Imagen: ‘De Pura Cepa’.
Una buena falda de sanjuanero tiene sus secretos, detalles que le dan ese toque especial e invitan a quien la porte a bailar como se debe un buen bambuco de esos que llegan al alma, esos en los que son expertos los huilenses.
Imagen: ‘De Pura Cepa’.
“Yo digo que por las venas llevo el amor a nuestra tierra, yo podría decir que, en cada casa, en cada familia por lo menos tienen un traje típico; opita que se respete, opita de pura cepa, tiene que tener su traje típico”, declara con felicidad Ana.
Ana María Bernal es una colombiana proveniente de una familia que lleva el bambuco en la sangre. Su mamá, Kika Vanegas, es nieta de doña Piña, una de las primeras reinas del bambuco y matrona y dueña de los secretos ancestrales de esta prenda.
Imagen: ‘De Pura Cepa’.
Durante su infancia, Ana creció de la mano de sus tías paseando por el taller de su abuela y adornándose entre encajes, troqueles y telas. En el oficio de la costura, ella se encontró con esa identidad y orgullo que caracterizan a las opitas como les dicen a las mujeres del Huila.
Para Ana y las cómplices artesanas y operarias de su taller, cada elaboración de un traje es momento mágico, más cuando ven esa ilusión en el rostro de cada chica que al vestirse con un traje tan elaborado se sienten como unas reinas y que ven en los diseños de Ana el agüero para llevarse la corona.
Imagen: ‘De Pura Cepa’.
Los trajes de sanjuanero de ahora no son iguales a los de hace 25 años o 30 años, se han ido transformando con el tiempo según las inspiraciones de moda. En un comienzo, los encajes de los trajes eran pesados porque eran elaborados en algodón y los elementos brillantes eran agregados a partir de telas de cortinas y otros elementos.
Los materiales también han variado, todo para darle una sensación de más frescura al traje en una zona tan caliente como es el Huila.
Algo que si no ha cambiado es el concepto del traje de sanjuanero en su máxima expresión, la rosa. Inicialmente eran pintadas sobre la falda, ahora son troqueladas en tela para darle volumen y adornar el vestido.
Imagen: ‘De Pura Cepa’.
En su taller, Ana se dedica a soñar y preparar colecciones exclusivas que exaltan el valor de este traje típico tradicional. Desde niñas, pasando por jovencitas, y hasta reinas del bambuco, ella les ayuda a escoger los colores, las telas, los encajes, el tipo de pintura y las flores que mejor hagan lucir la belleza de las hermosas mujeres de la región huilense.
Hacer que una prenda como la falda, sea el símbolo de una región y forme parte de las tradiciones más arraigadas, hace que valga la pena apostar por colombianas como Ana María Bernal y las costureras del Huila.
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