Del regreso triunfal de Gorillaz a Colombia (y a mi vida)

Pienso en lo extraño que es el paso del tiempo. Si hace cuatro años era una persona distinta, no me imagino cómo fui hace 20 cuando escuché Gorillaz por primera vez.

Aún tengo marcados en mi memoria los diás que pasé viendo los videos de “19-200” y “Clint Eastwod” con mi hermana en nuestro TV de cola y nunca olvidaré que fue ella quien impulsó a mi madre a que nos comprara el primer álbum de Gorillaz (que todavía anda por algún lugar de la casa).

Estos recuerdos me hacen imposible describir la emoción que me persiguió desde el momento en el que supe que vería por segunda vez a Gorillaz e hizo que quisiera transportarme a otros planetas, como el Plastic Beach, que ellos me hicieron imaginar años atrás. Todo esto me hizo consciente de que desde niña he imaginado estar en otro planeta, lleno de personajes oscuros como 2-D, Murdoc Niccals, Russel Hobbs y Noodle, y que quizás lo logré durante dos horas. Salí de este planeta y pude entrar en las fantasías que Damon Albarn y Jamie Hewlett crearon para estallar la burbuja en la que vivimos.

El viaje comenzó muy puntual en la noche del 12 de mayo de 2022 con M1 A1 saludándonos con fuerza y una pantalla verde que leía "¡HOLA!". Inmediatamente, pasaron a “Strange Timez” (que interpretan con Robert Smith) y después nuestras almas se unieron al baile de estos músicos con Last Living Souls. Ya aquí todos viajabamos en una sola nave.

La experiencia continuó con mucha energía y todo el Movistar Arena entró en “Tranz”, una interpretación llena de colores y energía que enloqueció a la gente a mi alrededor al punto que comenzaron a saltar y gritar. Luego, la velocidad bajó un poco con “Aries”, en la que Jeff Wootton presentó un solo de guitarra de erizar la piel. Nos devolvimos al 2001 al escuchar “Tomorrow Comes Today”, un clásico que me devuelve a mi niñez y a esas tardes de ver vídeos con mi hermana. Inmediatamente, saltámos al 2005 con “Every Planet We Reach Is Dead”.

Durante todo esto, los recuerdos me seguían llegando como ráfagas con cada nota tocada. Sonaba “Rhinestone Eyes” y la gente de nuevo cantaba y bailaba en esta gran fiesta. El clásico “19-2000” llegó con su singular vídeo en la montaña rusa y sus maravillosos coristas interpretados por tres mujeres y un hombre. Aquí Damon personificó a 2-D, uno de sus personajes virtuales.

También sonaron: “Saturnz Barz” y “Glitter Freeze”. Luego comenzaron las sorpresas, como “Cracker Island” (una de sus nuevas canciones) y “O Green World” con una hermosa introducción de piano realizada por Albarn, quien al terminar la canción se vistió de payaso para interpretar “Pirate Jet”. “On Melancholy Hill” llegó con una gran ovación de un público que cantaba a todo pulmón. Fue aquí que Damon se quedó en silencio dejando cantar a los más de 14.000 asistentes que estaban en el Movistar Arena sementando su conexión con la audiencia colombiana.

Gorillaz es de esas bandas que canción tras canción te llevan a distintos lugares y con “Kids With Guns” todos nos fuimos a una realidad más oscura y cercana. Al final, esa es la magia de la música: poder decir verdades incómodas de una forma más palatable.

Después de ese golpe de realidad, volvimos a los paisajes imaginarios guiados por el artista Hewlett con “Elevator Going Up” y desembocando en mi lugar favorito: “Andromeda”, que fue una mezcla de luces azules y saltos tan altos como fue posible.

Tras esto, aparecieron los primeros invitados: De La Soul, quienes entraron con fuerza para interpretar “Superfast Jellyfish” y fueron recibidos por toda la audiencia que aplaudió y movió sus brazos de lado a lado. Posteriormente,  interpretaron “Feel Good Inc.” y el coliseo se sentía como un cohete imposible de detener.

El segundo invitado, Bootie Brown, acompañó a la banda en “Dirty Harry”, con un fondo lleno de colores y caritas agradables, seguido de “Momentary Bliss”, acercándonos al clímax y preparándonos para el final de la noche. “Plastic Beach” fue uno de los momentos más emocionantes de esta velada, ya que sirvió como excusa para celebrarle el cumpleaños a Jeff, el guitarrista.

 “Latin Simone” y “Stylo” con el fondo del vídeo interpretado por Bruce Willis y la compañía en tarima de Bootie Brown anunciaban el final del show. Enseguida sonó “Clint Eastwood”, con tonos de drum and bass, en honor a Londres, el lugar donde hace 20 años nació esta banda.

Con “Don't Get Lost in Heaven” comenzamos a volver a la realidad y nos bajaron del viaje espacial a que nos habían llevado por dos horas. “Demon Days” nos trajo de vuelta a la realidad y fue el cierre perfecto para el show.

Este viaje hizo feliz a mi niña interior y le agradezco a Gorillaz por hacerme creer que nada es imposible. Es realmente increíble el poder que tiene la música para llenarnos de fe.

 


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