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Del olvido a la memoria: Idea Vilariño y la escritura de la angustia

La Idea de Latinoamérica nació en 1920, hace 100 años, cuando el mundo apenas se recuperaba del golpe de la Primera Guerra Mundial y sufría los estragos de la pandemia por la Gripe española. Hermana de Numen, Poema, Azul y Alma, Idea fue la hija del poeta Leandro Vilariño y la lectora crónica Josefina Romani

Desde la publicación de su primer libro -'La Suplicante'- a los 25 años, Idea dejó claro que su fragil salud y su apasionada forma de ver el mundo marcaría el rumbo de sus textos, siempre melancólicos, angustiosos.

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Ya no

Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.

Muchos de sus textos, afirman quienes más la conocen, fueron reflejo no solo de sus achaques causados por el asma -enfermedad que la hizo irse de la casa de su familia a los 16 años-, sino de la tormentosa relación que tuvo con el también poeta Juan Carlos Onetti. 

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Poema número 19

Quiero morir. No quiero
Oír ya más campanas.

Campanas -qué metáfora-
o cantos de sirena
o cuentos de hadas
cuentos del tío -vamos.

Simplemente no quiero
no quiero oír más campanas.

Además de su obra poética, Vilariño también fue profesora, ensayista y crítica literaria. Por ejemplo, fue una de las fundadoras de la mítica Revista Número, que vivió más de una década. Sin embargo, fue en la Revista Marcha, de la mano de Emir Rodríguez Monegal, donde comenzó a ser reconocida como una lumaria de la literatura latinoamericana. 

Eso

Mi cansancio
mi angustia
mi alegría
mi pavor
mi humildad
mis noches todas
mi nostalgia del año
mil novecientos treinta
mi sentido común
mi rebeldía.

Mi desdén
mi crueldad y mi congoja
mi abandono
mi llanto
mi agonía
mi herencia irrenunciable y dolorosa
mi sufrimiento
en fin
mi pobre vida.

Sus padres murieron muy temprano, enfermos como ella, pero Idea venció no solo estereotipos de la mujer entregada a los hombres, sino médicos, porque le ganó a sus males 88 años hasta, en 2009, murió en una cirugía por una obstrucción intestinal.

Sus últimas palabras, garabateadas para quienes tuvieran que disponer de su cuerpo, podrían ser su registro poético final y, tal vez, el testimonio y mantra de su vida: "Nada de cruces. No morí en la paz de ningún señor. Cremar".

Y seguiría sin mí

Me moriré y él seguirá cantando
bueno
digo
Carlitos
y Jorge seguirá haciendo el amor
como si se muriera
y seguirá sin mí este mundo mago
¿este mundo podrido?
 
Tanto árbol que planté
cosa que dije
y versos que escribí en la madrugada
y andarán por ahí como basura
como restos de un alma
de alguien que estuvo aquí
y ya no más
no más.
 
Lo triste lo peor fue haber vivido
como si eso importara
vivido como un pobre adolescente
que tropezó y cayó y no supo
y lloró y se quejó
y todo lo demás
y creyó que importaba.

 

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