ciencias sociales y demográficas, los asentamientos humanos han encontrado explicaciones, siempre nos encontramos en el camino con razones que parecen superar la realidad de lo increíbles que son. Y hoy les queremos hablar de una de ellas.
Foto: BBC Mundo
Sucede que, aunque no existe explicación de cómo llegaron hasta allí, al otro lado del planeta, en una pequeña ciudad de Japón, un joven estudiante de literatura se encontró con estos versos:
“El cielo tenía un tinte azul pálido: hacia el oriente y sobre las crestas altísimas de las montañas, medio enlutadas aún, vagaban algunas nubecillas de oro, como las gasas del turbante de una bailarina esparcidas por un aliento amoroso. Hacia el sur flotaban las nieblas que durante la noche habían embozado los montes lejanos. Cruzaba planicies de verdes gramales, regadas por riachuelos cuyo paso me obstruían hermosas vacas que abandonaban sus sentaderos para internarse en las lagunas o en sendas abovedadas por florecidos písamos e higuerones frondosos”
Foto: BBC Mundo
¿Les suenan conocidos? Exacto, son un fragmento del que es quizás el libro colombiano más importante del siglo XIX: ‘María’ del escritor vallecaucano Jorge Isaac y fue un joven japonés llamado Yuzo Takeshima, estudiante de filología y literatura quien se encontró con este libro, hizo el ejercicio de traducirlo para algunos amigos y fue así como embeleso los pensamientos de 3 jóvenes más que creyeron que la Colombia pintada por Isaac podría ser un mejor destino para sus numerosas familias. Por entonces Japón enfrentaba una crisis económica fundamentada en los vestigios de la Primera Guerra Mundial y para muchos, la promesa de las descripciones geográficas y climáticas de ‘María’ fueron una premonición de lo que América Latina podía ser en términos agrícolas.
En la década de 1920, los japoneses llegaron a Colombia en búsqueda de esos paisajes descritos en el libro y de hecho llegaron con la intención de asentarse en los alrededores de la Hacienda ‘El Paraíso’, lugar en donde se desarrolla toda la historia de amor entre María y Efraín. Cruzando el océano en barco los jóvenes japoneses arribaron al puerto de Buenaventura en donde fueron recogidos en canoas que río arriba los llevaron hasta el Valle del Cauca.
Foto: BBC Mundo
La primera colonia nipona se ubicó en la ciudad de Palmira. Luego de ese asentamiento y gracias a negociaciones entre el gobierno colombiano y el nipón, más familias se movilizaron a Colombia y comenzó a crecer esta comunidad desde entonces. Los japoneses creyeron que esta tierra de maíz y caña, en donde los guayacanes dan sombra y sosiego ante el inminente calor, sería el lugar ideal para quedarse y aunque durante la Segunda Guerra Mundial muchos fueron llevados a campos de concentración en Colombia, que entonces era aliado de los Estados Unidos, muchos nipones sobrevivieron y en la actualidad se estima que la cantidad de orientales que aún siguen aquí es de cerca de 1.280.
¿Quién se habría imaginado que un solo librito haría que grupos y grupos familiares se movilizaran de un lado del mundo al otro?