Foto: bicitravesiasbogota.com
Llegar a Choachí fue toda una experiencia. El pasado 12 de agosto se llevó a cabo uno de los eventos más esperados de este municipio de Cundinamarca. Llegamos luego de una hora de camino en donde pudimos ver uno que otro frailejón, a causa de la niebla. El sol apenas aparecía y un buen clima nos recibía entre los maravillosos paisajes que rodean las cordilleras.
Nos dirigimos a la Plaza Principal en donde en ese momento justo se encontraban terminando los últimos detalles de lo que sería el Festival del Trueque de Choachí. El primero en aparecer a saludarnos y darnos la bienvenida fue Anderson Álzate, uno de los organizadores quien nos explicó la dinámica que se manejaría y el programa del día.
El evento se mueve gracias al trabajo de los voluntarios, que se preparan durante el día anterior en todo lo relacionado con el desarrollo del festival. El domingo del evento, ya con las pilas recargadas, se disponían a ocupar sus lugares para dar inicio al festival.
Con el pasar de los minutos la afluencia de gente se incrementó hasta lograr que la Plaza Principal contara con propios y visitantes de Choachí. Las personas llegaban desde la ciudad con toda la actitud y con objetos como libros, cuentos infantiles, ropa, bicicletas, entre otros, esperando poder hacer el trueque con los campesinos de la región quienes llegaron cargados con gallinas, conejos, hortalizas, pepinos, duraznos, huevos, confecciones e infinidad de cosas más.
Hacia el medio día ya había comenzado la jornada en la que el valor monetario fue olvidado por los asistentes en la plaza. Hacia cualquier lado que se mirara se encontraba gente haciendo trueques; en todo el centro había una bicicleta-licuadora y el único requisito para usarla era llevar fruta para hacer un jugo y dejar algo para que alguien más pudiera usarla.
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La jornada transcurrió tranquilamente, los chiguanos estaban felices ya que no importaba la cantidad de dinero que tuvieran en sus bolsillos para poder llevarse un antojito a casa. El festival comenzó como un proyecto pequeño en el año 2009 en La Minga, que se realizaba en el municipio de Choachí, y con el pasar del tiempo se trasladó a la plaza.
No era tan descabellado que alguien te pidiera tu celular a cambio de una gallina o de un conejo, porque la enseñanza que nos dejaron los chiguanos fue que no importa cuánto es el valor monetario de lo material sino el valor de la necesidad. El trueque, como una de las tradiciones de los pueblos ancestrales permanece, y se quedará por mucho más tiempo gracias a la existencia de este festival.
Cuando empezaba a caer la tarde, la Sinfónica de Choachí ofreció un recital de 30 minutos que renovó los ánimos, pues empezaba a ganar un poco el cansancio y la fiesta volvió a subir la energía para lograr el éxito del festival.
El cierre incluyó un concurso de historias en donde participaron más de 25 persona entre niños, adultos mayores y jóvenes. Los participantes tuvieron una tarea difícil, tenían que contar durante dos minutos una anécdota, un cuento o una fantasía que convenciera al jurado y así poder llevarse el premio. El ganador fue un niño de 10 años que convenció al jurado con su historia sobre el festival titulado ‘Truequiar’. Entre, lágrimas Kevin y su mamá se llevaron a casa una nevera nueva.
Así se cerró el día de trueque, una jornada totalmente diferente que sacó de la monotonía económica a una población y sus municipios aledaños incluyendo a la capital del país. Lo más importante es que el evento ratificó el papel tan importante que cumple el campesino en nuestra sociedad y que lo material jamás podrá reemplazar los productos de la tierrita.
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