Ver hermoso lo cotidiano: la mirada de George W. Jiménez

"Bien lejos, pues, de lo verdadero está el arte imitativo; y según parece, la razón de que lo produzca todo está en que no alcanza sino muy poco de cada cosa y en que esto poco es un mero fantasma".

República IX, 598c.

En su ‘República’, Platón explica por qué cree que los pintores son peligrosos para una sociedad y por qué, en ese Estado utópico que imagina, estarían prohibidos. De acuerdo con el griego, una mesa es apenas una representación de la idea de mesa original; mientras que la pintura de una mesa es la representación de una representación y esto, argumenta, es nocivo para la juventud, pues la aleja del conocimiento. Si el filosofo viviera, odiaría las pinturas del bogotano George W. Jiménez

Solo basta ver el detalle y mimo con el que Jiménez retrata lo más prosáico de Colombia, para entender el temor de Platón: es fácil confundir su retrato de un pancito de 300 pesos, con un pan de 300 pesos real. 

Por su mirada también han pasado otras delicias colombianas como una bolsa de buñuelos, una salchipapa en icopor y hasta un merengón; todos retratados como bodegones al estilo más clásico, abstraídos de toda realidad y glorificados hasta hacerlos lucir como ambrosías.

Precisamente en lo mundano, este artista plástico de la Universidad Distrital ha encontrado buena parte de su inspiración para hacer arte: desde estos bodegones, hasta  paisajes de San Victorino, o el preciosísimo retrato de un chacero con sus productos, enaltecidos como una fiesta de colores. 

Tal vez es por esto que Platón despreciaba a los pintores, pues para lograr una república basada en la razón, encontrar la belleza escondida a la vista de todos puede ser una afrenta subversiva.

Hablamos con Jiménez sobre su forma de acercarse al arte y de su exposición '3AM', que está ahora en la Biblioteca Virgilio Barco, pero que se moverá este año a otros espacios de la red distrital de bibliotecas.

¿Cómo comenzó a pintar?

Cuando era más jovencito me incliné por las cosas digitales. Entonces pensé en estudiar diseño gráfico porque decían que tenía más salida económica y tal, pero el dibujo digamos que siempre me llevo por ese lado artístico. Siempre digo que desde que era un niño. Mi familia me apoyó al principio: me regalaron libros y yo me dedicaba a copiar esos libros. Tengo por aquí uno de animación. Empecé por ese lado y también por lo que le gustaba a los amigos de uno, que era hacer ‘Gokus’ o dibujar anime, todas esas cosas por las que empieza uno, lo que le gusta más a la gente.

Pero ahora le ha apostado a retratar lo más mundano y típico del país, como se puede ver en la exposición 3AM. ¿Esta es una forma de popularizar el arte? ¿De encontrar otros lenguajes para las personas?

Yo creo que ese es el reto personal que tengo: utilizar el mismo idioma que utiliza el Arte con mayúsculas, como dicen en todos lados y aplicarlo como al cotidiano. Eso es algo así como mi búsqueda ya de varios años. Que esté o no en galerías creo que depende de cada galería, pero pues yo lo que he intentado es eso: meterle yo mismo, sin pensar en que esto va a ser popular en una galería o en tal lado, sino buscarle sentido a mi experiencia personal. Lo que quiero es combinar esos dos mundos. De hecho, ese fue el detonante de las primeras obras que hice estando en la academia. Era combinar esos mundos que se ven tan diferentes y apartados utilizando el lenguaje plástico. Usar pinturas muy famosas dentro del contexto mío, sacándolas de ese mundo tan lejano y llevarlo a lo cotidiano. 

Y ¿a qué se debe esta intención de glorificar lo prosaico, lo cotidiano?

Estas últimas pinturas fueron los primeros bodegones que he hecho. Ahorita en la academia estos están como en desuso. La pintura, en general, está como en desuso. Y en parte era una, no sé, como una rebeldía por eso. Si ya está en desuso, pues vamos a hacerlo y vamos a inventarnos algo que combine las dos cosas.

