El jaguar es el tercer felino más grande del planeta y el depredador más feroz de América. Sin embargo, su existencia está en riesgo y enfrenta cada vez mayores amenazas. La pérdida y degradación de su hábitat por el crecimiento de la frontera agropecuaria, la minería y la explotación forestal; el tráfico ilegal y los conflictos con humanos, entre otros han generado que las poblaciones de jaguar sigan disminuyendo.
Debido a la forma en que el ser humano ha intervenido la naturaleza, los jaguares han desaparecido del 46% de su territorio original y se encuentran extintos en El Salvador y Uruguay. En el resto de América, la especie está en estado de Casi Amenaza (NT) y sus poblaciones son decrecientes, según datos de la Lista Roja de especies de la UICN.
Aunque desde 2018 se adoptó el Plan Jaguar 2030, una hoja de ruta para su conservación, y ha sido ratificado por 14* de los 18 países en los que habita esta especie, aún faltan acciones contundentes para fortalecer el corredor Jaguar que se extiende desde México a Argentina.
Por eso, en el Día Internacional del Jaguar, WWF Colombia hace un llamado a conservar este felino, reducir los conflictos entre esta especie y los humanos, reconectar sus hábitats, y reconocer el papel vital que desempeña en el bienestar de las personas y el planeta.
¿Por qué es importante conservar al jaguar?
Es una especie clave para mantener la salud de los ecosistemas, pues además de regular las poblaciones de otros animales al ser el máximo depredador del continente, su necesidad de grandes extensiones de territorio para subsistir lo convierte en una especie sombrilla, es decir, una especie que, al ser protegida, conserva el hábitat de otros cientos de especies que comparten su hogar. En otras palabras, si el jaguar está sano, su ecosistema y el resto de especies que habitan allí, lo están. De ahí que monitorearlo a través de cámaras trampa sea fundamental.
La especie habita en 18 países del continente y su hogar comúnmente son los ecosistemas por debajo de los 2.000 metros sobre el nivel del mar como bosques tropicales -incluso aquellos relacionados a ríos, ciénagas y playones-, bosques montanos, sabanas tropicales y manglares. En Colombia, el jaguar hace presencia en gran parte del territorio nacional: desde el Caribe y los bosques húmedos del Chocó, hasta la Cordillera de los Andes, la Orinoquia y la Amazonia (esta última es su mayor refugio en el país).
¿Cómo llegó a la región?
Según datos recopilados por el Plan de manejo para la conservación del jaguar en el Valle del Cauca, realizado por diferentes científicos del país, el primer fósil de un ancestro felino fue encontrado en Laugnac, Francia, y data de hace más de 25 millones de años. Su nombre es el Proailurus y se cree que es el ancestro común de todos los gatos. Sin embargo, fue hace 6.4 millones de años que nació la familia de los panterinos y hace por lo menos 3 millones de años, en el antiguo mundo, que se originó el ancestro más cercano de los jaguares. Este ancestro viajó por casi todo el territorio y cuando la dispersión transcontinental entre Asia y Norte América ocurrió, hace aproximadamente 0.9 millones de años, los jaguares se quedaron en el continente americano, volviéndose los reyes de toda la región.
¿Qué hace WWF Colombia para conservarlo?
Monitoreo comunitario en la Amazonia
WWF trabaja por la conservación del jaguar y su hábitat principalmente a través del monitoreo comunitario con cámaras trampa. Desde 2017, realiza monitoreo participativo con el pueblo indígena Murui-Muina, que habita el Resguardo Indígena Predio Putumayo, una zona rica en biodiversidad, conservada en gran parte por la visión ancestral de los pueblos indígenas que allí viven. Esto, en el marco de un proyecto trinacional con Ecuador y Perú, con el que se monitorea la presencia del jaguar en una zona particular: el corredor Napo-Putumayo, ubicado en la frontera del noroeste de la Amazonia entre los tres países.
Los monitores e investigadores indígenas de esta comunidad trabajan para determinar la ocupación y abundancia de jaguares y sus presas en un área del Resguardo a través de 50 estaciones de cámaras trampa que instalaron con el apoyo de WWF. Junto a las cámaras trampa instaladas en Ecuador y Perú, los investigadores locales, indígenas y de WWF recolectaron y analizaron en total 64.700 fotos tras 10.500 horas de trabajo a lo largo de 540 km2, una información clave para determinar el estado de la especie y así diseñar estrategias de conservación.
El equipo de investigadores locales Murui-Muina (en su mayoría los jóvenes de la comunidad orientados por sus autoridades tradicionales) también ha sido capacitado en temas como el uso de GPS, de sistemas de información geográfica, cartografía de sus territorios y diagnósticos de las presiones y amenazas del jaguar y del bosque. Actualmente, algunas personas de la comunidad y con el apoyo de WWF, han participado en el desarrollo de materiales educativos que puedan usar niñas y niños en las escuelas, de la mano de sus profesores.
WWF también trabaja en la zona de amortiguación del Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete apoyando la creación de grupos de monitoreo comunitario preocupados por la conservación de ecosistemas de agua dulce, bosques y especies clave como el jaguar.