Foto: María Alejandra Villamizar – Canal Trece
Con esta pieza de minuto y medio los bogotanos conocieron a Aterciopelados, una banda de rock que se alejaba de cualquier estereotipo.
‘Mujer gala’ y ‘Sortilegio’, las dos primeras canciones de Aterciopelados, fueron grabadas casi por suerte en un estudio “chiquito” de la Universidad Javeriana, gracias a que Héctor Buitrago realizaba allí un programa llamado Rock Alternativo.
Después del éxito de ‘Mujer gala’, escrita y musicalizada por Héctor y Andrea, y que es considerada una de las mejores canciones del rock colombiano, BMG Ariola de Colombia se aventuró a producir ‘Con el corazón en la mano’, el álbum debut de Aterciopelados.
Foto: María Alejandra Villamizar – Canal Trece
Este trabajo discográfico se grabó en varios estudios musicales bajo la supervisión de Richard Blair, Juan Antonio Castillo, Fabián Quiroga y Luis Miguel Olivar, y se presentó en varios formatos: casete, Long Play y compact disc, bajo el sello Culebra BMG.
Su primer álbum
Si de estética se trata, este disco está lleno de simbología popular y sensacionalista, con un toque único que solo podrían darle las manos de Andrea y sus estudios en Bellas Artes. La portada de fondo azul alberga a un tigre, de esos que se veían en las calcomanías de las busetas bogotanas. Su contraportada anuncia la rebeldía del disco: los cuatro integrantes de Aterciopelados -sin camisa- sostienen un corazón de vaca en sus manos.
Los sonidos de sus canciones tienen una fuerte influencia del punk, con toques del ska, bossa nova, e incluso ranchera. Las letras compuestas en su mayoría por Héctor, son ácidas e irreverentes, y tienen características que conservan aún sus composiciones: son bien pensadas y tienen contenido.
Con ritmo hardcore, ‘La gomela’ le da apertura al disco, es densa, pues inicia con el anuncio tradicional y amarillista “Alerta cundinamarqueses, alerta, Bogotá informa”
. El tema se refiere al espeluznante crimen de una mujer.
Foto: María Alejandra Villamizar – Canal Trece
El segundo track es ‘Ella’, que cuenta con un sonido más roquero y una letra más nostálgica. ‘Símbolo Marciano’, que inspiró el nombre del primer documental de Aterciopelados, cohabita con frases de otro planeta, pues se refiere a “perros sanguinarios, avispones verdes, manifestación de mariposos, plaga de langostas, llagas dolorosas”.
De esta misma corriente extraterrestre proviene ‘Mal Castigo’.
‘Se parapeta’ es una melodía que explora nuevos sonidos que revelan un tono más fresco, del que también se desprenden ‘Para mi solito’, ‘El Pez’, ‘Las Delicias’ y ‘No te me disuelvas’. Estas melodías son las que más se acercan al sonido de siempre de este dúo aterciopelado.
‘Quieto Veneno’ representa su interés en la cultura popular, en la magia negra, las pitonisas, los culebreros y los muñecos con alfileres.
Las canciones más alternativas del disco son ‘La Sirena’, que tiene un ritmo cercano al ska, ‘La Fe Perdida’, que cuenta con un sonido relajado y una letra profunda, y evidentemente ‘La Cuchilla’, la famosa carrilera colombiana, con una letra violenta, compuesta por Jaime Rincón e inmortalizada por Las Hermanitas Calle.
Y el gran ‘Sortilegio’ que con “siete clavos, agua bendita, lágrimas de selva virgen, orines de sapo negro y una piedra de la calle” se convirtió en un hechizo real que hizo efecto para los seguidores de esta banda que con más de un cuarto de siglo de existencia conserva la jovialidad y energía que la inmortalizó en la escena del rock colombiano.
Este primer trabajo discográfico fue una exploración de aquellos jóvenes bogotanos que se dieron el gusto de crear sonidos nuevos y destapar su rebeldía y sus intensas ganas de cambiar el mundo. Su interés por la estética popular y su desparpajo le abrieron las puertas a este imparable “dueto cósmico”
.
Así como los demás álbumes de Aterciopelados, ‘Con el corazón en la mano’, es un disco presente, como señaló Eduardo Arias en el libro homónimo editado por Idartes y Rey Naranjo en 2014: “sus canciones tienen la magia de ser actuales así hayan sido grabadas hace cinco, diez, quince o veinte años, porque Aterciopelados siempre luce y suena a tiempo presente”.