Lo de las comidas nació como en la mitad de la pandemia y también tenía que ver con el deseo. La forma como lo sentí en el momento era como esas comidas que evitaban que uno pensara en la pandemia y le permitieran a uno salirse un poco de lo difícil y complejo que estaba todo. Esto es algo que se utilizaba mucho en Estados Unidos, lo que llaman comfort food: esas comidas que le recuerdan a la casa o al barrio, o sea, algo que lo trae a una tranquilidad. Por eso empecé a utilizar el lenguaje plástico para glorificar esos alimentos como si fueran cosas extremadamente valiosas. Entonces la superficie donde están puestas es dorada y eso hace que uno empiece a pensar en algo valioso. La luz es muy de pintura clásica y la forma de pintarlo también es muy clásica. Usé las mismas técnicas que se aplican desde el Renacimiento: capa sobre capa sobre capa. Era eso jugar entre lo muy caro y lo muy barato. Desde un pan de trescientos o lo que fuera.

¿Cómo así que la pintura está en desuso?

En la academia se veía mucho, no sé si es por la escuela o por el momento en el que estudié, pero había cierto ambiente ‘anti pintura’, anti ‘anti cosas manuales’, por decirlo así. A mí, me gusta mucho todo y soy fan del arte en todas las expresiones, pero la academia donde estudié tenía una historia muy fuerte con el performance, la instalación, con el arte de acción y pues si ves las exposiciones más recientes, se ve mucho esa influencia de la instalación, del arte electrónico. Pero la pintura yo sí la siento relegada, más por el agotamiento de estos tiempos que por una cuestión estética. La pintura llegó a un punto en que la gente se cansó. La historia nos lleva a que en algún momento lo figurativo se afianza y después aparece otra cosa y así. No creo que esté en desuso el arte como tal, porque pues, por lo menos en Bogotá, hay muchas como opciones para acercarse al arte. Con la pintura, se me hace a mí, en los últimos años en las redes sociales, ha revivido un poco eso de la pintura Y me parece que es muy interesante esa forma de revivir.

¿Por qué pintar, por ejemplo, una salchipapa con óleo sobre lienzo y no digitalmente?

Cada medio tiene su significado y su historia y a mi me gusta jugar mucho con la historia de la pintura. El discurso era no seguir pintando lo de siempre, sino cómo se renueva el medio, ¿cómo se utiliza ese medio que tiene una historia tan europea, tan de opulencia? La decisión de pintar al óleo era por ese lado: utilizar ese mismo lenguaje de la pintura clásica, para traer todo ese significado histórico de opulencia a la vida cotidiana. Mi objetivo era que la gente sintiera que sus experiencias personales valen y que valen también desde el arte; que la gente se vea de cierta forma reflejada en esas pinturas. 

Y aprovechar también las simbologías de cada alimento, porque cada uno tiene su historia personal. A cada persona le recuerda algo diferente. No sólo es la pintura, sino el sabor, porque no es una foto tomada en una mesa al azar. Es por eso que me decidí por hacerlo en óleo. En digital tendría otra historia, otros significados que creo que no serían tan compatibles. 

¿Qué corrientes o influencias cree que usó para hacer estas obras?

No podría decir una referencia exacta, porque todo esto como que se le va metiendo a uno con los años. A mí se me hace que la luz es totalmente barroca. Como los holandeses, como toda esa visión, de una ventana al lado y los objetos super exagerados. Yo lo vi como: ¿Cómo se imagina uno algo cuando lo desea? Con la comida, por lo menos yo, me la imagino en total oscuridad y el objeto es como una exageración que lo acerca a uno más a la comida. Lo que intento también es mantener el tamaño real en la pintura. Si el pan es de tal medida, pues cojo su medida exacta y la pongo en el cuadro para que la gente se sienta más como la comida real. Cuando la gente la ve, lo primero que dice no es “qué buena pintura”, sino que está muy deliciosa, muy sabrosa. Es lo que me dijeron en la inauguración Es bien interesante que la gente lo asocia una vez con el sabor

Cuénteme cómo llega a la pintura 3AM, que le da nombre también a la exposición. 

'3AM' es el título de la pintura de la cuadra por la noche. ¿Por qué 3 a.m.? Porque es la hora en la que usualmente estoy haciendo alguna cosa. Eso es. A mí se me pasa más fácil la noche que el día. Y específicamente esa hora fue por el momento en el que decidí tomar el registro de la pintura: la fotografía original. El origen de esta pintura es cómo hacer para que las personas sientan esa sensación de estar perdido por la ciudad, en barrio extraño a una hora extraña. En la pintura lo que hice fue eliminar la pared que hay al final de la cuadra y la hice infinita. El cuadro lo hice grande especificamente para que la gente se sienta más metida dentro de la escena, que le tape toda la periferia de lo que hay al lado. En ese momento era como evocar el sentimiento de inseguridad, de estar atrapado

Otro interés para hacerla fue: a mí me gusta hacer retratos sin que esté la persona. Entonces, mientras hacía el cuadro, pensaba en las personas que habitan esos sitios, porque realmente no es que uno esté solo, pero la gente está ahí durmiendo y eso está repleto de gente, sólo que uno no lo piensa. Así, cada casa se vuelve un personaje y cada una tiene su personalidad. 

Y la exposición como tal es la combinación de muchos intereses por lo cotidiano. Hay tres pinturas que son de mi época universitaria y el resto son recientes, pero todas tienen en común que tratan un poco de lo cotidiano visto desde diferentes perspectivas. Me gusta mucho relatar temas que tienen que ver con el juego y hay un dibujo que tiene unos personajes que están jugando. También desde lo íntimo, por eso hay retratos de mis amigos de la universidad y de mi familia, por ejemplo, o de los espacios que habito. Está el lugar donde vivo, mi casa, la cuadra y las cosas que consumimos. 

La génesis de esta exposición fue como en la universidad, porque como dije, uno viene muy desde lo europeo, desde el estudio de la pintura y desde algún consejo que me dio un maestro en la universidad, que me dijo: trabaje de lo que tiene, desde lo que está cerca. Yo empecé así y  me lo tomé muy literal. Y entonces empecé a sacarlo. Primero el cuarto, después la casa, después el barrio. Y así, desde lo que hay adentro, empezar a salir, empezar a buscar qué más hay alrededor

Finalmente, ¿Cómo consigue hacer 'Dulce'? ¿Cómo es la historia detrás de esta pintura?

Tuvo mucha repercusión en las redes. El año pasado salía en todo lado. Estábamos en medio de la pandemia, y la gente se sintió muy identificada con el trabajador, el rebuscador, pero mucha gente lo identificó con cada país. 

Creo que si la gente escucha la historia, dirá que no tiene mucha relación con la pandemia, porque la fotografía la tomé en el paro de 2019. Era una noche de cacerolazos en el centro. y yo estaba ahí desde las cinco. Me quedé dando vueltas por ese lado y acompañé a unas amigas que viven por ahí cerca, tomando registro de todo. Uno de esos registros fue esta persona que me llamó la atención por lo particular de la escena. Bogotá en ese momento, en el centro, estaba totalmente destruida. La gente estaba encerrada y sonaban las cacerolas

Mi proceso con las fotografías es que se quedan como en la cabeza. Entonces pasan los días, los meses y la imagen vuelve y vuelve a uno. Entonces uno empieza a reflexionar sobre lo que está ahí o de lo que está ahí. Y entonces se piensa: hay que hacer algo con eso, hay que hacer una pintura, una ilustración… lo que sea. Me quedé con eso y en medio de la pandemia decidí hacerla. 

La idea era ir un poco en contra de lo que estaba pasando. Creo que resonó muy bien con la gente por eso y  por sentirse identificado con como con esas personajes, porque es la persona que se encuentra uno todos los días cuando va al trabajo, como un amigo. Pero realmente yo no conozco en persona a este señor. Al final, el retrato no es exacto, es una caracterización que tiene modificaciones de espacio, de luz. Aunque creo que mucha gente podría conocer esa cuadra, entonces entonces puede que sepan quién es

 


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